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Fallece a los 83 años Aurelio Ordás ‘Pistolo’, leyenda del balonmano leonés

Aurelio Ordás Noval, conocido popularmente como ‘Pistolo’.
Natural de Valdevimbre, fue uno de los fundadores del Ademar y un referente del deporte provincial en disciplinas como el balonmano, el baloncesto y la lucha leonesa

El deporte leonés se despide de uno de sus grandes nombres: Aurelio Ordás Noval, conocido popularmente como ‘Pistolo’, ha fallecido a los 83 años. Su figura está íntimamente ligada al nacimiento del balonmano Ademar, donde fue uno de los impulsores y jugadores fundamentales en los años fundacionales del club. La capilla ardiente está instalada desde este miércoles en el Tanatorio de Sefunle, en Eras de Renueva, y el funeral tendrá lugar el jueves 17 de julio a las 11:00 horas en la iglesia de San Marcelo, en el centro de León. Posteriormente, será enterrado en el cementerio de Valdevimbre, su localidad natal.

Una vida al servicio del deporte

Aurelio Ordás fue mucho más que un jugador. Su nombre está vinculado al deporte leonés desde mediados del siglo XX, destacando no solo en el balonmano, sino también en el baloncesto, la lucha leonesa y el atletismo. Su potencia física, su capacidad para jugar con ambas manos y su entrega en la cancha le convirtieron en un atleta polivalente admirado por varias generaciones.

Jugó también en equipos como el Askatuak de San Sebastián y el Atlético de Madrid, pero fue en León donde dejó su legado más profundo, formando parte de la historia viva del Ademar, al que siempre consideró su casa. Su perfil encarnaba la esencia del deportista total, alejado del profesionalismo moderno, pero con una entrega absoluta al juego.

Un legado imborrable

A lo largo de su vida, ‘Pistolo’ mantuvo una estrecha relación con el entorno deportivo leonés, siendo considerado un referente por su actitud, su carácter cercano y su pasión por el deporte. Su muerte representa la pérdida de un testigo privilegiado de la evolución del deporte en León, desde los modestos comienzos hasta los tiempos actuales.

Con él se marcha una figura irrepetible que, más allá de los títulos o los récords, personificó el espíritu del deporte como forma de vida y de comunidad. Su huella perdurará entre quienes compartieron cancha, grada o conversación con uno de los grandes nombres del deporte leonés del siglo XX.