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La situación: desde el ayer al hoy

Decir, y a estas alturas de la película, del recién estrenado verano (que ha comenzado a las 4:42 horas de la madrugada del 21 de junio), con la canícula que, y desde antes, veníamos soportando, ¿acaso no es por cambio estructural y hasta climático?, ya con extremos impensables durante la primavera, cuando se anuncian declaraciones, en pleno mes de mayo: ¡a 38°C!, que parece tenemos “la cosa”, esta que nos circunda y, según versiones varias, puede que también, y por encima de que `nos atosigue/embelese/distraiga, se puede caldear aún más´(con `un(a) otan´: ¿de entrada/salida en el quién sabe?).

Es aquello del pasar, en un zigzagueo del tris al tras, en nuestros ambientes interaccionantes, sean tanto de familiar proximidad como de lejanía media y puede que hasta escénicamente extrema (entiéndase tanto por la distancia geográfica/concurrente/coyuntural como por la afinidad/verosimilitud/ incidencia en algún grado/punto/bit), de lo que sería el enredarnos, en aquello de lo de ‘detrás del lóbulo’(con su famosa visitante, que aún, ahora que todas/todos/todes atesoran referencia, no tiene nominación)) y su escénico zumbido (¿por el rüido se donde está el juego?),   sobre el concreto de lo que parece ese “global todo de la duda”, sea razonable o no, para el ir, incluso a tronoicones, hacia otras situaciones de imprevisibles matices y cáusticos circunloquios.

Ahora estamos, ¿acaso no?, y dándonos una retrovisión de ambientalidad, en la observancia de los varios tiempos y de [-.- todos y cada uno de -.-] los momentos, ubicándolos en todo tipo de deslices y hasta de movimientos [-.- ¿ligados o no a hechos? -.-], con aquello que va tanto de las iniciativas [-.- ¿potenciales y/0 imaginarias? -.-] como de los amagamientos [-.- ¿inductores o pokerianos? -.-], donde los parecimientos [-.- ¿en el espejo real y/o virtual de las temporalidades de la IA? -.-] y hasta los silencios [-.- ¿precautorios y/o taimados? -.-], son eso, pero también, y en observando `la raya del horizonte´, puede que todo lo contrario, alcanzando altas cotas del posicionamiento y a la vez desubicación, de cuasi (¿?) ajedrecística comparación, dando al día, ¡a lo que sería un normal día!, una valoración insospechada de importancia cuasi crucial [-.- cada declaración es ya otro mundo -.-], con los recuentos de cada instante, tal que hasta ahora no nos parecía de tal dimensionalidad y hasta presumible provecho [-.- ¿El día `en La Haya´ es otro día? -.-].

Puede que, en el pasado, a lo largo del proceso histórico, hemos tenido otros días u otros momentos ( incluso largas temporadas), a los cuales, y por diversas causas [-.- tanto fueran propias como fueran inducidas o simplemente sobrevenidas -.-], no les hemos prestado la atención necesaria, tal como parece con todo aquello que acontece, por lo discutido y discutible, alrededor de la `terminología descriptora´ de “la Nación” [-.- entiéndase Española -.-], en los observables y traumáticos finales del “Ancien Régimen” y el cómo se establecen, ¿no parece dar la impresión de ello?, continuos asaltos para adosaársela, a lo que se percibe, ¡y a toda costa!, a un determinado ‘establishment partidario’ y, en un tal vez, ‘aparentado hecho’ que, por propios y/ o extraños, hasta se alcanza  revestido como  ideológico.

El basculamiento que trasluce en el reinado (¿?) y/o época de Carlos IV [-.- bautizado en la península itálica como: ”Carlos Antonio Pascual Francisco Javier Juan Nepomuceno José Januario Serafín Diego” -.-] y su ‘coincidencia en tiempo’ con unos pronunciamientos [-.- políticos y/o sociales -.-] a nivel de algunos reinos (demarcaciones y/o perimetraciones) del  variado mosaico de ámbito europeo y algún que otro influjo, a modo de retenido escorzo, que ya asomaba en América del Norte, traen a la península [-.- Ibérica -.-] una alteración que se asienta, así es sí así nos parece, salvo otras consideraciones y/o aportaciones de otros diletantes conciudadanos, en una formulación dual, tal que nos parece pudiera estar en: [1º] no solo en las maneras de  dirigir y/o de gobernar, [2º] también en las formas de asumir y/o de interpretar, abriéndose a otras posibilidades que, hasta aquellos momentos, resulta que: (1º) en unos casos no existían y (2º) en otros formaban parte de cerrados estamentos ya establecidos.

La enmarcación de  las confrontaciones y la resolución de los litigios y/o enfrentamientos armados (desarrollados en el último cuarto del Siglo XVIII  y casi la mitad del Siglo XIX), que ha sido esgrimido en algunas publicaciones ( de las que hemos podido consultar, a nuestro muy limitado particular nivel lector, que no es profesional y ni tampoco lo intenta) y expuesto en referencias que circulan ampliamente (sea por la red y sea por otros soportes tecnológicos), desde la primaria lectura ciudadana que efectuamos, y en amplio y completo respeto a los investigadores profesionales, no solo parece, es una impresión, que describan situaciones simples y si,y por lo contrario, nos parecen en extremo ya alambicadas.

Tras lo anterior, todo apunta a que, lo que se muestra a nuestra lectura, no solo está en lo que sí presuponen la descripción  de los concretos y directos hechos, haciéndolo más allá de los propios enfrentamientos bélicos (sean internos y/o externos a los Reinos de Hispania), o los escenificados detalles, muy documentados, de los choques armados, como si fueran, en una suposición que apuntamos, el bien y el mal, en la terminología  entre lo que se presume estimado como revolución (y/o innovación) y aquello que parece como su antitética reacción  de la contrarrevolución (y/o arcaizamiento), amén del aperitivo de las disputas dinásticas o la situaciones de los diversos estamentos y el control, ¡como meta!, del poder integral (sea por familias y/o grupos asociativos de variada asignación nominativa).

Es tal vez factible el que también pudiera estar, acaso como `con algo de novedad´, y sobre todo, con la incorporación y/o asimilación de la protagonización de los individuos [-.- tanto inducida como directa -.-], de los reinos hispánicos, ubicados en los basamentos, hasta entonces no considerados, más humildes de la población. La dirección de los reinos Hispánicos por Floridablanca (1777-1792)/Aranda (1792) / Godoy (1792-1798)  y sus continuadores Saavedra (1798-1800)/Urquijo (1798 primera desamortización), para llegar de nuevo Godoy (1800-1808; desamortización de 1806), tiene versiones varias [-.- casi a dos bloques -.-], pero en todas ellas aparecen, con alta potencialidad, las  incidencias con `las ideas ilustradas´, desarrolladas allende de los Pirineos´, de las cuales y según los momentos y las ocasiones, ora se hacían uso, ora se toleraban u ora se desdeñaban y hasta se perseguían. Ello sin olvido de aquel venir de situaciones de pre-quiebra económica, por en parte a las ayudas a los colonos de norteamérica, tras los gastos  de la participación en la guerra de la independencia de Estados Unidos, y aquello en el horizonte de los enfrentamientos de Nutca.

Pero parece es claro, en apreciación particular que efectuamos, desde nuestra acción lectora cívica, del ir escudriñando por aquí y por allá (donde hemos encontrado sorprendentes y muy documentados textos que deberían ser citados en los curriculum escolares actuales), qué no en todos los niveles sociales se asentaba y/o interiorizaba, ni escénica ni mentalmente, con el mismo nivel de gradación y de practicidad ( de su vida interaccionante del día a día), la situación harto compleja en que se vivía, por las propias circunstancias de sus entornos convivenciales de proximidad, de igual forma. Lo cual, en gran medida, los prevenía y parapetaban ante lo foráneo y es aquí donde, es un suponer,  la mass media empieza a contar.

No debemos caer en el olvido, situación que, ¡a más y a mayores!, se nos ha patentizado en nuestras actividades lectoras [-.- donde las citas, del Dr. Salazar Anuncibay y  del  Dr. López Losa, a Earl J. Hamilton del Dr,  son informantes sobremanera -.-], que la puesta en práctica de `las ideas de la ilustración´ (ya en el reinado de Carlos IV, y en unas condiciones económicas no muy halagüeñas), trajo consecuencias directas, no muy agradables, para las economías particulares de la población, en el ámbito cuasi general de todos los reinos hispánicos, con unas subidas de precios, cuasi aceleradas, tras  el primer cuarto del Siglo XVIII. Unanse a ello `las situaciones de intendencia´ de los ejércitos en liza, o el, llamémosle así, “simple cruce peninsular” [-.- Pirineos-Lisboa -.-] de todo un cuerpo de ejército del imperio francés (24.918 hombres, de los cuales llegaron, en avanzadilla, a Lisboa 1500 (el 30-11-1807) [-.- Viene aquí el recordar los enfrentamientos con españoles, el 17-11-1807, en Peñaparda, dentro de “El Rebollar” salmantino de la regionalidad leonesa -.-].

La llamada “Guerra de la Convención”, en parte auspiciada por Godoy, puso como contendientes a la Francia revolucionaria contra los reinos de la península Ibérica (que asociamos contemporáneamente a  España y Portugal) desde el 7-3-1793 hasta el 22-7-1795, siendo de destacar, desde nuestra observancia ciudadana, no solo los propios hechos bélicos en sí, que nos parecen muy importantes, y si, también, todo el aparataje con los procesos que  ella pudo haber conllevado. Puede que esos aparatajes de los que hablamos, no hayan sido, y a niveles casi universales,  empleados hasta entonces, con motivo de tal ocasión, de forma precedente, en ninguna otra parte del mundo.

Desde el inicio,  la Revolución francesa (de  5-5-1789; entonces Fernando VII contaba con cinco años de edad) provocó conmoción en los  reinos de Hispania, donde su dirección gubernativa, encomendada al Conde de Floridablanca, optó, dentro de la defensa propia, por una muestra de beligerancia y/o hostilidad hacia la misma ( puede que originada por la afinidad dinástica en parte) y como prueba de ello, dispuso toda una batería de medidas encaminadas a salvaguardar  los dominios hispanos de la influencia ( en variadas formas) de la misma. La posible tibieza de Floridablanca o el propio ‘apresuramiento familiar’ de Carlos IV,  hizo que fuera sustituido por el Conde de Aranda, que trato, en forma infructuosa, de alcanzar acuerdos, con la cúpula revolucionaria francesa (incluso por la vía de los sobornos), lo cual supuso otro cambio en la dirección gubernativa (al ser destituido 15-11-1792; ) y, así mismo, en la orientación política hispánica, por el joven Godoy, en cual, en coalición con Inglaterra (la otrora adversaria), se inclinó por el conflicto armado. En tales momentos los reinos de Hispania están literalmente invadidos por una ola de refugiados franceses (clérigos, nobles, …) que huyen del terror desencadenado por la revolución.

Al objeto de lograr los máximos apoyos para tal guerra, Godoy puso en marcha la llamada “campaña patriótica” (estamos en 1792), utilizando como instrumento vehicular a los miembros del clero ( en el Papado de Pío VI), dada por una parte su general indisposición con las ideas emanadas de la revolución francesa y/o de la ilustración y por otro lado la latente sombra amenazante contra su status( esgrimida en Francia con la Constitución Civil del Clero). Ello supuso  el establecimiento de una trasmisión de la información y/o formación que, por vía instrumental de clero (parroquias y conventos y diócesis) se extendió por todos los reinos de Hispania.

Esta dinámica  de la “campaña patriótica”, se lleva a efecto convirtiendo, por investidura cuasi obligada, este hacer proyectado, según diversos autores, en “una cruzada” cuasi dogmática que, en principio, está contra lo que significaba la revolución francesa pero también, y en nuestra estimación particular, en una coordinación y/o puesta a punto general de “toda la población de los reinos de Hispania”, con puntos temáticos muy concretos. Mostrando, en aquel entonces del Siglo XVIII, una ligazón entre varios conceptos: [1º] Religión; [2º] Rey; [3º] Patria y [4º] Familia, que se van exponiendo, desde nuestra consideración particular, en un amasamiento que es: [1º] de índole general y [2º] a la vez localizado en los espacios territoriales de (todos y cada uno de) los reinos de Hispania.

Tal “campaña patriótica” (del año 1792), además de ser anímica, también tuvo su vertiente crematística, ya que se hicieron cuantiosas donaciones que fueron publicadas en la GM (la Gaceta de Madrid), al igual que, y ello lo resaltamos, se pormenorizada  con la expresa publicación de los  alistamientos de voluntarios para luchar contra los revolucionarios franceses. Recordamos que, tal vez para abundar en la citada campaña, el propio testamento de Luis XVI (guillotinado el 21-1-1793), fue publicado íntegro en la GM. Con las salvedades de la incidencia sobre la Religión (que queda establecida en el afianzamiento de la Iglesia Cristiana Católica y su obediencia a Roma y, por ende, ¡y en principio!, con la continuidad de la recepción de las abundantes  tributaciones que desde los reinos de Hispania se les remitían), a mayores de respaldar la conformación monárquica y la propia figura del Rey (cuál dirección y símbolo), están también las expresiones de “la Patria” y “la Familia”, que se dan en la propia campaña y que, en manera lógica y natural, se esgrimieron en el desarrollo de la “campaña patriótica” en todos y cada uno de los reinos de Hispania.

Hoy día las locuciones de “la Patria” y “la Familia” tienen, en cada uno de los ciudadanos españoles, unas significaciones concretas y a la vez unas importancias mayestáticas ( con concreciones legales y jurídicas y a más también constitucionales), pero pudiera ser que las mismas también enlacen con aquellos predicamentos que se hicieron en el Siglo XVIII, cuando lo que entendemos ahora como lo más propio e íntimo de nuestro ser ciudadano y de nuestro estar convivencial (donde la interacción de proximidad juega un papel muy importante), en aquel entonces permanecía por desarrollar en su totalidad y, a lo que intuimos, no estaba ligado aún a la interacción afectiva que ahora sí, y por la generalidad ciudadana, le asignamos. El inicio de la campaña patriótica es una cosa, en gran medida programada desde la cúspide de la gobernanza, pero puede que, y por la propia ambientación e interactividad particularizada de los habitantes hispanos de aquel entonces, ello cuajara cual sedimento estratificado en todas las capas de la que podría ser, salvo otra opiniones en contrario, el umbral de “la sociedad española” y/o de “la ciudadanía española” y desde aquí llegar, y si se nos permite, a los propios “orígenes  espontáneos” de “la Nación Española” que vendrían de antes del 1808.

Estamos hablando de una exteriorización de una campaña, de origen eminentemente política, que tiene lugar en todo el territorio hispánico, servida punto a punto por sus dinamizadores (los miembros del clero, donde también hubo excepciones) que en aquellos momentos cuenta con una estructura organizativa más que un tanto centralizada pero que, y al mismo tiempo, conserva, en aquello de sus sagas familiares ancestrales, la distribución territorial de todos y cada uno de los reinos de Hispania  y por ende queda adherida a: [1°] “las circunstancias  varias” y [2°] “las caracterizaciones zonales propias”, que van a especificarse, en todas y cada una de las regionalidades españolas, allende 1833 y que, tras 1931 y 1978, se concreta y formaliza constitucionalmente.

La situación: desde el ayer al hoy, está desde el mantenimiento del ‘hurmiento precedente’ que atesoramos, ¡los españoles todos!, en tanto y cuanto ya ciudadanos (y con principios, postulaciones, propuestas, valores, derechos y deberes constitucionales), donde se encuentran, ¡con amplia umbralidad!, todas y cada una de las [15] regionalidades españolas, dentro de las cuales votamos el 6-12-1978 ( e hicimos presente, de forma democrática, la Libre y Voluntaria  Expresión  de la Voluntad Soberana de la Nación Española), como lo está, y con amplia evidencia, el libre hacer de todos y cada uno de los grupos constitucionales, en sus formulaciones programáticas en todas y cada una de las consultas electorales que se han venido convocando. Tal proceder, con todas las mejoras que podamos hacer para conseguir una democracia avanzada (según encomienda nuestro Preámbulo constitucional), es el camino (de todos, para todos y con todos), a continuar.