El bosque con más especies arbóreas de toda España se 'esconde' en Rioscuro de Laciana
En pleno valle de Laciana, la localidad de Rioscuro, pedanía de Villablino, acoge uno de los bosques con mayor diversidad arbórea de toda España. En sus laderas se combinan tejos monumentales, robledales de gran porte, acebedas densas y una amplia variedad de especies caducifolias que convierten este enclave en un laboratorio natural de ecosistemas atlánticos. La llegada del otoño, además, permite distinguir con claridad cada especie por la variación cromática de sus hojas.
El área está integrada en el Monte de Utilidad Pública 267, conocido como Brañarredonda y sus agregados, que abarca 1.344 hectáreas. Su relevancia ecológica le ha otorgado numerosas figuras de protección: es ZEPA, Lugar de Importancia Comunitaria y forma parte del núcleo occidental del Plan de Recuperación del Oso Pardo Cantábrico, además de ser una de las áreas prioritarias para la reproducción del urogallo, ambas especies en peligro de extinción.
Un territorio amparado por la Unesco
La riqueza ambiental de Laciana motivó que el 10 de julio de 2003 la Unesco declarara la zona Reserva de la Biosfera, dentro del programa Man and Biosphere. El reconocimiento se basó en la mezcla excepcional de valores naturales y paisajísticos, así como en la presencia de algunos de los bosques mixtos mejor conservados de la Cordillera Cantábrica.
El sustrato geológico del monte —areniscas y cuarcitas precámbricas con afloramientos de esquistos— ha favorecido el desarrollo de un bosque caducifolio fresco y frondoso. En él predominan los carballos (Quercus petraea), rebollos (Quercus pyrenaica) y hayas (Fagus sylvatica), cuya distribución depende de la orientación y de los suelos. Les acompañan arces, olmos, fresnos, tilos, abedules, serbales, avellanos, cerezos y sauces, entre otras especies que completan un catálogo forestal de enorme amplitud.
Los tejos milenarios, guardianes del valle
En uno de los rincones más cerrados del bosque, entre los picos Cueto Nidio y Nevadín, se esconden algunos de los árboles más emblemáticos de la comarca: los tejos de Rioscuro. Se trata de ejemplares que alcanzan hasta 15 metros de altura y cerca de siete metros de diámetro, y cuya longevidad —según distintas fuentes— podría superar el milenio.
Estas arboledas comparten espacio con las brañas de Vilforcos, Brañaronda y Braña Murias, asentamientos tradicionales que formaron durante siglos parte del paisaje ganadero y cultural de la zona.
Entre la leyenda y la ciencia
La presencia de tejos ha nutrido desde antiguo el imaginario popular. En Rioscuro se conservan relatos sobre tesoros ocultos, como el del mítico Carnero de Oro, atribuido a la huida de los moriscos. A la vez, la especie ha mantenido su particular simbolismo ligado a la vida y la muerte por su resistencia, su capacidad de regeneración y su toxicidad.
El tejo (Taxus baccata) es un árbol venerado y temido a partes iguales. Su arilo carnoso es la única parte no tóxica; la semilla contiene taxina, un alcaloide que desde la antigüedad tuvo usos medicinales y que hoy se investiga por su aplicación en determinados tratamientos oncológicos. En épocas pasadas, su veneno se utilizó para impregnar puntas de flecha y también aparece en relatos vinculados al suicidio ritual.
Con el tiempo, este árbol pasó a asociarse a ritos de renacimiento y, con la llegada del cristianismo, a la idea de resurrección, razón por la cual muchas iglesias del norte peninsular conservan ejemplares junto a sus atrios.
Un bosque que resume la memoria natural de Laciana
Con su mezcla de especies, su patrimonio legendario y su papel como refugio para fauna amenazada, el bosque de Rioscuro se ha consolidado como uno de los enclaves forestales más completos del territorio español. Su preservación, además de conservar un relicto de biodiversidad atlántica, asegura la continuidad de un paisaje que ha marcado la historia natural y cultural de Laciana durante siglos.