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Luto y memoria

Santa Bárbara: la memoria no se apaga

La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La Hermandad del Cristo de los Mineros de Caboalles de Abajo, en el municipio de Villablino (León), celebra su procesión, con la entrada del Cristo al Pozo María y recuerdo a los cinco mineros fallecidos en el accidente en la mina de Cerredo (Asturias). Foto: César Sánchez.
La patrona de los mineros llega este año marcada por tres tragedias recientes: Vega de Rengos, Cerredo y el recuerdo imborrable del Pozo Emilio, en un sector ya residual y sin peso energético

La conmemoración de Santa Bárbara, patrona de los mineros, regresa envuelta en dolor y memoria. Lo hace en un momento en que la minería del carbón en España es ya una actividad residual, sin aportación energética a la red nacional y con prácticamente todas sus explotaciones cerradas. Sin embargo, a pesar de su extinción económica, la mina continúa cobrándose vidas.

Las tres últimas tragedias —la más reciente, el 21 de noviembre en Vega de Rengos (Asturias); la devastadora explosión de Cerredo (Degaña) en marzo; y el eco todavía punzante del Pozo Emilio del Valle en 2013— han abierto nuevas heridas en unas cuencas donde el oficio se resiste a desaparecer, aunque ya solo queden retazos de una actividad histórica.

Cerredo: cinco vidas segadas por el grisú

El año 2025 quedará grabado en la memoria minera por el accidente del 18 de marzo en Cerredo (Degaña), donde cinco trabajadores fallecieron y otros cuatro resultaron heridos tras la explosión de una máquina en la tercera planta de la explotación. Todo apunta a una bolsa de grisú, según confirmó la delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra.

Los fallecidos —Jorge Carro, Rubén Robla, Amadeo Bernabé, Ibán Radio y David Álvarez— tenían entre 32 y 54 años. Cuatro eran lacianiegos, vecinos de Sosas, Villaseca, Caboalles de Abajo y Orallo; el quinto, David Álvarez, de Torre del Bierzo.

El alcalde de Villablino, Mario Rivas, definió la tragedia como “un golpe irreparable para las comarcas mineras”, mientras el Gobierno de Asturias, la Junta de Castilla y León y el presidente Pedro Sánchez decretaban dos días de luto oficial.

Vega de Rengos: dos mineros atrapados bajo la montaña

El pasado 21 de noviembre, la mina de antracita de Vega de Rengos volvió a teñir de negro la cuenca con la muerte de Óscar Díaz Rodríguez y Anilson Soares de Brito, atrapados en un derrumbe a un kilómetro y medio de la bocamina.

Óscar, de 32 años, era vecino de Posada de Rengos y ampliamente respetado por su “trabajo impecable” y su compromiso con un oficio que conocía desde niño.

Anilson, de 42, vivía en Villablino y había llegado años atrás desde Cabo Verde. Padre de dos hijos, pertenecía a la segunda generación de caboverdianos asentados en Laciana. Su familia ya había sufrido la tragedia: su hermano Adolfo murió también en mina en 2007.

La conmoción en Cangas del Narcea fue inmediata. “La mina nos vuelve a quitar lo mejor que tenemos”, lamentaban los vecinos, en un año que ya había comenzado marcado por la tragedia de Cerredo.

El eco del Pozo Emilio: doce años sin consuelo

Aunque han pasado más de doce años, las cuencas leonesas siguen estremeciéndose al recordar la explosión de grisú del 28 de octubre de 2013 en el Pozo Emilio del Valle (La Pola de Gordón), una de las mayores tragedias mineras del siglo XXI en España.

A casi 700 metros de profundidad, 12.000 metros cúbicos de grisú dejaron sin oxígeno a seis mineros de la Hullera Vasco-Leonesa: Carlos Pérez, Manuel Moure, Antonio Blanco, Orlando González, Roberto Álvarez y José Luis Arias, de entre 35 y 45 años.

El accidente marcó el final de una época. Aún hoy, sus familias siguen luchando en los tribunales, después de una sentencia que absolvió a todos los implicados y que dejó un profundo desconsuelo en la comarca.

Una minería que se apaga, pero cuya sombra permanece

La minería ya no es el motor económico de León y Asturias. No produce energía, no genera empleo masivo y sobrevive únicamente mediante restos de actividad privada y subcontratas en explotaciones cada vez más limitadas. Pero su herencia —económica, social y emocional— sigue viva.

Cada 4 de diciembre, Santa Bárbara resuena en las cuencas como un recordatorio de un oficio que definió a generaciones enteras. Este año, una vez más, las campanas doblan por quienes siguen perdiendo la vida en un sector que se extingue, pero no deja de herir.