La sequía artificial que ahoga al Órbigo
En la ribera leonesa del Órbigo, el agua no es solo un recurso: es parte de la memoria colectiva, del paisaje y de la vida social. Sin embargo, desde abril, muchos de sus cauces tradicionales están secos. No por un verano sin lluvias, sino por una decisión técnica: el cierre de los canales de la histórica Presa de la Tierra tras la modernización del riego.
M. Pilar Serrano González, vecina de Gualtares de Órbigo e hija de los propietarios del Molino Los Saltos, ha puesto palabras a lo que sienten pueblos enteros. Su testimonio se ha convertido en el grito de una comarca que pide recuperar el agua que siempre ha tenido.
“El pasado sábado 30 de julio, El Heraldo de León publicaba el artículo ‘La millonaria modernización del campo corta el grifo a los huertos urbanos y subleva al Órbigo’. Como vecina e hija de los propietarios del Molino Los Saltos en Gualtares de Órbigo, agradezco profundamente que se dé voz a esta realidad. Pero como muchos otros vecinos, siento que el drama que estamos viviendo va mucho más allá de la falta de agua para los huertos. Estamos asistiendo en silencio a la desaparición del alma de nuestra ribera”.
Ese “alma” al que alude Serrano se forjó durante siglos gracias a un sistema hidráulico tradicional que regaba huertos, movía molinos y sostenía una rica biodiversidad.
“Desde hace siglos, los canales de la Presa de la Tierra han regado nuestros campos, alimentado nuestros molinos y sostenido una rica biodiversidad… Hoy, bajo la excusa de la modernización del riego, se ha condenado al olvido. En abril de este año se inició la primera campaña de riego con el sistema modernizado al 100%. Las consecuencias han sido inmediatas y devastadoras”.
Los huertos, secos
Los canales tradicionales han sido destruidos o cerrados. El agua casi ha desaparecido de la presa y los huertos que dependían de ella se han secado. Serrano alerta de un daño mayor que va más allá de la agricultura: “Van a desaparecer ranas, peces, cangrejos. Se ha roto el equilibrio del ecosistema. El nivel freático está bajando y muchos pozos de filtración pueden quedar inservibles. Todo un paisaje de ribera que daba identidad y vida a nuestras localidades se transforma ahora en un secarral.”
La lista de localidades afectadas —Benavides, Gualtares, San Feliz, Villares, Hospital, Villarejo y Veguellina— muestra que el problema no es local, sino comarcal.
El agua es vida
“Pueblos que compartían una relación viva y equilibrada con el agua… van a ver desaparecer su patrimonio natural, histórico y productivo. La Comunidad de Regantes Presa de la Tierra y la Confederación Hidrográfica del Duero no están respetando el cauce ecológico… Nos preguntamos: ¿cómo es posible que… se consienta el vaciamiento total de los cauces? ¿Quién ha decidido que una docena de agricultores tienen más derecho al agua que todo un sistema patrimonial, ambiental y social?”, se puede leer en la carta abierta.
El Molino Los Saltos, que data de 1868, es un ejemplo de patrimonio vivo que, gracias al agua, llegó a generar electricidad para varios pueblos. Hoy, bajo sus arcos, solo hay silencio: “Nos han arrebatado un bien común. El agua es vida, y es de todos… Lo que estamos perdiendo es un modelo de vida, una forma de habitar el territorio, una red de relaciones sociales, una identidad cultural… Hoy, por debajo de sus cuatro arcos, donde el agua corría incesante, solo queda el silencio de la sequía artificial”.
Todos unidos
En 2017, se acordó mantener el paso de agua a fincas y molinos no modernizados. Sin embargo, según los vecinos, aquel compromiso se rompió sin diálogo.
Desde entonces han recogido firmas y creado la Asociación para la conservación del riego de huertos y del patrimonio hídrico: “La modernización del riego es compatible con el respeto al patrimonio, al medio ambiente y a los usos tradicionales. No se trata de oponerse al progreso, sino de exigir que no se destruya el legado natural y cultural en nombre de una eficiencia que no es ni justa ni sostenible”.
Agua para vivir
La carta concluye como un llamamiento urgente a toda la ciudadanía: “Defendamos los cauces tradicionales, los huertos, los molinos hidráulicos, el paisaje y la vida que siempre ha fluido por la Presa La Tierra. Porque si dejamos que esta sequía artificial avance, lo que desaparecerá no será solo el agua, sino también la memoria, la biodiversidad y el alma misma de nuestros pueblos”.
En el Órbigo, donde el agua siempre fue abundante, la batalla ya no es por traerla de vuelta: es por que vuelva a fluir libremente, como lo ha hecho durante más de cinco siglos.