'Yo, Julio César'. Una impactante novela gráfica de Montesquiou/Névil
Todos los estudiantes de latín han traducido en algún momento de su formación ‘La guerra de las Galias’ o ‘La guerra civil’ de Julio César (100 a.C-44 a.C.). A todos les hubiera venido de perlas haber disfrutado previamente de esta novela gráfica para adultos (cómic lo seguimos llamando muchos) que, en un formato grande y vistoso, publica Reservoir Books en traducción del francés firmada por Xisca Mas.
Se trata de una voluminosa obra nacida de la colaboración de los autores Alfred Montesquiou (texto) y Névil (ilustración) en la que reconocen haber invertido tres largos años de un trabajo marcado por una investigación exhaustiva que los ha llevado a acudir a una treintena de expertos (historiadores y arqueólogos) en la figura de Julio César, cada uno de ellos en un aspecto (personal, bélico, literario…) o lugar determinado. De hecho, Montesquiou afirma haber viajado a todos y cada uno de los lugares en los que César se encontró en algún momento de su vida. Que no fueron pocos. Aunque precisamente la visión escolar que existe de César lleve a pensar fundamentalmente en las Galias y, a todo tirar, en Hispania, Grecia o Egipto.
En ‘Yo, Julio César’, hay, me parece a mí, dos visiones novedosas. La primera de ellas, de índole narrativa, es la elección de la primera persona. Es el propio Julio César quien, como si estuviera dictando sus memorias, nos va a contar la historia de su vida. En realidad, se dispone a contársela a una serie de personajes que se encuentran con él participando en un banquete. Se trata de doce personas que, por una razón u otra, están vinculadas indefectiblemente a él. Han sido convocadas en casa de Lépido por Servilia, amante de César, y entre ellas se encuentra Marco Junio Bruto -tal vez hijo del propio Julio César-, uno de los conjurados que le darán muerte. La narración comienza precisamente a instancias de Servilia que, consciente de la juventud de algunos comensales, le ruega que sea él quien cuente su vida excluyendo, como pronto se verá, la mentira.
El uso de la primera persona resulta interesante porque los escritos de Julio César a los que me he referido antes lo están en tercera persona en un claro intento de tatar de dotar objetividad a la narración de unos acontecimientos protagonizados por él mismo. La idea de tratar de poner distancia entre el sujeto y el protagonista contrasta vivamente con la elección de Alfred de Montesquiou que hace exactamente lo contrario: elegir la subjetividad.
La segunda novedad está en el orden narrativo. En el caso de Julio César, lo frecuente es comenzar la historia precisamente por el final: su asesinato en la conocida como curia de Pompeyo el 15 de marzo del año 44 a. C. a manos de unos conspiradores que lo apuñalaron. Sin embargo, en ‘Yo, Julio César’ se hace exactamente lo contrario: la exposición de su vida termina en su asesinato, lo cual hace la vida (y la muerte) de César bastante más comprensible. Sobre todo, por su inmediatez, porque el autor escoge para la fecha del banquete alrededor del que se articula la novela precisamente la víspera de su muerte, día anterior a las Idus.
La estructura del libro
Las 256 páginas del volumen están divididas en 11 capítulos, que se corresponden con las distintas fases de su existencia: Una juventud en la Subura (hasta 18 años); Los misterios de Asia (18-30); Los peldaños del poder (30-40); Descubridor de mundos (41-46); Imperator (46 -50); EL sol de Farsalia (51-52); Conquistador de Egipto (52-53); Triunfo cuádruple (54); El testamento del vencedor (54-55 años) y Una cita con la muerte. A través de las viñetas (muchos granates, grises, sombras) va apareciendo un Julio César de familia empobrecida, tenaz, enfrentado a los optimates, sangriento, pobretón, familiar, fastidiosamente calvo, dolorido, soberbio, inteligente, agudo, ansioso de poder, capaz de sacar partido de las situaciones desfavorables o buen estratega. No creo, sinceramente, que se eche nada en falta nada sustancial. Están referidas todas las campañas militares de César, sus tirantes relaciones con los senadores, su necesidad constante de dinero, las desgracias familiares, la expedición a Britania, la guerra civil contra Pompeyo, sus relaciones amorosas (incluida, por supuesto la de Cleopatra), las amistades fieles, los traidores, su permanente enfrentamiento con Catón… La realidad es que tampoco me parece que se hayan obviado aspectos que pudieran ser prescindibles, lo cual es todo un gusto. Me refiero a cuestiones como el episodio de los piratas, sus problemas de salud, su cuestura en Hispania (la estancia en Gades y el encuentro con la estatua de Alejandro Magno), la formación con el rétor Apolonio en Rodas, la alabanza fúnebre de su tía Julia, viuda de Mario, los ‘carmina’ que sus soldados le recitan durante la celebración del triunfo (¡que lleva esperando tanto tiempo!), su posible relación homosexual con Nicomedes, rey de Bitinia…
A todo ello hay que añadir una imprescindible semblanza de los personajes fundamentales de la novela y más de un centenar de interesantes notas (situadas al finalizar el volumen para no obstaculizar el disfrute visual del cómic) que remiten a textos clásicos, explican relaciones familiares, plantean dudas o interpretaciones dudosas de los textos o las razones por las que el autor se ha inclinado por una u otra versión.
‘Yo, Julio César’ es una publicación audaz, documentada y visualmente impactante que convierte en un placer el acercamiento a la biografía de un personaje único que, más de dos milenios después, sigue concitando el interés de muchos.