León late con su equipo: una afición que no se rinde pese al golpe en El Toralín
El reloj ya marcaba la noche avanzada cuando el autobús de la Cultural y Deportiva Leonesa asomaba por los alrededores del Reino de León. Pero allí seguían, firmes y esperanzados, más de un centenar de aficionados con bufandas al cuello, bengalas encendidas y la garganta preparada para un último aliento. Porque si algo quedó claro es que el sueño del ascenso no ha muerto.
"¡Que sí, joder, que vamos a ascender!", se escuchaba con fuerza cuando el equipo descendió del autobús. Las caras de los jugadores, aún marcadas por el golpe en El Toralín, se transformaron en agradecimiento y emoción ante una afición que decidió no esperar al sábado para empujar: lo hizo esa misma noche, sin pedir nada a cambio.
Una despedida amarga, un recibimiento esperanzador
Horas antes, León había vibrado con su equipo desde la distancia. Más de 6.000 personas abarrotaron el León Arena para seguir el duelo frente a la Ponferradina. El gol tempranero de Luis Chacón desató la locura, pero el tanto local en el último minuto del descuento dejó helada a toda una ciudad. La derrota, cruel y sobre la bocina, pospone el sueño del ascenso directo.
Pero el golpe no quebró el vínculo entre la Cultural y su gente. Al contrario. Lo fortaleció.
Bengalas al cielo y cánticos al corazón
La escena en el Reino de León fue más que un simple recibimiento. Fue una declaración de amor. Bengalas rojas iluminaron la noche mientras las bufandas ondeaban con fuerza. No hubo reproches, solo aliento. Los cánticos fueron un bálsamo para el equipo: "¡Vamos Cultural, que vamos a ascender!", "¡Nunca caminaréis solos!", "¡Reino de León, fortaleza del campeón!".
Jugadores como Chacón, autor del gol en El Toralín, y el técnico Raúl Llona, se mostraron visiblemente emocionados ante la respuesta de la hinchada. "Toca levantarse", dijo Llona. "Subiremos el sábado", reafirmó Chacón. Y el pueblo culturalista respondió con fe.
León Arena: pasión a cielo abierto
Lo que se vivió horas antes en el León Arena fue una fiesta que solo el fútbol puede generar. Una pantalla gigante presidía un recinto teñido de rojiblanco, con puestos de comida, barras y una grada improvisada que rugió como si estuviera en el estadio. Hubo abrazos, lágrimas, cánticos y, al final, un silencio que solo la esperanza supo romper.
Porque aunque no se logró el ascenso esa tarde, lo que se ganó fue algo igual de importante: la certeza de que el equipo no está solo.
Última bala: todo se decidirá en casa
Ahora, la Cultural tiene en sus manos la oportunidad definitiva. Una victoria o un empate este sábado frente al FC Andorra en el Reino de León garantizaría el ascenso directo a Segunda División. La Ponferradina aún acecha, pero solo una derrota culturalista y una victoria berciana cambiarían el destino.
León lo sabe, y por eso no espera al resultado para demostrar su lealtad. Este sábado, el Reino será una olla a presión, con el rugido de miles de gargantas dispuestas a escribir la página que quedó a medio terminar en Ponferrada.