La 'ribeiromanía' conquista la grada de la Cultural
Las caretas con el rostro de Lucas Ribeiro se adueñaron de Éibar y del sector visitante de Ipurúa, donde cerca de medio millar de aficionados culturalistas corearon su nombre en el minuto 15 mientras el extremo, protagonista también en el césped, celebraba el triunfo con una de sus máscara
Éibar vivió este domingo una escena tan llamativa como inolvidable para los seguidores de la Cultural y Deportiva Leonesa. Cientos de aficionados se dejaron ver por las calles portando caretas con el rostro de Lucas Ribeiro, la nueva obsesión de la hinchada blanca.
La iniciativa partió de un grupo de seguidores culturalistas que quiso dar continuidad a la idea de tres aficionados que, en Cádiz, confeccionaron las primeras caretas del extremo brasileño. El resultado: un fenómeno colectivo que rebajó la tensión previa al encuentro y encendió un ambiente festivo que acompañó al equipo desde su llegada a Ipurúa.
Minuto 15: estalla la grada
Las mascarillas se repartieron en las inmediaciones del estadio y rápidamente asomaron en la grada leonesa, donde cerca de medio millar de culturalistas marcaron su propio ritual. Aunque no llegó el gol de Ribeiro que muchos esperaban, la hinchada sí cumplió el momento clave: el minuto 15, homenaje directo al dorsal del brasileño.
Victoria y 'ribeiromanía'
Al grito de “tres, dos, uno…”, los seguidores levantaron sus caretas y comenzaron a corear con fuerza: “Ribeiro, Ribeiro, Ribeiro…”. La escena, sorprendente para la parroquia local y llamativa incluso para los medios nacionales que narraban el choque, convirtió el estadio en una fiesta inesperada. Y cuando el jugador fue sustituido, volvió a sonar otro cántico ya habitual: “Ribeiro, quédate... Ribeiro, quédate... Ribeiro, quédate”.
El protagonista también se enmascara...
La devoción hacia el brasileño tuvo continuidad después del pitido final. Desde la grada llovieron varias caretas hacia el césped y, mientras algunos jugadores como Ojeda o Barzic se las colgaban entre risas, Lucas Ribeiro decidió ponérsela por completo, sumándose él mismo a una celebración icónica.
El extremo festejó la victoria con la máscara puesta, señal inequívoca de la conexión especial que mantiene con su público.
Partido coral
Pero más allá del fenómeno social, la Cultural firmó un partido coral. Ribeiro volvió a destacarse por su despliegue, su electricidad y su carisma, pero el triunfo —calificado como “oro puro” por la afición— fue también fruto del extraordinario nivel colectivo: intensidad defensiva, solidaridad en las coberturas y una ambición constante que dejó a Éibar sin respuesta.
La ‘ribeiromanía’, un símbolo de un equipo en alza
El episodio de las caretas ha trascendido ya lo anecdótico para convertirse en la expresión visible del momento que vive la Cultural: un equipo que conecta, engancha y contagia.
Ribeiro es el rostro más reconocible, pero su magnetismo se alimenta del empuje de un grupo que compite unido y que empieza a generar una oleada de ilusión imposible de recordar en los últimos años.