Más de un centenar de voluntarios 'curan' el río Eria en la primera gran facendera de Tierras Quemadas
El pasado sábado, 18 de octubre, 110 personas procedentes de diferentes puntos de la provincia de León —desde La Valduerna, Valdería, Jamuz, El Bierzo, el Órbigo y la capital— respondieron a la convocatoria de la Asociación Tierras Quemadas de La Bañeza y Comarca. A las 10:00 de la mañana, en la entrada de Pinilla de la Valdería, se organizó la primera gran facendera para la reconstrucción y protección de las márgenes del río Eria, un territorio afectado por los incendios del pasado verano.
“Había nervios, pero sobre todo ilusión por hacer algo real por nuestra tierra”, contaba uno de los participantes mientras se formaban las cuadrillas. “Hoy no nos hemos sentido ni la España vaciada ni la olvidada, sino todo lo contrario”.
Seis cuadrillas con tareas precisas
La Asociación planificó la jornada con un método casi artesanal pero muy coordinado. Los voluntarios se distribuyeron en seis cuadrillas, cada una con un cometido específico para actuar en distintos puntos del cauce y las laderas del Eria.
La primera cuadrilla se encargó del acolchado de paja y la colocación de fajinas —pequeños montículos de ramas— con el fin de evitar la erosión del suelo y que las primeras lluvias arrastren cenizas hacia el agua.
La segunda, dirigida por un ingeniero que previamente había cartografiado los arroyos y corrientes menores, construyó albarradas: muros naturales de madera y piedra que ayudan a retener la humedad, frenar el arrastre de sedimentos y regenerar el terreno degradado.
Cuadrillas
La tercera cuadrilla se dedicó a plantar castaños autóctonos, cavando hoyos y preparando el terreno para futuras repoblaciones forestales, mientras la cuarta levantó tipis de ramas y cañas con el objetivo de proteger los nuevos brotes de robles frente a los animales silvestres.
Una quinta cuadrilla realizó una batida de limpieza que se saldó con la recogida de numerosos residuos, “desde plásticos hasta viejas lavadoras”, según relataron los organizadores. Finalmente, un sexto equipo efectuó el corte controlado de pinos quemados en una zona donde aún se conservan restos de una antigua mina de oro romana. Esta tarea se llevó a cabo de forma manual, con motosierras, para evitar la entrada de maquinaria pesada que pudiera dañar el yacimiento arqueológico.
“Un ejemplo de compromiso y humanidad”
Durante más de cinco horas, el trabajo fue intenso pero animado. “Estamos muy satisfechos por la participación de la gente y los resultados logrados. Es increíble ver tanta gente buena, sensible y con una calidad humana enorme, dispuesta a dedicar un sábado a curar las heridas de la naturaleza”, afirmó Carlos Fano Alonso, vicepresidente de la asociación y presidente de la Junta Vecinal de Pinilla de la Valdería.
El representante vecinal recordó que las actuaciones están guiadas por “criterios de mínima intervención y máximo respeto al entorno”, y que la recuperación del Eria será “una tarea larga, pero necesaria para devolver la vida al río y a sus montes”.
Con apoyo empresarial y mirada al futuro
La facendera contó con el respaldo de Iberdrola, a través de la Fundación para el Fomento del Desarrollo y la Integración (FDI), que movilizó 45 voluntarios corporativos para sumarse a las labores de restauración.
Tras el éxito de esta primera jornada, la Asociación Tierras Quemadas ya prepara nuevas facenderas en el valle del Jamuz y en la Valduerna, con especial atención a actividades familiares. “Montar tipis para proteger los brotes nuevos es una tarea sencilla y educativa, ideal para hacer con niños. Queremos que los más pequeños se impliquen, porque ellos son el futuro de esta tierra y deben aprender a valorarla”, destacó Fano.
El espíritu de la facendera
La palabra facendera designa desde hace siglos el trabajo comunal que los vecinos realizaban en beneficio de su pueblo o su entorno. En Pinilla, ese espíritu ancestral renació entre risas, esfuerzo y esperanza.
Cuando el sol comenzó a caer sobre el valle, las cuadrillas recogían herramientas y se despedían con la satisfacción del deber cumplido. “Hoy hemos demostrado que el campo puede levantarse si lo cuidamos juntos”, dijo una de las voluntarias antes de marcharse.
El río Eria, testigo silencioso del esfuerzo, comenzaba a recuperar su brillo, mientras las montañas de la Valdería guardaban la promesa de nuevas facenderas y un futuro más verde para León.