"Si algo no existe lo invento: espichas, macro eventos, radio universitaria, proyectos de IA..."
La historia de Javier Gómez Martínez empieza con un niño apasionado de la pantalla y los teclados. “Mi madre dice que nací con un botón en la mano”, recuerda. Su primer ordenador llegó cuando tenía cinco años y desde ahí no se volvió a separar del monitor. Aquella máquina tenía algo que otros críos encontraban en un balón o una bici. Él, simplemente, lo vio claro: “Siempre supe que lo mío era la informática”.
En el colegio Marista San José, sin embargo, Javi no era sólo ‘el de los ordenadores’. También era el “de todos los fregados”. Y lo dice él mismo: “Yo me autodefino como el hombre de los millones de fregados”. Entró en el equipo de mediación, acabó coordinándolo y se convirtió en la definición perfecta de alumno omnipresente.
Su labor más visible llegó cuando, ya en Bachillerato, en programación elaboró la guía de Python que se utilizó durante cuatro o cinco años en el propio centro. “Me hizo ilusión ver que se quedaba allí después de irme. Era como dejar un pequeño legado”, reconoce.
La universidad: una pandemia y la radio de la ULE
En 2019 entró en Ingeniería Informática en la Universidad de León. Tenía planes, pero llegó la pandemia y los cambió todos. “El COVID me cerró la vida universitaria típica, pero también me dio oportunidades”, explica. Una de ellas fue la delegación de estudiantes; otra, mucho más inesperada, estaba escondida detrás del edificio de la biblioteca universitaria: un local que muchos creían almacén y que en realidad había sido una radio con un pasado brillante.
“Cuando me enteré de la historia de la radio pensé: ‘¿Cómo puede estar esto parado?’”. Un grupo de amigos le lanzó la broma: “Venga, reabre la radio, y si lo haces, hacemos programa”. Y él, fiel a su estilo, respondió: “Sujétame el cubata que voy”.
Apareció en el Vicerrectorado de Cultura con un proyecto bajo el brazo y una convicción férrea. La universidad le dio luz verde. Él puso el trabajo y la radio volvió a sonar. “Costó muchísimo pero a día de hoy sigue funcionando y es un orgullo”. Él la dirigió durante dos años, hasta finales de 2022.
Z-Project, espichas y la fábrica de ideas
A la vez, Javi se metió en la Comisión de Industriales y empezó a convivir con el regreso de los macroeventos universitarios. De ahí nació Z-Project, un proyecto electrónico que tuvo sus luces y sus sombras. “Fue una aguantada terrible. Perdí mucho dinero, pero aprendí muchísimo”, asegura. Y con Pablo, 'su socio', como él mismo le llama, siguieron adelante y descubrieron una vía inesperada: las espichas.
“Empezamos a hacer espichas a la carta para las comisiones. La de Educación en 2022, la de Industriales en 2023… incluso inventamos la Espicha de Primavera, que no existía”.
Aquello que empezó como un salvavidas económico acabó siendo una alternativa real a las fiestas del campus cuando la universidad las prohibió. Entre cables de DJ, barras improvisadas y presupuestos que cuadrar, Javi encontró otro lugar donde aplicar lo que más le define: iniciativa y energía.
El talento técnico: un premio nacional y un futuro que se abre
En 2023 terminó el grado con un proyecto que trascendió a los pasillos universitarios: un sistema de detección de retinopatías diabéticas mediante inteligencia artificial, desarrollado junto a HP. La empresa organizó un concurso nacional de TFGs. Y Javi ganó. “Todavía me hace ilusión verlo publicado por ahí”, reconoce.
Ese mismo año empezó el máster y, casi al mismo tiempo, entró en el mundo del motor. “La moto es una obsesión. Es mi mayor hobby”. La curva más dura, sin embargo, llegó en octubre de 2024.
El accidente, el año cero y la vida después
El 20 de octubre de 2024, Javi sufrió un accidente que le partió el fémur y el cúbito. “Puedo decir que soy un bebé y que tengo un añito de vida nueva”, reflexiona. La recuperación física fue larga, pero asumible; la mental, más compleja. “Sigue siendo una batalla diaria. Pero la llevo. La llevo bien”.
Tras el accidente, dejó la startup de ciberseguridad donde trabajaba y terminó un TFM centrado en aplicar IA para detectar inconsistencias en notas psiquiátricas.
Y ahora, con 24 años y un montón de giros en el recorrido, camina hacia otra iniciativa. “Estoy embarcado en un proyecto nuevo que verá la luz estas Navidades”, avanza. Parece que, incluso después de golpes duros, su brújula sigue apuntando a lo mismo: crear, implicarse, poner en marcha, mover cosas.
Un leonés inquieto con vocación de hacer
Mira hacia atrás y se ríe: radios reabiertas, espichas inventadas, proyectos tecnológicos, macroeventos, premios, una recuperación que todavía continúa y un futuro que asoma. Quizá lo explique mejor él mismo:
“Soy una persona que se implica allá donde pasa. Y creo que, si algo no existe, lo intento montar”.
A veces se define como “el hombre de los millones de fregados”. Pero quizá su historia diga algo diferente: que León está lleno de gente joven capaz de generar cambios. Y Javi es uno de ellos.