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365 leoneses | Alberto López, estudiante

"En mi casa sonaba desde Elvis Presley hasta el Barbero de Sevilla; era imposible no absorberlo"

El leonés Alberto López.
A sus 22 años, Alberto López ya ha recorrido medio mapa entre festivales, voluntariados y escuelas de música. Con alma de músico y vocación de servicio, sigue formándose en audiovisuales mientras aprende a ritmo de rock y empatía

Alberto López siempre ha latido en compás de cuatro por cuatro. Antes de saber leer, ya golpeaba instrumentos de percusión en Dresde, la ciudad alemana donde pasó parte de su infancia. "Con 18 meses empecé a ir a clases de música, acompañado de mis padres", recuerda. Aquellas primeras sesiones, más instintivas que conscientes, sembraron un ritmo que ya no le abandonaría nunca.

Una casa que respiraba música

La música era su idioma familiar. En casa sonaban vinilos heredados de su abuelo —Johnny Cash, Elvis Presley, clásicos del rock— mezclados con óperas, zarzuelas y conciertos improvisados. "Mis padres nos llevaban a todo tipo de espectáculos: desde El Barbero de Sevilla hasta conciertos de rock. Era imposible no absorber todo eso", admite. Entre todos esos recuerdos hay uno que le acompaña con especial nitidez: su padre, sentado en el sofá, tocando la guitarra española y fumando pipa. "Supongo que ahí empezó todo", rememora.

El flechazo con la batería

Aunque tiene raíces familiares en Sevilla, fue en León donde floreció su identidad musical. Llegó siendo un niño y pronto se apuntó a una escuela de música. Al principio tocaba el piano, hasta que el destino le puso una baqueta en la mano. "Había una actividad que se llamaba el combo: nos juntaban a varios chavales, uno con el teclado, otro con la batería… Y ahí descubrí que yo quería estar detrás de los tambores". Desde entonces, la batería se convirtió en su lugar natural.

Tuvo la suerte de toparse con un maestro que marcaría su camino: Richard Majo, guitarrista del grupo Catalina Grande de Piñón Pequeño. "Le debo muchísimo. Gracias a él conozco las bases del rock, las técnicas… todo". Y aunque mantiene los pies en el suelo —"no soy de los mejores baterías de León, hay auténticos monstruos como Iván Taca"— lo cierto es que no ha dejado de crecer ni de buscar escenarios donde compartir música. En las jams del Gran Café o del Black Bourbon fue encontrando su hueco entre acordes y amistades, tocando por gusto más que por lucimiento.

Del Gran Café a la Orquesta Berlín

Hasta que un día la improvisación llevó al compromiso: una orquesta profesional. "Acabé en la Orquesta Berlín, del grupo Record Studios. Estuve dos veranos con ellos. Fue una experiencia muy chula… y muy cansada", confiesa. Para Alberto, tocar no es solo dominar la técnica, sino compartir, aprender y acompañar: valores que también le llevaron más allá de los escenarios. 

El voluntariado como segunda escuela

Su otra gran escuela ha sido el voluntariado, una faceta que le gusta y sobre todo le remueve. Ha participado en iniciativas en su pueblo en Sevilla, en su labor como monitor del grupo joven de Marcha del colegio Maristas San José, y también en vivencias internacionales. Una de las más impactantes tuvo lugar en Honduras, donde pasó un mes y medio en un hogar de acogida llamado Horizontes al Futuro. "Allí no vas a enseñar nada. Vas a estar. A acompañar. Yo pasaba el día con los chicos: llevarles al cole, comer juntos, ayudarles con los deberes… y si tenían un partido, jugaba con ellos. Al final sentías que formabas parte de su vida", recuerda.

Hoy compagina la música y el voluntariado con sus estudios en audiovisuales, buscando la manera de unir imagen, sonido y emoción en un mismo lenguaje. No tiene prisa por decidir qué será mañana: le gusta más la idea de ir construyéndose a golpe de experiencia.

Lo mejor: la compañía

Porque si algo tiene claro es que el viaje importa más que el escaparate. "He estado en escenarios, en orquestas, en jams y en casas de acogida… pero lo mejor siempre ha sido la gente con la que he coincidido". Puede que todavía no sepa qué ritmo marcará su futuro, pero hay algo seguro: cuando llegue el momento, siempre estará acompañado de lo que más le gusta: la música.