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Reportaje

Gladiadores bajo el suelo de León

Bajo los edificios del casco antiguo de León pervive parte del antiguo anfiteatro romano de la Legio VII, un recinto de 6.000 espectadores que hoy resiste entre criptas y sótanos.
Bajo los edificios del casco antiguo de León pervive parte del antiguo anfiteatro romano de la Legio VII, un recinto de 6.000 espectadores que hoy resiste entre criptas y sótanos.
Bajo los edificios del casco antiguo de León pervive parte del antiguo anfiteatro romano de la Legio VII, un recinto de 6.000 espectadores que hoy resiste entre criptas y sótanos.
Bajo los edificios del casco antiguo de León pervive parte del antiguo anfiteatro romano de la Legio VII, un recinto de 6.000 espectadores que hoy resiste entre criptas y sótanos.
Bajo los edificios del casco antiguo de León pervive parte del antiguo anfiteatro romano de la Legio VII, un recinto de 6.000 espectadores que hoy resiste entre criptas y sótanos

En pleno corazón del casco histórico de León, entre las calles estrechas y los muros centenarios, duerme una joya arqueológica que recuerda el pasado glorioso de la Legio VII Gemina. En varios solares de la calle Cascalería se conservan los restos del anfiteatro romano urbano, un espacio dedicado al ocio y a la diversión de los legionarios que ocuparon la ciudad hace casi dos mil años.

El edificio, de forma elíptica y 75 por 50 metros de extensión, pudo albergar a unos 6.000 espectadores, lo que lo convierte en uno de los recintos más imponentes del noroeste peninsular en época romana. Hoy, sus vestigios se mantienen visibles en dos puntos clave: las criptas arqueológicas de los números 4 y 7 de la propia calle.

Un muro que separaba la vida del espectáculo

En la cripta del número 7, el visitante puede contemplar parte del podium, el muro que separaba la arena, donde se celebraban los combates, del graderío donde se sentaban los espectadores. Conserva 60 metros de longitud y casi 3 metros de altura, una muestra excepcional del nivel de conservación del conjunto.

Datada en el siglo I, la estructura habría caído en desuso hacia finales del siglo III, cuando el anfiteatro dejó de cumplir su función como espacio público de entretenimiento. Mientras tanto, en el sótano del número 4, aún se aprecia el trazado curvo de la fachada del anfiteatro, correspondiente a la zona más pronunciada de la elipse.

Días de sangre y arena en la Legio VII

Los espectáculos del anfiteatro romano eran auténticas celebraciones del poder imperial. Las jornadas duraban todo un día y se dividían en tres partes. En la primera, los legionarios y ciudadanos disfrutaban de cacerías de fieras, en las que se enfrentaban osos, toros o animales exóticos traídos desde las provincias más lejanas del Imperio.

Después llegaban los castigos y ejecuciones públicas, un elemento de control social tan temido como esperado. Pero el momento más esperado por el público era siempre el mismo: la lucha de gladiadores. Estos combates, a veces entre profesionales reconocidos, ponían el broche final a un día de emoción, riesgo y espectáculo.

La memoria bajo los pies de León

Hoy, lo que en su día fue un símbolo de poder y entretenimiento romano se ha convertido en un tesoro patrimonial oculto bajo las calles de León. La cripta de Cascalería permite asomarse a ese pasado de arena y mármol, recordando que la ciudad actual camina, literalmente, sobre los cimientos de una Roma que nunca desapareció del todo.