Pajares, 950 años de historia: la ruta de Alfonso VI y el Cid que unió León y Asturias
En 1075, el rey leonés Alfonso VI cruzó la cordillera Cantábrica acompañado por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, siguiendo el antiguo camino de Pajares rumbo a Oviedo | Nueve siglos y medio después, aquel paso medieval se recuerda como el germen del actual puerto que sigue conectando ambas tierras
Este año se cumplen 950 años de un hecho que marcó la historia del noroeste peninsular. En el año 1075, el rey Alfonso VI de León, Castilla y Galicia emprendió viaje hacia Oviedo acompañado por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, atravesando la cordillera Cantábrica por el camino de Pajares, una antigua senda de montaña que unía los valles leoneses con las tierras asturianas.
Aquel desplazamiento tenía un motivo solemne: la apertura del Arca Santa en la iglesia de San Salvador de Oviedo, un relicario considerado uno de los mayores tesoros del cristianismo medieval. Las crónicas del siglo XI relatan que el monarca fue el único autorizado a destapar el cofre sagrado, ante el temor generalizado de que el acto atrajera castigos divinos.
El trayecto que siguieron el rey y su séquito —por valles y collados que hoy recorre la carretera N-630— consolidó un paso natural que siglos más tarde se convertiría en el Puerto de Pajares, el enlace histórico entre León y Asturias.
Un camino anterior a los reinos
Aunque la gesta de 1075 le dio relevancia política y religiosa, el paso de Pajares ya era utilizado desde tiempos prerromanos. Durante las Guerras Cántabro-Astures (29-19 a. C.), las legiones de Publio Carisio atravesaron la cordillera por rutas cercanas, como las de Camplongo y Tonín, situadas al sur del actual puerto.
Más tarde, durante la Edad Media, la senda se consolidó como camino secundario para viajeros y ganaderos, y también como una variante del Camino de Santiago, empleada por peregrinos que desviaban su ruta hacia Oviedo para visitar las reliquias del Salvador. De esa devoción nació el viejo dicho: “quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y no al Señor”.
El monasterio que acogía a los caminantes
En pleno ascenso del puerto, la Colegiata de Santa María de Arbas del Puerto, fundada en 1116, sirvió de hospital para peregrinos y caminantes que cruzaban la cordillera. El conjunto, de sobrio estilo románico, conserva aún su iglesia y algunas de las casas que formaban parte del hospital monástico.
Durante siglos, el sonido de sus campanas guiaba a los viajeros entre la nieve y la niebla. Frente a la colegiata se mantuvo abierto hasta hace pocos años el histórico Mesón Quico, fundado en el siglo XVIII, heredero de aquella tradición de acogida en uno de los pasos más duros de la península.
De senda medieval a carretera de montaña
El trazado moderno del Puerto de Pajares se definió en el siglo XVIII, bajo la dirección de Jovellanos y Campomanes, dentro del proyecto de comunicación entre Asturias y León. Las obras comenzaron en 1771 y concluyeron en 1834, dando forma a una carretera de montaña de 17 kilómetros con pendientes que alcanzan el 17 %.
Con el paso del tiempo, la vía fue adaptándose a los nuevos medios de transporte, sin perder su carácter épico. Desde mediados del siglo XX, la carretera convive con la línea férrea de Busdongo a Puente de los Fierros, inaugurada en 1884 por el rey Alfonso XII, una obra de ingeniería con casi un centenar de túneles que durante décadas albergó el túnel más largo de España, el de La Perruca, con más de tres kilómetros de longitud.
Una frontera que sigue uniendo
Hoy, casi un milenio después del paso de Alfonso VI, el Puerto de Pajares continúa siendo un símbolo del vínculo histórico y humano entre León y Asturias. Su trazado, acompañado por el ferrocarril centenario y la vista del Macizo de Las Ubiñas, recuerda que las montañas que separan también han servido para unir.
En la cima, el reconocido y con poco uso Parador de Pajares, construido en 1953, conserva en su comedor un mural que representa aquel viaje del rey leonés y del Cid, cuando por primera vez una comitiva real atravesó la cordillera por este punto. Un recordatorio en piedra y pintura de que, hace 950 años, comenzó a escribirse allí una de las páginas más antiguas de la unión entre reinos.