"De pequeña me encantaba jugar a los Sims y a construir y hoy diseño edificios de verdad"
Siempre ha sido muy de su casa: de León, de su familia y de sus rincones de siempre. Por eso, marcharse a Valladolid para estudiar arquitectura no fue fácil. "Me costó mucho adaptarme y alejarme de mi casa", recuerda Mónica mientras repasa su recorrido desde los Sims hasta los planos de verdad.
Durante su infancia, su idea de futuro era clara: Magisterio. "Siempre pensé que iba a ser maestra", admite. Pero en bachillerato todo cambió. Las matemáticas y el dibujo técnico, asignaturas que a muchos se les atragantan, empezaron a apasionarle. "Me gustaron un montón y pensé: igual debería mirar alguna carrera relacionada." Dudó entre ingeniería y arquitectura, y finalmente se inclinó por esta última. "Pensé que las mates de ingeniería iban a ser bastante más estrictas y que no se me iban a dar bien", admite.
Una pasión que venía de lejos
Con el tiempo, Mónica comprendió que la vocación ya había estado allí desde niña. "Me encantaba construir casitas, jugar a Los Sims y cambiar las formas de lo que había hecho una y otra vez. Incluso en juegos parecidos al Minecraft lo único que hacía era construir casas", recuerda.
Así que, cuando llegó el momento de elegir su futuro, la decisión ya estaba tomada. Le tocó hacer las maletas y trasladarse a Valladolid. Pero no fue nada fácil, además de suponer un cambio de ciudad, coincidió con la pandemia, lo que complicó aún más la adaptación. Sin embargo, encontró su sitio entre nuevas rutinas, amistades y proyectos. Hoy, recién graduada, le quedan solo tres asignaturas para terminar la carrera. "Pensaba que se me iba a hacer eterna, pero ahora digo: jolín, parece que fue ayer cuando empecé."
Muchas horas y pocas noches de sueño
"Arquitectura es exigente", admite, y requiere más tiempo que estudio puro. "Es muy dura porque pide muchísimas horas. Más que memorizar, es dedicar tiempo, noches sin dormir." Pero también tiene recompensas únicas. "Cuando ves tus proyectos, tus planos y tus dibujos, piensas: qué chulo, al final todo mi trabajo se ha traducido en esto. Eso es lo más bonito."
En el cuarto año de su carrera, el penúltimo, el Erasmus en Cracovia le abrió otra ventana. "Lo que más me sirvió fue para viajar y desconectar. Allí no había tanta carga de trabajo y tenía tiempo para hacer otras cosas: actividades, socializar, salir con amigos… pero sobre todo viajar." Además de recorrer nuevas ciudades, practicó idiomas y conoció personas de distintos lugares, experiencias que, asegura, le hicieron crecer.
Del papel al mundo real
Por otro lado, las prácticas de este verano en un estudio de arquitectura fueron otro punto clave. "En la carrera te mandan hacer un auditorio de 20.000 personas, que al final solo hace uno de cada mil arquitectos, pero en un despacho ves lo que realmente hacen en su día a día." Descubrió que el oficio va mucho más allá de los planos: papeleo, gestiones y subvenciones forman parte de la rutina. "Eso me sorprendió un montón, porque en la carrera no te lo enseñan y es muy importante", admite.
De cara al futuro, Mónica lo tiene claro. Primero quiere aprender de otros profesionales y ganar experiencia. Más adelante, sueña con abrir su propio estudio. "Me gustaría tener mi propio proyecto, pero lo veo como algo a largo plazo."
La niña que construía casas en los Sims hoy dibuja edificios reales. Y aunque Valladolid y Cracovia han marcado su recorrido, León sigue siendo su punto de partida y, seguramente, también su destino. Como dice ella: "Al final siempre tiro pa' la tierrina."