Un respiro para el Palacio de Villasinda
La Comisión de Patrimonio ha aprobado la modificación de la regulación urbanística que afecta al histórico Palacio de Villasinda, situado entre la calle Ancha y la calle El Cid, en pleno casco antiguo de León. Esta decisión llega acompañada de un giro significativo en la protección del edificio: su nueva propiedad deberá elaborar un proyecto de remodelación que contemple su estado actual, lo que permitirá evitar la demolición de la cuarta planta, tal y como contemplaba el anterior Plan Especial de Ordenación del centro.
La revisión normativa se fundamenta en un reciente estudio histórico y arqueológico, que ha permitido afinar los criterios de conservación para ajustarlos al verdadero valor patrimonial del edificio. El nuevo marco mantiene la protección integral de las fachadas en sus cuatro plantas, consideradas valiosas tanto por su arquitectura como por la autoría de reconocidos arquitectos locales.
Un legado entre dos siglos
El Palacio de Villasinda es uno de los ejemplos más representativos del patrimonio civil leonés. Su origen se remonta al siglo XVI, y formó parte de los bienes de una rama de los Quiñones emparentada con los Quirós asturianos. El edificio actual es el resultado de siglos de transformaciones. Tras un devastador incendio en 1907, sólo sobrevivieron las dos torres originales y algunos elementos singulares, lo que llevó a una reconstrucción parcial a principios del siglo XX.
La intervención corrió a cargo del arquitecto Juan Crisóstomo Torbado, quien introdujo una nueva fachada de ladrillo visto en la calle Ancha que igualó en altura a las torres laterales, alterando así su carácter sobresaliente. En cambio, en la fachada de la calle del Cid aplicó un enfoque más fiel al lenguaje historicista, recuperando balcones y programando una heráldica que originalmente estaba destinada a lucir en zonas más representativas.
Un patrimonio reinterpretado
Las torres que flanquean el edificio conservan la sillería original con ostentosos escudos nobiliarios. Se presume que fueron diseñadas por Juan Ribero en torno a las décadas de 1570 y 1580, en un estilo manierista similar al del cercano Palacio de los Guzmanes. La torre oriental, en dirección a la Catedral, conserva su puerta en arco con escudo superior y ventanales flanqueados por heráldica de piedra. La torre occidental, de similar altura pero más estrecha, presenta una planta adicional y hace esquina con la calle del Cid.
A pesar de las incoherencias entre ambas fachadas, el conjunto sigue siendo una pieza esencial del tejido histórico de la ciudad. Desde Patrimonio se ha destacado que este tipo de revisiones, “con base científica y documental”, permiten “una protección más rigurosa y ajustada a la realidad de los bienes”.
Camino abierto a la restauración
La adaptación normativa no sólo preserva el valor arquitectónico del inmueble, sino que abre la puerta a futuras actuaciones compatibles con su naturaleza histórica. La nueva propiedad tiene ahora el compromiso de redactar un proyecto integral de remodelación que responda a las condiciones patrimoniales actuales y ponga en valor el conjunto.
Con esta resolución, el Palacio de Villasinda se aleja del riesgo de amputaciones estructurales y se mantiene como un referente vivo del pasado noble leonés. Su conservación se convierte, así, en una oportunidad para reforzar el diálogo entre la memoria urbana y las necesidades contemporáneas del casco histórico.