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El último día de Artesa, la tienda gourmet que marcó una época en León

El emblemático comercio de alimentación de calidad baja la persiana este viernes tras más de 70 años de historia sin relevo para continuar con su legado.
El emblemático comercio de alimentación de calidad baja la persiana este viernes tras más de 70 años de historia sin relevo para continuar con su legado.
El emblemático comercio de alimentación de calidad baja la persiana este viernes tras más de 70 años de historia sin relevo para continuar con su legado.
El emblemático comercio de alimentación de calidad baja la persiana este viernes tras más de 70 años de historia sin relevo para continuar con su legado.
El emblemático comercio de alimentación de calidad baja la persiana este viernes tras más de 70 años de historia sin relevo para continuar con su legado.
El emblemático comercio de alimentación de calidad baja la persiana este viernes tras más de 70 años de historia sin relevo para continuar con su legado.
El emblemático comercio de alimentación de calidad baja la persiana este viernes tras más de 70 años de historia sin relevo para continuar con su legado

Artesa, uno de los comercios más emblemáticos de León en el ámbito de la alimentación selecta, cierra este viernes definitivamente sus puertas. La tienda, situada en la céntrica Avenida de Ordoño II, pone fin a más de 70 años de historia. Su responsable, Luis Miguel Díez Llamas, ha decidido dar por concluida esta etapa vital y profesional sin que se haya concretado ninguna propuesta de continuidad para el negocio, que era rentable y contaba con una clientela fiel.

“No ha habido nadie que se haya animado a seguir con esto”, lamenta Díez Llamas, visiblemente emocionado pero sereno, como quien cierra un ciclo con la conciencia tranquila. “Es la vida y sus circunstancias”, resume.

Un legado que comenzó en 1954

La historia de Artesa se remonta a 1954, cuando la familia Díez Llamas abrió en ese mismo local el comercio Embutidos Campelo. Cuatro décadas más tarde, en 1994, Luis Miguel tomó el relevo generacional y transformó la tienda en Artesa, una boutique gastronómica pionera en su categoría, donde el producto artesanal, local y de alta calidad era el protagonista absoluto.

Durante 30 años, Artesa ofreció una cuidada selección de productos que convirtieron su escaparate en todo un referente gourmet: vinos, embutidos, quesos, patés, conservas, chocolates, aceites o salsas de pequeños productores nacionales e internacionales, siempre bajo una misma premisa: buscar lo auténtico.

"Hemos intentado hacer felices a nuestros clientes"

Artesa fue más que una tienda. Fue un espacio con alma, donde el trato cercano, el conocimiento profundo del producto y la vocación por el detalle marcaron cada venta. “Hemos hecho todo con cariño, pensando siempre en el cliente”, asegura Díez Llamas. “No quería una despedida grandilocuente. Simplemente, ha llegado el momento de tomar otro rumbo”.

La tienda ha sido, además, un escaparate de la identidad agroalimentaria leonesa, apostando por productos como el botillo, la cecina o el queso de Valdeón, todos con sello de origen y autenticidad. Fue también un lugar para descubrir rarezas exquisitas, pequeños tesoros que emocionaban al probarlos.

Un cierre con sabor a oportunidad perdida

Pese al valor comercial y sentimental de la tienda, no ha surgido ninguna oferta que garantizara la continuidad del proyecto. Luis Miguel no buscó una venta apresurada ni un traspaso sin sentido. “Este es un buen negocio”, repite, consciente de que Artesa solo puede sobrevivir si quien lo hereda comprende su espíritu.

Ahora, el local exhibe un cartel de agradecimiento a sus clientes, mientras sus estanterías vacías recuerdan lo que fue y lo que podría seguir siendo. No se cierra solo una tienda, sino un capítulo de la memoria comercial de la ciudad, un lugar donde se celebraba lo artesanal frente a la homogeneidad del mercado.

Artesa: lo que queda

Aunque Artesa desaparece del paisaje urbano leonés, su huella permanece. En cada cliente que entró buscando un regalo especial o un sabor perdido, en cada producto que fue elegido con mimo y en cada conversación tras el mostrador, persiste un legado que va más allá de lo tangible.

Luis Miguel Díez Llamas se va con discreción, pero deja atrás una lección de oficio, sensibilidad comercial y amor por la tierra. Artesa cierra sus puertas, pero su historia queda escrita en el paladar de León.