Cuando León rugía con las motos: el efímero circuito urbano de los años 60
A comienzos de la década de 1960, León vivió su propio circuito urbano de velocidad, una prueba que concentraba a multitudes en pleno centro de la ciudad. El recorrido atravesaba Ordoño II, Santo Domingo, Padre Isla, Suero de Quiñones, San Marcos y el Paseo de la Condesa, calles que hoy son arterias de tráfico y comercio pero que entonces se transformaban en improvisado escenario de competición.
Testigos de la época recuerdan cómo miles de personas se agolpaban en las aceras para presenciar la única gran cita motociclista que acogía la capital leonesa, en unos años en los que el rugido de los motores era símbolo de modernidad.
Ortueta, la gran estrella
Entre los protagonistas de aquellas carreras destacó el piloto vasco Javier de Ortueta, considerado uno de los grandes nombres del motociclismo español del siglo XX. Coetáneo de Fernando Aranda, Ortueta inició su trayectoria en 1932 y se mantuvo en activo durante 33 años, en los que fue nueve veces campeón de España y conquistó más de 325 trofeos en pruebas nacionales e internacionales.
Sus duelos con rivales como Aranda, Ernesto Vidal o Juanito Kutz marcaron los años 40 y 50, y su presencia en León era un auténtico reclamo para atraer al público.
Pasión local sobre dos ruedas
El circuito urbano leonés no solo acogió a figuras consagradas, sino también a pilotos locales como Julián Andrés Fidalgo, conocido como 'El Churrero' por la profesión de su abuelo y popular en la ciudad como propietario del Bar Texas, en el barrio del Ejido. Fidalgo se animó a competir en la categoría de motos comerciales, aportando un toque cercano y popular a la prueba.
Un proyecto sin continuidad
Pese al entusiasmo de aquellos años, el circuito urbano de León no tuvo continuidad. La falta de medios y la dificultad de mantener las competiciones en el entramado urbano acabaron por dejar la iniciativa en el olvido cediendo todo el protagonismo a La Bañeza.
De aquel fugaz circuito leonés apenas quedan algunas fotografías que circulan por redes sociales y la memoria de quienes, en los años 60, vieron cómo la ciudad se transformaba por unas horas en un rugiente escenario de velocidad.