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Adiós a Salvador Vicente Froilán 'Tito', el hombre que dio alma y vida a Omaña

La pasada semana falleció Salvador Vicente Froilán Tito, a los 93 años, en Riello. Su pérdida deja un vacío profundo en la vida cotidiana de Omaña, donde su nombre fue durante décadas sinónimo de cercanía, trabajo y alegría.
La pasada semana falleció Salvador Vicente Froilán Tito, a los 93 años, en Riello. Su pérdida deja un vacío profundo en la vida cotidiana de Omaña, donde su nombre fue durante décadas sinónimo de cercanía, trabajo y alegría.
La pasada semana falleció Salvador Vicente Froilán Tito, a los 93 años, en Riello. Su pérdida deja un vacío profundo en la vida cotidiana de Omaña, donde su nombre fue durante décadas sinónimo de cercanía, trabajo y alegría.
La pasada semana falleció Salvador Vicente Froilán Tito, a los 93 años, en Riello. Su pérdida deja un vacío profundo en la vida cotidiana de Omaña, donde su nombre fue durante décadas sinónimo de cercanía, trabajo y alegría.
La pasada semana falleció Salvador Vicente Froilán Tito, a los 93 años, en Riello. Su pérdida deja un vacío profundo en la vida cotidiana de Omaña, donde su nombre fue durante décadas sinónimo de cercanía, trabajo y alegría.
La pasada semana falleció Salvador Vicente Froilán Tito, a los 93 años, en Riello. Su pérdida deja un vacío profundo en la vida cotidiana de Omaña, donde su nombre fue durante décadas sinónimo de cercanía, trabajo y alegría.
A los 93 años falleció Salvador Vicente Froilán Tito, hostelero, taxista y campeón provincial de atletismo, cuya generosidad y espíritu vital marcaron a toda una comarca

La pasada semana falleció Salvador Vicente Froilán Tito, a los 93 años, en Riello. Su pérdida deja un vacío profundo en la vida cotidiana de Omaña, donde su nombre fue durante décadas sinónimo de cercanía, trabajo y alegría. Viudo de Amor García Bardón, con quien compartió una vida de esfuerzo y cariño, Tito fue mucho más que un vecino: fue el alma visible de su pueblo.

A lo largo de su vida se desempeñó en múltiples oficios, pero todos coincidían en una misma vocación: servir a los demás. Fue hostelero, taxista, cocinero, y también un conversador infatigable que sabía convertir cada encuentro en una historia. Su bar, situado en el corazón de Riello, se convirtió en punto de reunión, lugar de tertulias y testigo de innumerables momentos compartidos entre vecinos y amigos.

El hombre de los mil oficios

Su biografía está tejida de pequeños grandes gestos cotidianos. Tito fue quien durante años llevó a los niños al colegio, quien abría temprano su local para ofrecer café y conversación, y quien nunca negó ayuda cuando alguien la necesitaba. Su bar era más que un establecimiento: era un refugio cálido donde el tiempo parecía detenerse.

Además de sus múltiples facetas profesionales, Tito fue un apasionado del deporte. En su juventud llegó a proclamarse campeón provincial de los 100 metros lisos, un logro que muchos recordaban como símbolo de su vitalidad y energía inagotable. Aun con el paso de los años, conservó ese espíritu competitivo que lo llevó a encarar la vida con entusiasmo y humor.

Una vida de sabiduría y afecto

Tito fue también un hombre de saberes populares, de refranes, de bromas y de historias que repetía con la misma chispa de siempre. Su presencia constante —ya fuera con la boina calada o leyendo el periódico tras la barra— formaba parte del paisaje humano de Riello. Quienes le conocieron lo recuerdan por su bondad, por su carácter servicial y por su manera única de convertir lo cotidiano en algo memorable.

Su marcha deja en Omaña un hueco difícil de llenar. En cada conversación de café, en cada partida de cartas o en cada historia contada al calor de la barra, persistirá el recuerdo de Tito, el hombre que hizo comunidad sin discursos ni alardes, solo con su ejemplo de vida, su humor y su humanidad.