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Estrella de Izar: la gran ciudad natural de León que nunca llegó a brillar

Prometió 3.650 viviendas, zonas verdes y todos los servicios en Garrafe de Torío; la crisis de 2008 hundió el proyecto y hoy solo sobreviven poco más de un centenar de viviendas individuales, pequeños bloques de pisos, un mirador y las ruinas de un proyecto que aspiraba a transformar el alfoz
Prometió 3.650 viviendas, zonas verdes y todos los servicios en Garrafe de Torío; la crisis de 2008 hundió el proyecto y hoy solo sobreviven poco más de un centenar de viviendas individuales, pequeños bloques de pisos, un mirador y las ruinas de un proyecto que aspiraba a transformar el alfoz
Prometió 3.650 viviendas, zonas verdes y todos los servicios en Garrafe de Torío; la crisis de 2008 hundió el proyecto y hoy solo sobreviven poco más de un centenar de viviendas individuales, pequeños bloques de pisos, un mirador y las ruinas de un proyecto que aspiraba a transformar el alfoz
Prometió 3.650 viviendas, zonas verdes y todos los servicios en Garrafe de Torío; la crisis de 2008 hundió el proyecto y hoy solo sobreviven poco más de un centenar de viviendas individuales, pequeños bloques de pisos, un mirador y las ruinas de un proyecto que aspiraba a transformar el alfoz
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Casi dos décadas atrás, en 2006, en plena expansión del sector inmobiliario, se presentó en sociedad el proyecto Estrella de Izar, definido entonces como “el mayor y más innovador proyecto urbanístico de la provincia de León”. La propuesta, impulsada por la sociedad Ingeniería de Naves, pretendía transformar una enorme finca en el municipio de Garrafe de Torío en un espacio residencial de referencia, con naturaleza, servicios y calidad de vida.

El plan contemplaba 3.650 viviendas en una superficie de más de tres millones de metros cuadrados, a ejecutar en tres fases a lo largo de ocho o diez años. La primera, ya en marcha en 2006, incluía 1.050 inmuebles: 117 unifamiliares, 547 adosados y 308 en bloques de tres alturas.

El presupuesto inicial alcanzaba los 60 millones de euros, destinados no solo a la edificación, sino también a dotaciones sociales y de ocio: guardería, centro comercial, instalaciones deportivas, un gran circuito verde de 15 kilómetros y hasta una línea de autobuses propia, además de un supermercado.

El entonces presidente de la sociedad promotora, Ignacio Moreno Díez, aseguraba entonces que “León está lleno de urbanizaciones pequeñas que no cuentan con todos los servicios. Nuestro objetivo es dar respuesta a esas carencias con un nuevo concepto de ciudad natural”.

Naturaleza y modernidad como reclamo

El arquitecto responsable del paisajismo, Manuel Aymerich, defendía la integración del proyecto en el entorno: “El lugar se halla entre dos valles que miran a la montaña. El trabajo se ha centrado en el entendimiento del patrimonio y en el paso del mundo rural al corazón de un desarrollo suburbano de mucha entidad”. Un tercio de los terrenos debía dedicarse a zonas verdes y recreativas.

El diseño urbanístico incluía además la preservación de robledales y monte bajo, con el objetivo de atraer a familias que buscasen un entorno natural a escasos 11 kilómetros de la capital leonesa, junto a la carretera León-Asturias.

La crisis que lo cambió todo

Pero la llegada de la crisis financiera de 2008 acabó con el sueño. La demanda se desplomó, las entidades financieras endurecieron el crédito y el sector inmobiliario se hundió. “Se vendieron promociones gancho, con precios muy económicos, pero el tirón fue insuficiente”, recuerda hoy un vecino de la zona.

De los planes iniciales apenas sobrevivieron un centenar de viviendas individuales, dos bloques de pisos y varias fincas dispersas. El resto del suelo urbanizado permanece vacío o en estado de abandono.

El presente: silencio y abandono

El contraste entre lo prometido y lo real casi dos décadas después es evidente. Las instalaciones de recepción y oficinas de ventas, que en su día acogieron presentaciones con maqueta incluida, están hoy cerradas y deterioradas. En su interior todavía se conserva, cubierta de polvo, la maqueta de la “ciudad natural” que nunca se levantó.

A su lado, el Mirador de Doña Elvira permite contemplar la inmensa extensión boscosa, pero también la falta de desarrollo en un área que debía convertirse en motor residencial del alfoz.

“Hay miles de metros disponibles, pero sin apenas servicios. Cuesta hasta que lleguen las cartas”, se queja un residente actual, que vive en una de las viviendas construidas en la primera fase.

Los problemas de un proyecto inacabado

La falta de dotaciones es uno de los grandes lastres. Sin servicios, sin transporte público con frecuencias adecuadas y con problemas de conexión, la urbanización nunca logró consolidar una comunidad estable. El proyecto se quedó a medio camino entre la gran ciudad residencial y un pequeño núcleo aislado en un entorno natural.

Algunos vecinos apuntan a que la clave fue la falta de continuidad: “El problema no es solo la crisis, es que el proyecto quedó paralizado y las infraestructuras comunes nunca se completaron”, sentencian.

El futuro de un espacio fantasma

A pocos meses un 'infeliz' cumpleaños después de aquel ambicioso anuncio, Estrella de Izar sigue siendo un ejemplo de cómo la burbuja inmobiliaria dejó huellas visibles en el territorio leonés. Un proyecto que buscaba atraer a miles de familias y que hoy sobrevive con poco más de un centenar de viviendas dispersas, servicios testimoniales y la sombra de lo que pudo haber sido.

Mientras tanto, la naturaleza ha recuperado protagonismo en la zona, convirtiendo a Estrella de Izar en un espacio híbrido entre urbanización fantasma y área verde, donde conviven la huella del urbanismo frustrado y el recuerdo de una “ciudad natural” que nunca llegó a brillar.