El silencio de 'El Portugués' frustra la investigación del caso Mari Trini 38 años después
Treinta y ocho años después de la desaparición de María Trinidad Suardíaz, de 25 años, y de su hija Beatriz, de trece meses, la investigación sigue sin avances. La última operación, realizada en la balsa de El Fondil, en Berbes (Ribadesella), concluyó sin encontrar rastro alguno de los cuerpos ni del vehículo que, según una hipótesis reciente, podría haber permanecido sumergido desde 1987.
Agentes de la Policía Nacional y efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) rastrearon esta semana el fondo de la balsa vinculada a una antigua mina de fluorita. Pese al despliegue técnico, la inspección resultó infructuosa y la investigación vuelve a quedar pendiente de una única vía: la palabra del presunto autor de la desaparición.
“Si me lleváis a Suiza, os lo cuento”: la condición del sospechoso
La Nueva España reveló este viernes que el pasado 25 de noviembre varios agentes se desplazaron al asilo de Zamora donde reside el sospechoso, Antonio da Silva, de 81 años, conocido como El Portugués. El hombre, que ha pasado por prisión, vivió en la calle y hoy se encuentra bajo tutela social, fue interrogado en dos sesiones, una por la mañana y otra por la tarde.
Según la información publicada por el diario asturiano, Da Silva respondía en francés cuando no deseaba contestar y zanjaba las preguntas “manoteando”. Ante la cuestión de si los cuerpos estaban en la balsa investigada, “ni confirmó ni desmintió”.
El único momento en el que insinuó colaboración fue cuando planteó una exigencia personal: “Si me lleváis a Suiza, os lo cuento”, ha desvelado el citado diario. Los agentes descartaron el ofrecimiento al entender que lo que pretendía era conseguir un viaje al país donde vivió varios años de su juventud como minero y contrabandista.
Un sospechoso conflictivo y un entorno cada vez más deteriorado
El periódico también describe que Da Silva mantiene problemas de convivencia en la residencia: discute con las enfermeras, exige ser atendido el primero y acumula incidentes desde su llegada el pasado año, tras ser rescatado por los Servicios Sociales de Zamora cuando vivía en una tienda de campaña.
Los investigadores, dirigidos por la magistrada gijonesa Ana López Pandiella y por agentes de la UDEV, confían en que la solución del caso pase porque el anciano decida hablar. La prescripción de un posible homicidio hace que no pueda ser perseguido penalmente por aquel crimen, pero su testimonio es clave para localizar los cuerpos.
Un historial de violencia y desaparición
Mari Trini había denunciado a Da Silva por malos tratos. Tras refugiarse en una casa de religiosas en Gijón, dio a luz allí a su hija. Da Silva estuvo dos meses en prisión preventivamente, pero recuperó la libertad y consiguió que la mujer volviera con él.
El 15 de julio de 1987, la pareja y la niña acudieron a la Audiencia de León, donde se les notificó que el juicio por violencia se celebraría el 15 de septiembre. Fue la última vez que se vio con vida a madre e hija.
Da Silva sostuvo durante décadas que viajaron luego a El Algarve, donde supuestamente se separaron. Sin embargo, la Policía lo considera el único responsable de su desaparición. En 2016 y 2018 se registraron sus antiguas viviendas en Matadeón de los Oteros (León) y en Berbes (Asturias). En esta última ocasión volvió a ser detenido, aunque quedó en libertad tras tres días en el calabozo y sin aportar información.
Un caso abierto en la memoria colectiva
Casi cuatro décadas después, el misterio continúa intacto. La pista de la balsa de Berbes se ha desvanecido y el tiempo juega en contra. Los investigadores solo ven una opción para cerrar el círculo: que El Portugués decida, finalmente, desvelar dónde están Mari Trini y su hija.
Por ahora, su silencio —y su condición— mantienen paralizada la única verdad que falta por conocer.