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Las termitas y el abandono se comen la iglesia de Fontanil de los Oteros

Los vecinos de esta pedanía leonesa denuncian la desatención del párroco Salvador Balbuena ante el deterioro del templo, que podría obligarles a suspender la misa de las fiestas patronales

A menos de un mes de las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Era, el pequeño pueblo leonés de Fontanil de los Oteros, en el municipio de Matadeón de los Oteros, se enfrenta a una amenaza que va más allá de la despoblación rural: su iglesia se desmorona, literalmente, devorada por termitas y por años de abandono.

"En esas condiciones no es seguro entrar en la iglesia", denuncia el presidente de la Junta Vecinal, Christian Villaverde, que asegura que el deterioro ha alcanzado ya tal punto que "igual cancelamos la fiesta porque no tenemos iglesia". Con apenas 40 habitantes, este núcleo rural ve peligrar uno de sus pocos momentos de celebración colectiva, ante la inacción del párroco titular, Salvador Balbuena, al que acusan de ignorar repetidamente las peticiones vecinales.

Una historia de abandono

El templo de San Miguel Arcángel, que ya tuvo que ser restaurado en el año 2000 gracias al esfuerzo y donaciones de los propios vecinos, presenta hoy un panorama desolador: el suelo cede, el tejado amenaza con desplomarse y las maderas interiores están completamente carcomidas por las termitas. Los parches colocados durante la última visita del obispo, Luis Ángel de las Heras, en 2023 —tablas de okume para disimular el estado de los bancos—, ya están agujereadas y no ocultan el peligro real.

Larvas de termitas en la iglesia de Fontanil de los Oteros.

"Se ha propuesto una cesión temporal a la Junta Vecinal, pero no han querido. Hemos buscado fórmulas de todo tipo, pero no obtenemos respuesta, así que la iglesia corre peligro", lamenta Villaverde en una conversación con Heraldo de León. Los vecinos han solicitado al párroco que firme la venta de dos fincas agrícolas propiedad de la parroquia, con las que financiar las obras necesarias, pero hasta ahora no han recibido respuesta.

“Nunca ha venido a dar misa”

La crítica principal del pueblo va dirigida directamente al párroco. "Es el párroco, pero nunca ha venido a dar misa. Siempre manda un sustituto. No da la cara porque sabe que el pueblo se le echa encima", declara el presidente vecinal, visiblemente molesto. En los últimos 15 años, el sacerdote no ha oficiado ni una sola misa en el templo, aseguran. "Hasta se olvidó de venir a un entierro y tuvo que mandar a otro de urgencia", recuerda Villaverde con indignación.

"El párroco no coge el teléfono y es inaudito. No recibimos contestación ni del párroco, que es Salvador Balbuena, ni del Obispado", añade. Las quejas han sido trasladadas a la Diócesis de León, sin resultado. De hecho, para la única misa que se celebra cada año en agosto, el vicario general, Luis García Gutiérrez, acude "como un favor personal", en palabras del pedáneo.

Estado que presenta el suelo de la iglesia de Fontanil de los Oteros.

Impotencia legal y riesgo físico

La Junta Vecinal no puede actuar porque no es la titular del edificio, y cualquier intervención sin autorización puede derivar en denuncias. "En la iglesia no se puede dar misa porque si se cae una vecina o se le cae algo a alguien, ¿quién lo va a pagar?", se pregunta Villaverde. La Diputación de León tampoco puede otorgar subvenciones al tratarse de un bien eclesiástico pero eso sí "se admite cualquier colaboración que nos pueda venir, de donde sea y como sea para solventar esta situación".

Mientras tanto, los vecinos se plantean cancelar los actos religiosos del domingo de fiesta. Mantendrán la víspera con juegos, música y queimada, pero no celebrarán la tradicional misa por los difuntos si no se garantiza la seguridad. "Hasta que no ocurra una desgracia no pasará nada", sentencia Villaverde.

Año jubilar sin templo

La situación resulta aún más paradójica porque Fontanil de los Oteros ha sido designado este año como uno de los templos jubilares de la provincia, junto a la Catedral de León, La Virgen del Camino y Villaobispo. Sin embargo, la iglesia de este pueblo es hoy un edificio inservible, sin culto ni presencia pastoral regular.

El abandono y la pasividad institucional amenazan con borrar de un plumazo la vida religiosa de este rincón del sur leonés, donde la fe y la memoria colectiva resisten como pueden al olvido. Y mientras las termitas avanzan, los vecinos se aferran a lo poco que pueden controlar: alzar la voz.