"Si tienes más de 30 años y eres de León es muy probable que ya no te dé tiempo en esta vida a ver las zonas incendiadas completamente restauradas"
A raíz de los pavorosos incendios que han devastado la provincia de León este pasado mes de agosto, hemos ido coincidiendo con Sara Mateos, agente forestal y mujer muy comprometida con la reivindicación laboral del personal de extinción, bomberos, peones, y de su propio gremio. En esta entrevista se plasman muchos de los problemas que nos aquejan, responsables y posibles soluciones.
Sara, sólo para situarnos, haz un breve resumen de por qué llegas a ser primero bombero forestal y después agente medioambiental. Háblanos de tus posibles referencias de infancia y cómo descubres tu interés por la naturaleza o las vivencias que te llevan a ello.
El amor por los animales y por las plantas es inherente a mi persona, desde que tengo memoria he sentido un profundo respeto por la Naturaleza, aunque nunca me lo llegué a plantear como mi profesión.
Empecé trabajando como peón de incendios forestales en la B.R.I.F de Tabuyo del Monte con 19 años y me enamoré de la profesión. Durante los siguientes 14 años continúe trabajando en distintos puestos del operativo de incendios en verano y, cuando llegaba el invierno, en lo que podía.
El problema es que esta vocación te condena a la precariedad, y al final te das cuenta de que no puedes tener un proyecto de vida, y que sólo tienes dos opciones: o dejas de trabajar en incendios, o intentas buscar una forma de poder trabajar de forma continua y con cierta seguridad. En mi caso tomé la decisión de formarme y luego opositar para Agente Medioambiental.
Pero la precariedad es la seña de identidad del sector forestal, independientemente del puesto que ocupes. Somos un sector invisible para la sociedad y de eso se han aprovechado tanto empresas como la propia Administración, da igual si eres Agente o Peón, todos tenemos serios problemas con las condiciones laborales.
La denuncia del colectivo es clara: las condiciones laborales.
Las condiciones laborales de los integrantes del operativo son lamentables. Te juegas la vida en verano para que te despidan cada otoño, jornadas maratonianas expuestos a sustancias tóxicas y cancerígenas, sin conciliación familiar porque nunca sabes si vas a estar horas o días fuera de tu casa. Si te lesionas o enfermas no puedes trabajar y, en el caso de las mujeres, si estás embarazada, tampoco y todo esto por 1300 euros, en el mejor de los casos.
Por lo que respecta a los agentes medioambientales, no estamos mucho mejor. Asumimos una gran responsabilidad que no está reconocida, luchamos contra el furtivismo muy expuestos, nos eliminan plazas cuando la mayoría de las veces no podemos ni trabajar en pareja por la falta de personal, además de soportar el desprecio sistemático de la Junta.
La Junta de Castilla y León sabe de sobra cómo tiene a las personas que trabajan en el operativo, porque es precisamente quien lo ha fomentado con su gestión, y cada vez que se ha protestado ante esta situación hemos recibido la misma respuesta: condescendencia, desprecio y soberbia.
Remuneración aparte, ¿consideras que las plantillas deberían incrementarse? ¿qqué más carencias detectáis?
La carencia de personal es algo intrínseco de la Junta de Castilla y León, hasta tal punto que se ha llegado a normalizar.
Los agentes medioambientales no podemos ni trabajar en pareja por falta de personal y aun así el año pasado nos eliminaron más de 70 plazas. Pero ni aun en el caso de que tuviéramos la plantilla completa llegaríamos a lo que se necesita.
Por otra parte, han quedado en evidencia las carencias del operativo. Los incendios forestales de agosto comenzaron siendo de pocas hectáreas. Si en esos primeros momentos hubiera habido medios suficientes, probablemente el daño habría sido mucho menor. Este año hemos vivido situaciones insólitas como el hecho de tener que dejar que el incendio avanzara sin control, porque solo teníamos capacidad para defender las poblaciones y ni siquiera llegamos a todas.
Llegados a este punto no vale sólo con incrementar las plantillas. Es el momento de dar un cambio profundo en el operativo, para evitar que estas situaciones vuelvan a pasar.
Los mayores problemas de los bomberos forestales: la precariedad y la temporalidad. Queda claro que conviene una absoluta profesionalización.
Lo primero y fundamental es que se reconozca la categoría de bombero forestal. A día de hoy las personas que trabajan apagando incendios tienen contratos de todo tipo: peón, peón de caza o hasta jardinero. La consecuencia de esto es que, si por ejemplo desarrollas un cáncer de pulmón, cuando vayas a la Seguridad Social no va a constar que has trabajado inhalando humo tóxico y, por tanto, no van a reconocerlo como una consecuencia directa de tu trabajo. Otro ejemplo es que si no reconocen que eres bombero forestal, no te vas a poder acoger a los coeficientes reductores de jubilación y es evidente que personas con 67 años no deberían de estar en el frente de un incendio y a día de hoy ni tan siquiera tenemos una segunda actividad.
Otro de los problemas es que la temporalidad impide la profesionalización y esto a la vez condiciona la propia seguridad en el incendio. Los incendios forestales son muy cambiantes y la capacidad de identificar situaciones de peligro y reaccionar ante ellas sólo te la da la experiencia y la preparación. Lo que está pasando es que las condiciones de trabajo son tan malas, que la gente se marcha, y cada año hay una gran cantidad de personas nuevas que, con un curso de unas horas y sin experiencia, les meten a apagar un incendio. Esto evidentemente es un factor de riesgo que se suma al peligro al que ya de por sí te expones.
Los medios, claramente insuficientes, pero ¿y su distribución geográfica en la provincia de León? ¿está eso, al menos, bien planeado?
Desde luego el operativo está mal dimensionado. Para hacernos una idea aproximada, en cada comarca forestal hay un camión, una cuadrilla, un vigilante y un par agentes para acudir a incendios, es decir, unas 12 personas de media en verano, porque el resto del año, ni eso.
El problema es que tenemos comarcas que son más grandes que las provincias de Guipúzcoa y Bizkaia juntas, por poner un ejemplo.
La realidad es que no tenemos capacidad para actuar si hay varios incendios forestales grandes a la vez, por eso, sin duda, es necesario reforzar el operativo especialmente en las comarcas donde haya más incendios o más superficie forestal. No puede haber un puñado de personas para apagar incendios en extensiones de territorio tan grandes.
Descríbenos brevemente cuál es el mecanismo de emergencia entre la detección de un foco y la puesta en marcha de los medios necesarios actualmente. Quién y cómo decide la actuación.
La detección del incendio se realiza bien a través de los puestos de vigilancia, o bien a través de las llamadas de los ciudadanos al 112. Este aviso se traslada a una central.
Desde esta central se llama al Agente Medioambiental para que acuda al incendio, haga una valoración inicial y solicite los medios de extinción que crea necesarios (brigadas, camiones, helicópteros, bulldozer...).
Una vez acuden los medios de extinción al incendio, el Agente Medioambiental, como director de extinción, plantea una estrategia para que los medios la ejecuten.
En las ocasiones en que el incendio es demasiado grande o complicado, la dirección de la extinción del incendio la asume un técnico de la consejería.
Se entiende que el dispositivo no es adecuado. Se debe también reforzar vigilancia.
Por supuesto que hay que reforzar la vigilancia. Cuando un ciudadano avisa al 1-1-2, normalmente el incendio ya es muy visible desde poblaciones o carreteras. En cambio, los vigilantes de incendios son profesionales especializados en detectar el foco cuando es incipiente y alertar de un incendio en sus comienzos puede marcar la diferencia entre un incendio pequeño y uno grande. Además, los vigilantes disciernen las falsas alarmas y esta es una cuestión fundamental a la hora de optimizar los medios.
Lo que nos hemos encontrado este verano es que la mitad de los puestos de vigilancia están vacíos, porque no han contratado gente o porque no se han cubierto las bajas. Esta decisión ha dejado al operativo sin el primer eslabón de la cadena, que es una detección eficaz.
También hemos tenido camiones y helicópteros inoperativos, bien por fatal de mantenimiento o bien por falta de personal, porque, como he dicho, no se cubren las bajas y esta suma de carencias en todos los medios ha hecho que el operativo no pueda ser eficaz.
¿Crees que las campañas de concienciación a nivel popular harían mejorar la situación? Aquello de “cuando el bosque se quema, algo tuyo se quema”.
Una de las principales causas de los incendios forestales en la comunidad autónoma son los accidentes y negligencias, y la sociedad tiene que aprender todo el sufrimiento que puede provocar un simple descuido.
Considero que las campañas de sensibilización son una herramienta importante para evitar que se produzcan incendios forestales, y estas cuestiones además suelen tener un gran calado en la sociedad. En mi generación 30 años después, aún recordamos a Serrat cantando “todos contra el fuego”.
Háblanos ahora de la tan traída y llevada responsabilidad en la limpieza de los montes. Si lo puedes aclarar de alguna forma para acabar con lo de “el monte no se puede tocar”. Con qué matices y en qué circunstancias.
Según la ley precisamente es al contrario. Los propietarios forestales tienen la obligación y la responsabilidad de gestionar su monte o finca y mantenerlo en buen estado.
Aquí se pueden dar varias situaciones. Por ejemplo, si el monte es de utilidad pública, la gestión es directa responsabilidad de la Comunidad Autónoma.
Otra situación es el propietario particular que tiene que gestionar su finca rústica. En este caso hay una gran dificultad para acceder a la información, bien porque las normas son poco claras y muy técnicas, bien porque no tienen a quien preguntar, ya que las oficinas comarcales de medio ambiente tienen una atención al público de un par de horas a la semana y los agentes medioambientales están sobrepasados. También hay ciertos trámites, como los electrónicos, que pueden ser infranqueables para las personas que viven en los pueblos y que normalmente son mayores.
Por último, esta gestión tiene limitaciones, como no usar cierto tipo de maquinaria en una ola de calor en pleno verano o que, en zonas con especies protegidas, las condiciones para realizar esta gestión sean más estrictas.
Las labores de mantenimiento que crees deberían llevarse a cabo.
Se han abandonado las infraestructuras forestales, con esto me refiero a caminos, cortafuegos, puntos de agua etc., estas infraestructuras son fundamentales a la hora de apagar un incendio, tanto para el acceso al propio incendio como usándolas como zonas de seguridad desde donde poder trabajar. Si tú dispones de un buen camino con 30 metros desbrozado a cada lado, tienes una oportunidad de parar el avance del incendio.
Se habla de muchas soluciones e intervenciones: introducción de especies vegetales, ganadería extensiva, cultivo silvícola. Qué opinas de ello como solución o paliativo.
Lo autóctono siempre es lo mejor adaptado. Por ejemplo, los robledales son zonas donde se suele apagar bastante bien, ya que acumulan mucha humedad. Las encinas también son especies más adaptadas al fuego que pueden sobrevivir en caso de incendio. El problema es que en muchas ocasiones se han sustituido estos bosques por grandes extensiones de pinar, más rentables económicamente, pero que arden con mucha más facilidad.
La ganadería extensiva realiza una función de mantenimiento del monte muy buena y uno de sus muchos beneficios es que hace cortafuegos naturales, pero cada vez hay menos debido a las dificultades de los ganaderos para competir con la ganadería intensiva o las macrogranjas y el abandono de los pueblos.
En los incendios forestales intervienen muchos factores pero, con unos bosques diversos y autóctonos bien gestionados y el aprovechamiento sostenible de los mismos, se estaría dando un paso hacia adelante
Cambio de modelo. De extinción a prevención.
Necesitamos un operativo totalmente público, profesional y que trabaje durante todo el año con unas condiciones dignas. Como se ha dicho toda la vida: “los incendios se apagan en invierno”, y es necesario que se priorice el evitar los incendios y, en caso de que se produzcan, minimizar sus consecuencias.
Ese operativo publico y todo el año tiene que ejecutar unos planes de prevención que tiene que poner en marcha la Administración con unos tratamientos silvícolas que procedan, áreas cortafuegos, vías de acceso y puntos de agua.
Para esto es necesaria inversión y un enfoque a largo plazo, la Administración debe pensar en el medio ambiente no sólo como algo que rentabilizar a corto plazo, sino como una apuesta de futuro.
La privatización de los servicios, con presupuestos siempre a la baja. Parece que se escatima en medios humanos, quizá no tanto en “servicios facturables”: hidros, helicópteros…
La principal responsabilidad de una administración es gestionar lo público, lo que es de todos, porque para eso está, y en el momento que la Administración subcontrata a empresas para ejecutar esa gestion, está demostrando su incapacidad para cumplir con su responsabilidad.
A día de hoy, la Junta quiere que el operativo le salga barato y, encima, subcontrata a empresas que pretenden sacar beneficio, y ese beneficio siempre sale del mismo sitio, de precarizar al trabajador.
Lo que no puede ser es que en el mismo incendio, con personas haciendo el mismo trabajo y expuestos al mismo riesgo, cada uno tenga unas condiciones de trabajo distintas y cada cual más precaria.
El operativo de incendios es un servicio público que debería estar integrado exclusivamente por trabajadores públicos, no tiene cabida que una empresa privada se beneficie de la existencia de una catástrofe.
En cuestión de incendios y su virulencia, ¿crees que nos esperan cada vez más grandes y graves?
Hay factores como la climatología en los que a nivel local no se puede intervenir, pero hay otros factores en los que sí se puede, como la prevención y tener un buen operativo y que no se ha hecho.
Lo que ha pasado este verano, o lo que pasó en Zamora en 2022, cada vez va a ser más recurrente si seguimos con el modelo actual, que ha demostrado en reiteradas ocasiones que es un modelo fallido.
Frota la lámpara y formula tres deseos para un futuro inmediato en este terreno.
Primero, que el Consejero de Medio Ambiente y el Director General de Patrimonio Natural asuman su responsabilidad y dimitan, porque su gestión es la responsable de habernos puesto en peligro tanto a ciudadanos como a trabajadores del operativo.
Segundo, que a nuestros dirigentes políticos les importe realmente el medio ambiente y se comprometan con él sin fisuras.
Tercero, conseguir dejar un entorno natural para las generaciones futuras como mínimo igual que el que hemos podido disfrutar nosotros.
Hay una última cosa que Sara nos quiere decir. Atentos, que es muy serio y abre los ojos definitivamente.
Si tienes más de 30 años y eres de León es muy probable que ya no te dé tiempo en esta vida a ver las zonas incendiadas completamente restauradas, con esto quiero decir que el daño que se ha hecho al medio ambiente en un solo mes es incalculable.