Pinilla deja en la papelera el millonario plan de regeneración y renovación urbana
En 2020, una llamada telefónica llenó de esperanza al Barrio de Pinilla, situado entre León y San Andrés del Rabanedo. A través de ella, la Asociación de Vecinos supo que el Área de Regeneración y Renovación Urbana (ARRU) llegaría al barrio con un ambicioso plan de rehabilitación. “Oye!!! Acaban de llamar para contarnos sobre un proyecto que está de camino, el ARRU”, se comunicaban entusiasmados en el grupo de WhatsApp de la directiva vecinal.
La noticia prometía un giro histórico: obras en más de 900 viviendas, renovación de espacios comunes, parques, infraestructuras, mejoras energéticas y accesibilidad. Un renacimiento para un barrio obrero y envejecido que llevaba años esperando una oportunidad como esta.
Lo que iba a ser: una transformación urbana sin precedentes
El ARRU era una línea de ayudas públicas integrada en el Plan Estatal de Vivienda 2018-2021, con un presupuesto previsto de hasta 16 millones de euros distribuidos en nueve convocatorias. Las dos primeras fases llegaron a ejecutarse parcialmente, con reformas en 72 viviendas y mejoras como la instalación de placas solares en la Casa de Cultura, la rehabilitación del parque Gelo Arizmendi o la colocación de aparatos de gimnasia para mayores.
Las cifras eran esperanzadoras: “Las obras durante las dos primeras convocatorias estarían financiadas al 100% (excepto impuestos), lo que permitiría a cada vecino reformar su casa por unos 15.900 euros pagando solo el IVA”, detalla David Martínez González, presidente de la Asociación de Vecinos.
Además, se promovió la accesibilidad, la eficiencia energética y la sostenibilidad. La Asociación, junto a técnicos y arquitectos, lideró la difusión del proyecto entre los vecinos, organizando más de 18 reuniones comunitarias, asesorando, mediando con bancos y gestionando trámites.
Un barrio movilizado frente a un Ayuntamiento paralizado
La ilusión pronto chocó con la inercia burocrática. Mientras la Asociación y los vecinos impulsaban la iniciativa, del otro lado —el Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo— comenzaron los silencios, las evasivas y los errores. “Todo el esfuerzo, la esperanza y, sobre todo, trabajo vecinal ha quedado ninguneado porque a alguien se le olvidó hacer su trabajo”, denuncia Martínez González.
A pesar de los reiterados avisos vecinales y preguntas de la oposición, el Ayuntamiento no tramitó a tiempo la documentación necesaria para optar a la convocatoria 2025-2028 del ahora denominado ERRP (Entorno Residencial de Rehabilitación Programada). “Se necesitaba una memoria del arquitecto municipal, un informe de intervención y un documento de Alcaldía. No se entregó nada”, detalla la Asociación.
"Dejadez con nombre y apellidos"
La alcaldesa llegó a responder en junio de 2024 que estaban “pendientes de una cita con la directora de vivienda”, y el concejal de Urbanismo atribuyó la pérdida de la convocatoria a “un error de comunicación con el arquitecto”. Sin embargo, para la Asociación, esto no es excusa: “Los vecinos lo llamamos de otra manera: dejadez con nombre y apellidos”.
“No solo se ha perdido una subvención millonaria, se ha perdido la dignidad de un barrio que luchó por mejorar”, lamenta Martínez González. “A ser político se viene enseñado de casa; no se puede pretender aprender a serlo gobernando el tercer municipio más grande de la provincia”.
Entre la memoria y la indignación
Hoy, las placas solares siguen brillando y los parques lucen renovados, pero la promesa de una tercera fase se ha desvanecido. Pinilla, dicen los vecinos, no se ha rendido. “Nos quedamos sin ARRU, sí, pero no sin memoria”, concluye el presidente vecinal. “El barrio estuvo a la altura. Si alguien tiró la toalla, no fue Pinilla”.
Mientras el Ayuntamiento guarda silencio, en Pinilla resuena una lección: cuando la ciudadanía se moviliza pero la administración no responde, el precio lo paga toda la comunidad. Y esa factura, en este caso, se mide en viviendas que seguirán deteriorándose y sueños que ya no se podrán construir.