"Parece que en los pueblos todo tiene que ser agroganadero y es un error: hacen falta técnicos"
A Enrique le ha tocado hacer varias veces las maletas. De la ciudad de León a Madrid para, como tantos otros, estudiar allí; para luego volver a la tierrina y asentarse en su pueblo, Veguellina de Órbigo, de donde no parece que ahora vayan a moverle. Estudió para piloto comercial, su "verdadera vocación" y más tarde Aeronáutica, pero lo que realmente le fascina son "los mapas", entre los que se crio en el estudio de arquitectura de su padre, por lo que cuando unos problemas médicos le hicieron poner los pies en el suelo y abandonar el mundo aéreo -aunque mantiene con orgullo su licencia de vuelo deportivo-, no dudó en convertirse en Topógrafo.
En Veguellina ha reconvertido su vida, ha abierto su propio estudio profesional de topografía y urbanismo y se muestra encantando de poder prestar ayuda a particulares, empresas y administraciones para "solucionar sus problemas técnicos, especialmente urbanísticos y catastrales". Él mismo se define como un "topógrafo de pueblo" y reivindica con orgullo la vida lejos de las grandes urbes.
Un "mediador entre vecinos"
"Principalmente ejerzo en el ámbito rural y viviendo en un pueblo esto me ayuda a comprender mejor a mis clientes", asegura. "Al final no sólo eres un técnico, eres un mediador entre vecinos, un solucionador de conflictos a veces ancestrales", explica poniendo en valor ese vínculo personal que muchas veces es difícil de encontrar en las ciudades. "Da una gran satisfacción cuando dos familias peleadas por una tierra vuelven a hablarse o cuando alguien por fin puede disponer de agua corriente en su casa".
En su ajetreado día a día, igual sale a volar el dron para hacer mediciones de fincas en lugares inaccesibles que se toma un café con un pedáneo para pensar cómo mejorar la plaza del pueblo. "Son proyectos a veces sencillos, pero solucionan problemas reales de gente a la que le pones cara", afirma. "Lo mejor de mi trabajo es que realizo una actividad muy variada, redactando pequeñas memorias para juntas vecinales, haciendo trabajos de topografía legal, diseñando parques infantiles o incluso apoyando actividades de arqueología y conservación del patrimonio histórico. También intervengo en dar asesoría técnica de todo tipo colaborando con otros profesionales", añade.
"El trabajo se cobra, como es lógico, pero es maravilloso cuando un cliente satisfecho te saluda como a un amigo o te regala un par de pimientos de su huerta. Eso solo lo notas en un pueblo y es una sensación inigualable".
Gracias a ese contante contacto con la gente y con la realidad del mundo rural, Enrique es uno de los grandes conocedores de los rincones de la provincia, que se ha convertido en su gran oficina al aire libre. "León tiene un potencial enorme, pero imagino que como muchas otras, está mal gestionada". "Hay que entender que hay muchas posibilidades de trabajo y de futuro más allá del turismo". "En los pueblos faltan todo tipo de perfiles profesionales, hay mucha demanda", asegura. "Lo malo es que muchas veces hay trabas burocráticas o administrativas" que hacen que muchas posibilidades laborales se desvanezcan "por falta de apoyo", una realidad con la que se convive en los pueblos y que se hace especialmente visible en personas "mayores de 40 años", que quedan fuera de los focos de las ayudas que siempre tienen a ir a jóvenes o mayores.
Más ayudas para perfiles profesionales
"Hay muchísimos profesionales con la madurez y la experiencia suficiente como para poder emprender y ganarse muy bien la vida en el mundo rural, pero no cuentan con ningún tipo de ayuda para mudarse a un pueblo, comenzar una actividad o seguir con la que ye tenían en la ciudad", indica desde Veguellina. "Da la sensación de que el mundo rural es sólo agroganadero y pensar eso es un error: en los pueblos hacen falta técnicos, abogados, dentistas, fisioterapeutas, academias de idiomas, talleres, electricistas y un largo etcétera de otros servicios", critica.
Pese a todo, Enrique no quiere "caer en el desánimo" y sigue pensando que "León es el mejor lugar del mundo". "Me encanta recorrer la ribera del Órbigo en moto y oler a lúpulo. El puerto de Aralla es otro de mis rincones favoritos. Disfruto el Páramo en invierno y a poder ser con niebla; es toda una experiencia. Para alguien que no conozca la provincia le recomiendo que se atreva a perderse y que no tenga prisa. Hay mucho que ver, comer y sentir en León. Da para toda una vida", apostilla.