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Mamá, quiero ser pastor

Imagen de un joven pastor durante su recorrido por campos de León. Foto: Campillo
La Escuela de Pastores en Brañosera forma a nuevos profesionales, incluidos varios alumnos leoneses, para recuperar un oficio esencial en el medio rural

Diez personas —seis hombres y cuatro mujeres— han finalizado la formación de la Escuela de Pastores de Brañosera, en plena Montaña Palentina, una experiencia educativa que busca no solo enseñar un oficio tradicional, sino convertirlo en una opción laboral real. Entre los participantes hay representantes de varias comunidades autónomas, entre ellas Castilla y León, con alumnos procedentes de la provincia de León que se han sumado a esta apuesta por el medio rural.

Esta escuela forma parte del proyecto Reactiva Brañosera, impulsado por la Fundación Santa María la Real en colaboración con el Ayuntamiento de Brañosera, y financiado con 1,5 millones de euros hasta finales de 2025. Sus objetivos van más allá de la simple enseñanza: buscan generar conocimiento sobre el paisaje de montaña, promover un uso sostenible de pastos y bosques, y revitalizar territorios que necesitan nuevas oportunidades.

“Aquí les desengañamos”

Javier de los Nietos, profesor de la Escuela de Pastores, lo tiene claro: este oficio no es un cuento bucólico. En declaraciones recogidas por La Razón, asegura que “aquí les desengañamos, les explicamos exactamente en qué consiste el oficio y, sobre todo, por qué es necesario”. Para él, el pastoreo no solo es viable, sino imprescindible: “Necesitamos devolverle el sentido y el valor a un terreno que lo tenía y que por ello era importante para la gente, vivían de ello”.

Durante dos semanas intensivas, los alumnos han recibido formación teórica y práctica. Desde el conocimiento de razas y tipos de ganado, pasando por el uso de perros pastores, hasta la incorporación de tecnologías aplicadas a la ganadería y nociones clave de emprendimiento rural, como elaborar un plan de negocio. Porque, como recuerda De los Nietos, “a la ganadería le rodea muchísima burocracia”.

Un futuro entre montañas

Lejos de ser una formación puramente técnica, la escuela ha puesto el foco en la viabilidad real de convertir el pastoreo en un proyecto de vida. La idea es revalorizar este tipo de ganadería, ya sea en modalidad trashumante o en rebaños estantes, como herramienta fundamental para el equilibrio ecológico. “La ganadería extensiva tradicional es básica y tiene futuro”, apunta el docente.

El entorno de Brañosera, con su riqueza natural y sus paisajes en mosaico, es el laboratorio ideal. Allí se está demostrando que la presencia de ganado ayuda a controlar los matorrales, mejora la fertilidad del suelo y favorece la biodiversidad. Además, se convierte en una herramienta eficaz frente al cambio climático y los incendios.

Una oportunidad que León no deja escapar

Entre los nuevos aprendices del pastoreo, varios proceden de la provincia de León, una tierra con profunda tradición ganadera. Su presencia en Brañosera es una señal de que el relevo generacional es posible, y de que el futuro del mundo rural también se está escribiendo desde las aulas, en contacto directo con el territorio.

La Escuela de Pastores ha demostrado que este oficio puede ser más que una herencia del pasado: puede ser una oportunidad para muchos jóvenes que buscan arraigo, sentido y sostenibilidad. Desde León hasta la sierra madrileña, el campo vuelve a sonar como una salida digna, real y necesaria.