Ricardo Escobar, 'Don Recaredo', referente del simbolismo gráfico de todo lo leonés
Nos encontramos con Ricardo Escobar, 'Don Recaredo' en pleno Barrio Romántico, cerca de la Basílica de San Isidoro donde actualmente trabaja como guía. Se ha convertido en el referente del simbolismo gráfico de lo leonés. Aúna tradición y modernismo en una riqueza de trazo que nos tiene cautivados.
Haznos, Ricardo, una breve semblanza, no tanto de lo personal, cuanto de lo que motiva tu obra. Tus primeros recuerdos dibujando, qué dibujabas principalmente, si es que había algo en particular. Y, si recuerdas, las primeras críticas.
Los primeros recuerdos son de unos dibujos, que aún conserva mi madre, en gran formato, realmente grandes. Yo no sé dónde conseguían aquellos folios gratis, unas hojas de color amarillo “sucio” en un tamaño como DIN A3. Allí dibujaba paisajes con gran cantidad de animales en escenas naturalistas y salvajes, depredándose unos a otros. No sé de dónde me venía aquello. La verdad es que leía mucho sobre fauna, y sobre todo en general. De niño me regalaban, sobre todo, libros. Era un chaval muy casero. Con tener libros que leer y papel para dibujar, ya lo tenía hecho.
Este descubrimiento del dibujo fue casual. Quizá, y por lo que me han contado, se lo debo a mi abuela materna, ya fallecida, que, viéndome un día “revolver” demasiado en mi juego de niño, decidió ponerme delante unos papeles y un montón de lápices como remedio… y funcionó.
El caso es que esto surgió como algo que yo llevaba dentro. Quizá también como herencia de esta misma abuela, ama de casa, que, en los pocos ratos libres que le dejaba el atender casa y cinco hijos, asistía a clase en el centro de Oficios de León para tomar clases de modelado con barro y también pintura.
Y sobre las críticas… la verdad es que en mi casa siempre me han dejado bastante “a mi bola” en este sentido. Lo mismo que cuando decido hacer Bellas Artes. Tampoco me pusieron ninguna pega, cosa que no sé si agradecer demasiado, ya que es una carrera que tiene más bien pocas salidas. Aunque en el momento de iniciar los estudios no era algo que me preocupara. De hecho, es algo que sigue sin preocuparme mucho. No me dedico profesionalmente al dibujo, no tengo que vivir de ello. Tengo un trabajo, que me encanta, como guía en San Isidoro.
Es probable que, si tuviera una dedicación profesional a la ilustración y el dibujo, no disfrutaría tanto de lo que hago. De esta manera me permito dibujar lo que me apetece y cuando me apetece
Estudiar Bellas Artes… imaginamos los motivos, pero cuéntanos algo. Si, por ejemplo, era lo que pensabas o te encontraste algo inesperado en enfoque o formación que te resultara revelador.
Detrás de la decisión de cursar Bellas Artes no hay una gran reflexión. Era muy consciente de lo que se me da bien y de lo que no… y estudiar no se me ha dado nunca bien. El caso es que disfruto mucho leyendo y aprendiendo, pero por mi cuenta. Entendí que haciendo Bellas Artes, disciplina eminentemente práctica, podía desarrollar lo que eran mis aptitudes naturales.
Después te das cuenta de que quizá tampoco tanto. Hice la carrera en Salamanca, y a este respecto quizá sea una Escuela más conceptual que práctica, muy moderna, quizá algo contrapuesta a mi carácter, que es más bien tradicional.
Y me explico. Lo que más me “chocaba” al principio era tener que estar “vendiendo la moto”, la justificación de todo lo que hacías. El tener que estar permanentemente en esa dialéctica condiciona la creación… y la no creación. El sustento del Arte Moderno, por ejemplo, es puramente conceptual. A mí es algo que no me gusta, sólo hay que ver el tipo de obra que produzco. Es probable que haya cosas válidas en ese sentido, pero me parece que el porcentaje de ”caradurismo” es bastante elevado. Aparte de que es una forma de arte que se acepta por parte del público de un modo algo cerril o crítico, al modo “será bueno, pero no lo entiendo yo”.
Pero bueno, esto es un melón que quizá no nos toca abrir hoy. No lo critico, que habrá mucha gente a la que le “llene” este tipo de manifestaciones artísticas. No soy de meterme en los gustos de los demás, no siendo casos claros de lavado de dinero tipo “nación rotonda”, que haberlos, haylos.
Resumiendo, diré que en Salamanca técnicamente no aprendí demasiado, que la formación ha sido autodidacta en muchos sentidos. Pero si fue muy interesante el intercambio con muchos compañeros y una asignatura muy buena, realmente la única útil de la carrera, Ilustración. Cuando yo cursé los estudios aún era licenciatura y duraba un curso entero. Justo ese año empezó a impartirla Tomás Hijo, un tipo fenomenal, dibujante y grabador, y que, además, vive del dibujo, no sólo de la docencia. A día de hoy nos tratamos y puedo considerarlo amigo, aparte de que tenemos intereses comunes.
Lo que sí me sirvió también para espabilar como persona, salir de León a la “escuela de la vida”, que tampoco era yo una persona con especial desparpajo, más bien tímido… mis folios y bastante “paradín”. Recuerdo esos años como los mejores de mi vida.
¿Dibujaste la Ciudad de Salamanca?
No he dibujado la ciudad, pero sí he hecho muchas cosas relacionadas con Salamanca, trayéndolas a este tema del simbolismo leonés que marca un poco mis trabajos. Sí he dibujado mitología, paisajes… No soy mucho de dibujo arquitectónico, tampoco me gusta dibujar máquinas, que están llenas de aristas rectas. Mi forma de dibujar va más formas naturales, lo paso mal si tengo que dibujar mecanismos.
Me sale muy espontáneamente el dibujo de vegetación y otras formas que vemos en la Naturaleza. Ahí estoy muy cercano al tratamiento que ha hecho el Modernismo, un movimiento cuya estética es muy difícil que no guste.
Los temas actuales de tu obra. Qué es lo que te lleva a ellos. Se te ve muy cómodo entre la Historia y la Etnografía. Te caracteriza quizá.
Historia y Etnografía son temas por los que tengo afición, leo sobre ellos y hasta casi dibujo sobre ellos para entretenerme. Centrándome en el tema leonés, tengo que decir que yo no era particularmente leonesista. Fue durante mi estancia en Barcelona, que parece que tiene uno que estar lejos para que le “pique” el terruño, que termino leyendo el blog de Ricardo Chao hacia el año 2012. Me “voló la cabeza” porque no era consciente de lo que es León exactamente, de la proyección e importancia histórica que ha llegado a tener. Creo que esto es algo general, no precisamente generacional. En mi casa esta cosa del leonesismo ni estaba ni se la esperaba.
Como en otros tantos hogares, nos ocupábamos del día a día. Y la educación recibida tampoco ayuda, pertenezco a una generación que en los libros de texto siempre ha leído “Castilla y León”.
Una obra de la que estés particularmente orgulloso.
Como obra total que haya ilustrado, sin duda “Los Reis de Llión” de Ricardo Chao de 2021. Tuve ocasión de ojearlo de nuevo muy recientemente y tengo que decir, francamente, que creo que me ha quedado muy bien… perdonad, pero estoy muy contento del resultado.
No soy tampoco de estos artistas que se torturan con un siempre posible mejor resultado. Es verdad que nunca me decido a sacar una obra si no estoy completamente satisfecho con el resultado. Tampoco soy un absoluto perfeccionista. Me gusta documentarme, buscarle las vueltas, todos los porqués, sin flecos sueltos y respetando fechas de entrega. Ahora, que tampoco penséis que soy organizado y disciplinado. Razón de más para no dedicarme profesionalmente a esto, aparte de que no sé venderme.
Vivir del arte. Una quimera o una posibilidad.
Es posible, sin duda, pero hay que saber venderse primero, y saber llevarlo también. Nunca he mostrado mucho interés, la verdad. Vivir justificando mi obra me lo haría pasar mal. De hecho, y tras ilustrar un libro o, por ejemplo, el disco de Tsacianiegas, del que luego hablaremos, lo que de verdad me cuesta es ir a presentarlo. Ponerte delante de un auditorio que espera de ti razones para leer un libro y disfrutar de tus ilustraciones se me hace muy duro.
Un artista gráfico actual de referencia al que sigas o admires.
Tengo varios, muchos, pero nombraré uno que es un referente y que me dio un poco la pista de por dónde tirar con esta pulsión regionalista. Se trata del cántabro Gustavo Cotera, un tío absolutamente increíble, pero fuera de Cantabria es un casi perfecto desconocido. Ya tiene sus años (1949), pero estuvo en ese momento definitorio de la Autonomía Cántabra, pujando por ella e ilustrándola. Veo en su obra ese reflejo: que lo que pasó allí podría pasar aquí, aparte de que vamos por la misma temática tradicional y mitológica, las raíces, puede que idealizadas, pero que no son en absoluto un valor negativo. Su obra también está impregnada de Modernismo y me siento muy identificado.
Un pintor o escuela pictórica destacado para el gran público que puedas considerar inspirador o muy de tu gusto.
Es muy difícil decantarse, teniendo en cuenta el “catálogo”. Tenemos desde el año 900 al 1900 una auténtica locura en pintura. Desde las del Panteón de San Isidoro, hasta Goya, Sorolla… tanto y tan disfrutable. Imposible elegir.
¿Ves a los leoneses identificados y partícipes de su simbología? Parece importante que, si queremos definir una identidad, los símbolos estén claros y sean conocidos.
Este es un tema interesante. Quitando la bandera de León, el resto de los símbolos es muy desconocido. Mira, casualmente, hace un rato he visto una pegatina en la parte trasera de una moto que se supone era un escudo de León. Pues todo mal: el león era rojo y miraba hacia el lado contrario. Siglos de desaparición de los símbolos leoneses pasan factura, normal que la gente no los tenga claros. Mi obre en general va por la recuperación de esos símbolos. Estoy por la recuperación de la bandera plateada, que es la que tiene que ser por Historia y uso.
La que tenemos ahora es un “apaño” de la Transición. Había que hacer algo, y algo se hizo, probablemente mal, pero no voy a juzgarlo, porque hay que verse en el momento y, a balón pasado es ahora muy fácil. A mí ahora me toca hacer elogio de la bandera plateada, recuperando su uso a través de documentación y bagaje argumental. Se empleó desde el siglo XII hasta su pérdida, no hace tanto, quizá hacia XVII-XVIII. Curiosamente donde el león aparece como toca es en la cuartelada de Castilla y León, adscrito al tipo heráldico correcto.
Además, este “apaño” da muchos problemas. Empezando porque también es la bandera de la Región Leonesa y hasta del Ayuntamiento de León. No puede ser que tres entidades distintas tengan una bandera prácticamente igual. Hay que saber lo que se está viendo y poderlo identificar al momento. Y después, el color, ese magenta. Tan indeterminado que puede representarse en un espectro desde el púrpura hasta el ¡rosa!¡un león rosa chicle en un escudo de una institución! Esto quizá y desde algún organismo oficial debería acometerse definitivamente. No creo que navarros o aragoneses, por ejemplo, permitieran que su escudo estuviera en esa indefinición. No estamos a lo que hay que estar, y entonces “no estamos”. Cuando hay que tirar de la gente, el símbolo es el primer revulsivo.
Lo de “Don Recaredo”: ¿Homenaje? ¿Ocurrencia? ¿De dónde viene?
Algo muy prosaico. Al principio firmaba como “Señor Escobar”, una cosa como muy clásica. En la misma línea me pasé a “Don Ricardo”, pero en redes los “donricardos” estaban siempre cogidos, de manera que me fui a la forma gótica “Don Recaredo”, que eso no estaba nunca cogido. Siento desilusionar: no hay abuelo homenajeado. Habría estado bien.
Una obra literaria que te gustaría ilustrar. Y ya llevas unas cuantas.
Sí que hay una que me encantaría: “El León de España”, de Pedro de la Vecilla Castellanos, publicado en 1586. Se trata de un poema épico sobre el Reino de León y está bastante olvidada. Se hizo una copia facsímil en 1982 por parte de la Diputación, pero la calidad es muy deficiente, con párrafos que apenas se leen. Pero tiene gran valor: arranca con la llegada de los romanos, pasa por las invasiones musulmanas y narra la historia de los reyes de León.
Hace unos años me armé de valor y comencé a transcribirlo, pero me quedé a varios capítulos de terminar. Entre la dificultad para la propia lectura y la convicción de que no debería ser yo el que acometiese esta tarea, ahí quedó la cosa. Ojalá alguien se anime a la transcripción y se acuerde de mí para ilustrarlo. Tiro la caña desde aquí.
Has confeccionado primorosamente la carpeta y libreto del CD de “Tsacianiegas”. Destacan el narciso y los motivos geométricos arquitectónicos, así como los danzantes y las pandereteras. Cuéntanos cómo has llegado hasta ahí.
Conocía a Raquel y a Laura. La verdad es que conozco a bastante gente del mundo del folklore leonés, primero porque estoy en la Asociación Cultural Faceira, pero también por el Bar El Cuervo, y lo que se monta alrededor del mismo. En una de esas, y hablando con Rodrigo Martínez, me cuentan que están preparando un disco… no pude por menos que ofrecerme y contaron conmigo.
Ha sido un parto muy largo, casi tanto como el del propio disco musicalmente hablando. No quiero calcular las horas que habrán sido, pero seguramente hay más de doscientas horas de trabajo invertidas. Y es que quería que el resultado fuese impecable, como siempre que me pongo con algo.
Ellas me dieron las directrices: dos tocadores y dos bailadores en portada, y me puse con el diseño. Después hubo que adaptarlo al formato “digipack”, que es algo distinto a un CD normal, y los retoques y que todo cuadre y quede bien distribuido no es fácil. También ocurrió que, trabajando en digital, empleé un pincel que no acababa de convencerme y la volví a redibujar entera. Por último, el color, que es algo que llevo mal. Así como el trazo del dibujo me sale muy fluido, llenar con color requiere por mi parte un esfuerzo intelectual intenso. El proceso es siempre el mismo: primero dibujo, sin pensar en colores, y luego relleno… hay veces que esto te lleva a auténticos bretes.
Y luego, hacer figurar y combinar esos símbolos característicos como los narcisos o gritsándanas, tan características de Tsaciana y de toda la Montaña Leonesa, con la hexapétala, ese motivo tan tradicional.
¿Con qué dibujas? Te lo pregunta uno que no va más allá de folios y lápiz.
Trabajo con iPad, un formato de unas doce pulgadas y con la aplicación Procreate. Es una tecnología muy avanzada. La sensación es totalmente asimilable a papel y lápiz. Me había resistido a abandonar el papel precisamente porque esa sensación me parecía inigualable, pero tecnológicamente ya estamos ahí. Y claro, a la hora de sacar trabajo editorial agiliza mucho los tiempos. Antes había que tirar de scanner, el proceso era un auténtico “coñazo”, y te gastabas una pasta en una máquina de aquéllas, que se quedaba obsoleta enseguida.
Formula tres deseos que te gustaría satisfacer como artista gráfico.
Aparte de la ilustración del libro comentado, me gustaría poder hacer carteles para el Ayuntamiento. Que se dejen de hacer concursos, que son una “canallada”. Pertenezco a la Asociación “La Pila”, en la que estamos muchos ilustradores de León, y desde ahí les hemos estado insistiendo en este sentido. No es de recibo que la gente esté invirtiendo tiempo y dinero para presentarse a un concurso que no va a ninguna parte. Sería más lógico elegir ilustrador, pagarle su trabajo y ya. Somos en León mucha gente que podría hacerlo dignamente.
Aunque esto ya está un poco desfasado. Muchas ilustraciones se hacen directamente por Inteligencia Artificial. El mismo Ayuntamiento de león ya lo hace.
La IA “se nos va a comer por las patas”, pero no sólo a los ilustradores. Vamos a sobrar en gran cantidad de puestos, no sé por dónde vamos a salir y bastante más rápido de lo que pensamos, en una progresión exponencial.
Una anécdota a este respecto, de no hace ni un año. En la Universidad de Salamanca han editado un cómic, tratando de la historia de “El Cielo de Salamanca”, totalmente hecho con IA. Y el rector, encantado con la publicación, cuando tienes una Facultad de Bellas Artes. Criminal. Da igual que toda la profesión lo pusiera “a escurrir”: por un oído me entra y por otro me sale. Y la excusa, peregrina: que no les daba tiempo a cumplir los plazos.
Volviendo a los deseos: hacer el cartel de un San Froilán, pero sin presentarme a un concurso, que hace tiempo que decidí no hacerlo más como queda dicho, que no es cosa de gastar tiempo y esfuerzo para que queden en nada. O algo para Casa Botines y ese Modernismo, “me prestaría por la vida”. Seguimos tirando la caña.
Pueden seguir a Ricardo Escobar en redes sociales, pero también les animamos a que sigan su faceta editorial, tan pegada a lo leonés y tan accesible como lo es él mismo. Vamos a ver si cuidamos un poco el talento local.