La romería de San Froilán reúne un año más a miles de leoneses en La Virgen del Camino
Varios miles de leoneses cumplieron un año más con la tradición de tocarle tres veces la nariz a San Froilán en el santuario de La Virgen del Camino, que este primer domingo de octubre se vistió de largo para recibir a los devotos que no quisieron perderse la tradicional Romería de San Froilán, patrono de la Diócesis de León.
Pendones y carros, emblemas de identidad leonesa
Cientos de pendones y carros engalanados de diversas comarcas de la provincia peregrinaron desde primera hora de la mañana hasta el santuario en una cita declarada de Interés Turístico Provincial y Regional.
A su llegada, la Basílica de La Virgen del Camino acogió una eucaristía presidida por el obispo de León, Luis Ángel de las Heras, a la que asistieron los ayuntamientos del voto y diversas autoridades, como el presidente de las Cortes de Castilla y León, Carlos Pollán, el presidente de la Diputación de León, Gerardo Álvarez Courel, el alcalde de León, José Antonio Diez, el delegado territorial de la Junta, Eduardo Diego, o el subdelegado del Gobierno, Héctor Alaiz.
Tradicional ofrenda a la Virgen
La eucaristía dio paso a la tradicional ofrenda a la Virgen, mientras que los fieles desfilaron para, tal y como manda la costumbre, tocarle tres veces la nariz al santo. Tampoco faltaron los concurridos puestos de avellanas, conocidas como perdones, que compartieron espacio con otros de productos típicos que degustaron muchos de los presentes.
El santoral señala que San Froilán nació en los arrabales de Lugo en el año 833 y que a los 18 años dejó la casa de sus padres para emprender vida de ermitaño, inicialmente en el Bierzo y más adelante en las montañas leonesas del Curueño. Impulsó el desarrollo de la vida monástica con iniciativas como la fundación en tierras zamoranas de los Monasterio de Tábara y Moreruela de Tábara, donde desempeñó el oficio de abad.
En el año 900, vacante la sede episcopal legionense, el pueblo de León pide al Rey Alfonso III que le conceda por obispo al Abad Froilán y en el día de Pentecostés de ese año 900 Froilán es ordenado. En 905, tras un fecundo lustro de ejercicio episcopal, con dedicación especial a la reforma de los sacerdotes, monjas y seglares, fallece y es enterrado en la catedral y en el año 916 sus reliquias, por orden del Rey Ordoño II, son trasladas a la nueva seo. Parte de sus reliquias descasan a día de hoy bajo el altar mayor del primer templo diocesano.