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Yo me acuso

Parafraseando a Émile Zola y su famosísimo alegato j’acusse publicado como carta abierta en el periódico L’Aurore con ocasión del caso Dreyfuss, que sacudió los cimientos del sistema político francés de fines del XIX, yo me acuso...

Parafraseando a Émile Zola y su famosísimo alegato j’acusse publicado como carta abierta en el periódico L’Aurore con ocasión del caso Dreyfuss, que sacudió los cimientos del sistema político francés de fines del XIX, yo me acuso.

No es que empiece una confesión, me acuso, padre, de haber pecado, que casi también. Saben ustedes que soy un meapilas de primera, pero eso lo reservo para el confesionario y les ahorro los sórdidos detalles de mis pecados. No es eso.

Me acuso de ser un gilipollas, también de primera, cosa que a algunos de ustedes no les sorprenderá en absoluto, porque hace tres décadas que lo vienen intuyendo. Lo malo es cuando uno, encerrado con su solo ser, que decían los teólogos medievales, pasa de la sospecha a la dolorosa constatación. Soy uno de los gilipollas que se creían lo de la regeneración democrática contra la corrupción y la necesidad de establecer estándares éticos superiores a los legales. 

La moral general, y la ética política también, se construyen a partir de lo que es obligado hacer. Por eso la cosa estaba en que cuando se ordenase la apertura de un juicio oral...

Al fin y al cabo, si la política se hace en los estrictos términos de la legalidad, ningún mérito tiene. La moral general, y la ética política también, se construyen a partir de lo que es obligado hacer. Por eso la cosa estaba en que cuando se ordenase la apertura de un juicio oral, o antes aún cuando se dictaban autos de imputación, era el momento de exigir responsabilidades y enviar a la gente a su casa desde el puesto público.

Lo de la presunción de inocencia era para la gente normal, pero debía demandarse un plus de exigencia a los de la cosa pública, el erario público y el sueldo público. Y yo me lo creí. Y como un gilipollas cuando era presidente provincial del PP quité de la lista a gente a la que se le imputaban cosas mucho menores que las que ahora enguarran la política gubernamental Lo hice contra mi criterio como jurista, porque si los abogados no creemos en la presunción de inocencia, cómo explicamos el fundamento del sistema acusatorio en las democracias y las garantías constitucionales asociadas.

En aquel momento, con acordarse la apertura del juicio bastaba. Claro que en aquel momento también el Ministerio Fiscal ejercía la acusación y no la defensa de los imputados. Y la Agencia Tributaria no disculpaba que no tributaran aquí las rentas ganadas por nacionales españoles del dinero pagado por los contribuyentes españoles a quienes cobran el suelo de instituciones públicas españolas. Y ya lo de la Abogacía del Estado al servicio personal de los familiares de los cargos públicos, ni lo contamos. Y ya puestos, los periodistas no aceptaban comparecencias sin preguntas para recibir soflamas que no se sostienen con conformismo mudo. Eran otros tiempos.

Estos días en que no pasa nada ni con la mujer ni con el hermano del presidente del gobierno, ni con el Fiscal General ni con Leires, Ábalos y Koldos tengo muy presentes a los que yo mandé para casa y hasta hoy...

Yo me acuso por haberlo creído y por haber creído que quienes desde el Partido Socialista de León apostarían por la regeneración iban a mantener esos umbrales de exigencia contra viento y marea. Como los vientos cambiaron y las mareas son de nuestros pantanos, se han puesto a resguardo del oleaje orgánico. Pero no es este un problema que quepa achacar a los de León, sino a los de Madrid.

Estos días en que no pasa nada ni con la mujer ni con el hermano del presidente del gobierno, ni con el Fiscal General ni con Leires, Ábalos y Koldos tengo muy presentes a los que yo mandé para casa y hasta hoy. Se me aparecen las caras de algunos que fueron absueltos o que ni siquiera llegaron a ser juzgados. Se me aparecen para amargarme el sueño, no como el fantasma del padre de Hamlet, que ese sólo se les aparece a los guiris, sino como los fantasmas de las dos finales de Champions perdidas por el Atleti.

Espero con fruición el próximo gobierno de la derecha para recordar que el límite está en la condena y no en la investigación. Se lo recordaré con tanta insistencia como la idea de que a los sindicatos, ni caso, que en estos años no han encontrado una sola razón para protestar, ni cuando se cerraron las térmicas y con el siguiente a los tres meses estarán con la matraca de la contundencia y las protestas. Son dos lastres que la derecha se quitará de encima a poco recuerdo que tenga de estos tiempos que estamos viviendo. Mientras tanto, como la UCO, a esperar que los inquisidores y las inquisidoras la paguen en las urnas.