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La palabra del año

Si algo tienen estas fechas es ese marcado carácter de fin de ciclo, análisis de lo acontecido a lo largo del año, cierta necrofilia en volver a recordar el triste obituario y, en un intento de quedarnos con lo mejor entre tan poco bueno, la evocación de los hechos más felices...

Si algo tienen estas fechas es ese marcado carácter de fin de ciclo, análisis de lo acontecido a lo largo del año, cierta necrofilia en volver a recordar el triste obituario y, en un intento de quedarnos con lo mejor entre tan poco bueno, la evocación de los hechos más felices. Bien. Consuelo o no. Cada cual.

La “Fundéu”, Fundación del Español Urgente promovida por la Agencia EFE y la Real Academia Española, se suma al festín finalista con la elección de la palabra del año. El criterio que sigue este organismo dependiente de “la que limpia, fija y da esplendor” es que el término haya sido de uso frecuente y relevante en el debate social… Y aquí me van ustedes a permitir que me disipe un poco en mis habituales mundos paralelos, porque como me leo a la vez que escribo, si no lo digo, reviento.

Lo primero, un chascarrillo, acerca del antiguo lema que acompañaba a la intitulada RAE. Eso de limpiar, fijar y dar esplendor, siempre me pareció argumento publicitario de producto detergente, al que se le podría añadir una coletilla comercial, así: “Real Academia Española: limpia, fija y da esplendor. Ahora, además y con la compra de dos neologismos, obtenga un barbarismo arrojadizo”, o algo por el estilo.

Lo segundo, algo más de actualidad, acerca de la presencia de la palabra elegida en el debate social. Y aquí voy a hablar de otro término, “polarización”, que yo más bien tenía asumido dentro del campo de la óptica. Y es que va de gafas la cosa. Las gafas de ver, y de cerca.

Que otra presencia habitual, acercándose la Navidad, es el anuncio de “Campofrío”. Ese que este año nos vende esa “polarización” como una plaga maligna, lejos del buenismo placentero y anestésico del común acuerdo y el no crispar a la sociedad

Que otra presencia habitual, acercándose la Navidad, es el anuncio de “Campofrío”. Ese que este año nos vende esa “polarización” como una plaga maligna, lejos del buenismo placentero y anestésico del común acuerdo y el no crispar a la sociedad. No me voy a meter con la estrategia publicitaria, que ha sido soberbia, porque no dejamos de hablar del puñetero anuncio. Y eso hace marca y “es bueno para el convento” que paga al creativo. Me voy a meter con dos cositas.

La polarización que sufrimos viene, en buena medida, de los que quieren agitar el gallinero y poner a la población en contra de un gobierno legítimo, bien es verdad que envuelto en escándalos varios y que están teniendo más que urgente revisión judicial, para ponerse ellos, también encausados y con grandes dotes para hacer de la corrupción un asunto estructural, con superior número de casos en un retardado proceso. Sólo hay que poner en comparación la celeridad en cargarse al Fiscal General, y el retraso en el proceso del novio de la “Presidentísima”, si Dios (algo ausente y cansado, parece últimamente) no lo remedia… que lo de González Amador se anuncia para el 2027. 

Aquella “Transición” modélica, que parece que se olvidó de algunos rincones del Estado.

Por terminar con este “aparte”, un “palito” para “Campofrío”, que, mientras nos vende buenismo, acuerdo y mermelada social, plantea traslados prácticamente forzosos a buena parte de sus plantillas en Valencia y Burgos. Otros que, lo mismo que la Ana Rosa del anuncio, podían aplicarse un poco el cuento e intentar no polarizar, o fastidiar directamente a sus trabajadores. En fin, lo de la conciencia, que está muy mal repartida… Navidad es todo el año. Que se note.

Descontextualizada, la palabra me lleva a nombres bíblicos vinculados a la muerte y la maldad

Y vuelvo, por fin, a lo de la palabra del año, que la “Fundéu” ha decidido que sea “arancel”. Descontextualizada, la palabra me lleva a nombres bíblicos vinculados a la muerte y la maldad. Azrael es uno de los arcángeles caídos, y Jezabel, la reina que dio tan mala vida al profeta Elías. En un triunvirato de histórica maldad: Azrael, Jezabel y Arancel. En esto pongo de acuerdo hasta al liberal más “neocon”. Que lo de los aranceles de Trump, siendo invento del máximo exponente del liberalismo económico sodomizador de clases desfavorecidas, ha venido a estropear, y bastante, los equilibrios económicos a nivel global. Otra cosa la economía de los grandes especuladores, que están haciendo beneficios históricos… el agosto es todo el año. 

Pero, con todo, lo de menos con Trump son los aranceles. Ya se habrán enterado ustedes que Estados Unidos (Trump y su cohorte de abusadores) planea pedir, para poder entrar en el país, historial de cinco años de redes sociales. No vaya a ser usted de esos peligrosísimos terroristas internacionales que osan afirmar que lo de Gaza es genocidio y que el bueno de Netanyahu debería estar ya entre rejas por crímenes de guerra o, directamente, por asesino.

No pensaba yo visitar EEUU, que ya me pesan las horas de vuelo, como para que encima me consideren sin más sospechoso por mis pintas, mi apellido y mi procedencia

No pensaba yo visitar EEUU, que ya me pesan las horas de vuelo, como para que encima me consideren sin más sospechoso por mis pintas, mi apellido y mi procedencia. Personalmente poco interés. En lo que sí querría ser algo más proactivo es en la protección de mi derecho a la libre expresión, que ahí veo al derecho internacional y a la Justicia Europea un tanto adormecidos.

Vuelvo a recordarles el caso de la relatora de la ONU, Francesca Albanese. Esta valiente mujer está siendo sometida a un bloqueo permanente por su denuncia de los crímenes del Estado Israelí. Ni una mala reserva de hotel ni un simple pago con tarjeta. Las empresas norteamericanas han bloqueado todos sus dispositivos para esta señora… Y todo por denunciar una verdad que desagrada a Trump.

Nada me hace pensar que no puede llegar mi hora a este respecto. Por supuesto que usted o yo le importamos un comino al Presidente Estadounidense, pero para eso está el algoritmo que puede empezar a funcionar sin apenas esfuerzo. Lo mismo que “Instagram” y “Facebook” restringen la difusión y hasta bloquean perfiles que difunden la realidad gazatí, pueden bloquear la suya, y, de ahí a empezar a tener problemas con medios de pago o recibir mensajes “spam” masivos, hay un trecho cortísimo. Un macartismo ejecutivo y a las bravas en aras de una falsa paz, que no es sino silencio informativo.

En Europa nos hemos tragado el sapo del plan para Gaza de Trump y miramos hacia otro lado

En Europa nos hemos tragado el sapo del plan para Gaza de Trump y miramos hacia otro lado. Lo que no se enseña, no existe. Lo que ni se ve ni se oye, ceguera y sordera selectiva, tampoco.

Francamente, me parece mejor elegida la palabra del año por parte de la editorial Merrian-Webster, uno de los referentes en lengua inglesa, si bien de origen estadounidense. Fijándose en la gran cantidad de producción de baja calidad, caprichosa y frívola por parte de la Inteligencia Artificial, han decidido que la palabra, su palabra, del año, por su uso y significación sea “slop”: “bazofia digital”, en una suerte de libre traducción por mi parte.

Toneladas de bazofia, lo que se nos viene. Palabra para todos los años.