De lo turbio y de lo claro
El corte de agua en Las Médulas por exceso de manganeso, y la evidente turbiedad del suministro, me parece el reflejo doméstico de esos ríos de León que en estos días bajan caudalosos por estas primeras lluvias otoñales, pero también opacados por la ceniza de los incendios. Era éste un riesgo conocido y advertido por organizaciones ecologistas y por vecinos con sentido común que se han estado afanando por evitarlo, intentando filtrar naturalmente el flujo hacia las cuencas de esos lodos contaminados. Ver bajar el Eria, el Cabrera o el Meruelo como cintas transportadoras de veneno y muerte para fauna piscícola y vegetación de ribera es un auténtico dolor.
Hasta el agua de una mayoría de barrios y pedanías de Ponferrada se considera no apta para consumo humano. Las balsas de decantación no dan para más y poco hace el empleo de floculantes ante tal volumen de residuo corriente abajo, agravado por el derrumbe, otra vergüenza mil veces repetida, ocurrido en la carretera de Peñalba de Santiago. Los que sufrieron este verano los incendios soportan ahora también los peajes de tener que suministrarse a través de cisternas. Las infraestructuras, esa eterna asignatura pendiente.
No por esperada esta circunstancia, deja de ser menos indignante. Se suma a la inacción y falta de previsión de la Junta de Castilla y León, que ahora se atreve a anunciar que todo el dispositivo antiincendios de la Junta será profesional en el año ¡2029! Tanta progresividad me da que pensar en que existan contratos con empresas privadas que respetar, y a cuya extinción (a propósito) tengamos que esperar. Esto lo sabremos, o no, que la política de contratación de la Junta, compromisos vía Somacyles, Tragsas y otras hierbas y maquilas, es más turbia que esa agua corriente de Carucedo, y la carga, no de cenizas y manganeso, sino de importes dinerarios como para caerse de espaldas.
Porque aquí también juega el calendario electoral, y de todos es sabido que, por prometer, no quede. Y, después de metido, les ahorro la rima. Que ya les tengo advertido que sólo se acuerdan cuando se nos pone cara de papeleta. El resto de la legislatura, la cara es de gilipollas. Creer en la profesionalización total a cuatro años vista, ejercicio de fe o de ceguera. Escojan.
Porque aquí también juega el calendario electoral, y de todos es sabido que, por prometer, no quede
Y de la turbiedad de esas aguas de los ríos de León, que, por cierto, acabarán en algún embalse para regocijo de eléctricas y maldición de consumo humano y regadío, que ya veremos en qué queda la segura contaminación y sus consecuencias. De esa opacidad, digo, quiero pasar a la transparencia y claridad, por lo menos de intenciones, que este lunes 17 exhibirán “Conceyu País Llionés” y “Unidad Leonesa” en la presentación a medios y público en general de la iniciativa “S.O.S. León por su autonomía”.
Me permitirán ustedes un poco de autobombo, que a nadie se le oculta mi pertenencia a la segunda de las nombradas y mi simpatía personal por la primera de ellas. Soy, ya queda confesado, advenedizo bisoño en esto del leonesismo, y reconozco el innegable mérito de muchos de los asociados de ambas formaciones, que acumulan entre todos siglos de lucha reivindicativa por los derechos de León en cuanto a representatividad territorial y a desagravio por lo mucho que a nuestra provincia se le hurta. Después de haber sido mina, granero y cuadra de España, la situación de León es la de seguir siendo fuente de recurso en forma de viento, sol y agua, aparte de territorio cada vez en menos manos, y la de los leoneses, bichos con dientes que no interesan sino como mano de obra y cerebros exportables, la de la extinción.
Se podrá pensar, y en eso en León somos expertos, que es uno más de los inventos, mesas, pactos, proyectos, tan abundantes estos últimos años como marchitos e inútiles. Es bien cierto que ahora la diferencia es clara: sociedad civil, simple y llana, con ganas de actuar. Ni beneficio político, ni protagonismos, ni egos, ni personalismos. Sólo un par de asociaciones, Conceyu con más larga trayectoria, Unidad Leonesa con un año y medio, con ganas de actuar, tomar iniciativas y llevar la reivindicación autonomista al Congreso de los Diputados en Madrid.
Se podrá pensar, y en eso en León somos expertos, que es uno más de los inventos, mesas, pactos, proyectos, tan abundantes estos últimos años como marchitos e inútiles
La iniciativa se basa en un manifiesto escrito por Juan Pedro Aparicio en el que ponía de relieve el absoluto despropósito de la actual autonomía y el más que palpable abandono por parte del Gobierno Central. Ese S.O.S. lo lanzaba en el ánimo de que el resto de España tomara conciencia de los problemas de León para la mera subsistencia. A la anomalía democrática en la que está sumida la provincia, al no reconocerse su derecho a la autonomía, se suman las cuatro décadas largas de abandono e inacción. “S.O.S. León por su autonomía” parece tener claro que, aplicando mismos métodos y presuntos remedios, siempre se obtienen los mismos resultados, en este caso baldío y nulidad.
Este movimiento aboga, por fin, por un autonomismo por etapas, en la que en un primer momento sería la provincia de León la que iniciara el proceso vía artículos 143 o, mejor y más rápido, 144, por razones de interés nacional. Zamora y Salamanca, hoy día alejadas en su generalidad del proceso autonomista, se sumarían al mismo cuando se diesen las oportunas condiciones. Para esta plataforma el respeto a la voluntad popular es una máxima vital. Querer meter a las provincias al sur de León en este cóctel y en este momento sería el mismo atropello que el perpetrado contra León por el tándem Martín Villa – Peces Barba en aquella infausta ocasión. Aquel maldito invento no fue sino la búsqueda de cohesión territorial impostada en aras de crear un “campeón” que opusiera fuerzas a nacionalismos y a esa España litoral, más difícil de controlar y contentar con milongas pseudofalangistas: La “Castispaña”, otro término debido al maestro Aparicio.
Plantear el triprovincialismo de modo inapelable y como un “todo o nada” es un absoluto estorbo en el proceso. Parece que va a hacer falta una respuesta social en Zamora y Salamanca para que alguien se entere de que poco o casi nada hay de autonomismo leonés en esas provincias. La tenemos próxima, no obstante, ya que están convocadas, parece que “de facto”, elecciones autonómicas para este próximo marzo. Mejor encuesta no cabe para conocer la verdadera penetración del leonesismo en dichas provincias. No adelanto acontecimientos, pero el historial es tirando a pobre. Y soy suave.
Parece que va a hacer falta una respuesta social en Zamora y Salamanca para que alguien se entere de que poco o casi nada hay de autonomismo leonés en esas provincias
La tarea por delante es ardua para este grupo en una sociedad, la leonesa, anclada ya en el desistimiento generalizado, en una suerte de cautiverio conforme, donde se ve a los verdugos más como guardianes que en su verdadera dimensión de torturadores. Puede más, desde luego, el no querer que el no poder. Y no es frase de libro de autoayuda. Las vías legales están y la iniciativa se puede, sin duda, impulsar. Eso es poder. El querer sale de la voluntad, de escuchar la voz interior que te dice que te extingues, que desapareces, y que, de no hacer algo, los que detrás de ti vengan no tendrán nada suyo. Pero ni bienes, ni tierra, ni acervo al que asirse, desdibujado y diluido éste en una identidad falsa e ilegítima.
La bola ya rueda y espera aumentar la masa social crítica bajo este paraguas “S.O.S. León por su autonomía”, esperando que sea un lugar lo suficientemente acogedor para todo el autonomismo leonés. A ver si, por fin, y como en pasadas fechas pedía, pasamos del “mejor momento del leonesismo en años” al “momento del mejor leonesismo en años”. Lo mismo ahora sí.