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"A las Cortes les voy a ofrecer…"

El pasado mes de septiembre, el presidente de este Gobierno aseguraba en su televisión española que iba a presentar los Presupuestos Generales del Estado para 2026...

El pasado mes de septiembre, el presidente de este Gobierno aseguraba en su televisión española que iba a presentar los Presupuestos Generales del Estado para 2026. "Los voy a presentar", dijo con rotundidad, como si nos hiciera un favor a todos, obviando aclarar que se trata de una obligación constitucional, “pequeño detalle” que parece olvidar de tanto incumplirla. Para disipar cualquier duda, añadió en la misma entrevista su particular definición de las Cuentas Generales del Estado -enmendando la plana a la Ley General Presupuestaria- de las que dijo que “son un instrumento, no son un fin en sí mismo".

Según él, en esas declaraciones que escuché con atención, el fin es "crecer, crear empleo, como lo está haciendo la economía española, reducir la desigualdad y hacer la agenda de transformaciones económicas que está haciendo el Gobierno", añadiendo que otro de los fines es poder "vehicular y gestionar los fondos europeos" que finalizan el próximo 31 de diciembre de 2026.  De lo de “vehicular y gestionar”, y mas sin nuevos presupuestos, habría mucho que hablar.

 "A las Cortes Generales les voy a ofrecer ese acuerdo de unos nuevos presupuestos, pero si la Cámara los tumba eso no significa que el Gobierno no vaya a seguir manteniendo su hoja de ruta, que lo va a hacer…" 

Para decepción de muchos fervientes defensores del Estado de Derecho que creemos que el ciclo presupuestario es el paradigma más claro de la división de poderes que dignifica cualquier democracia moderna, apuntaló este nuevo concepto “sanchista” de los Presupuestos Generales del Estado afirmando: "Quiero ser muy claro: vamos a presentar los presupuestos, vamos a pelear para aprobarlos en las Cortes Generales". Si eso no ocurre y el resto de los grupos se los tumban, seguiremos con los que tenemos”.

Sigo con la literalidad que es lo que mejor define a este sujeto:  "A las Cortes Generales les voy a ofrecer ese acuerdo de unos nuevos presupuestos, pero si la Cámara los tumba eso no significa que el Gobierno no vaya a seguir manteniendo su hoja de ruta, que lo va a hacer…” 

Esa frase nos descubre que los Presupuestos Generales del Estado se convierten en la cabeza de este señor no en la obligación constitucional de la que les hablaba, sino en una dispensa graciable, en un ofrecimiento gracioso cuyo rechazo deja de tener las consecuencias que todos los demócratas anudamos a la falta de legitimidad de cualquier Ejecutivo que no es capaz de aprobar la ley mas importante de cada ejercicio. 
  
Y para aclarar lo del rechazo, les recuerdo que la pasada semana, a golpe de rueda de prensa, anunció la Sra. Nogueras que se olvide de aprobar esta norma y ninguna otra, que se han cansado de que los toree y de que les mienta (que muy listos no son, si han tardado tanto tiempo en darse cuenta). 

No parece este el mejor incentivo para que la ministra Montero- sí, esa señora que vehementemente afirmaba que “se iba a dejar la piel” para presentar los presupuestos- trabaje con diligencia en la elaboración del anteproyecto.  De nuevo, la exageración de la ministra incide en vender como una heroicidad lo que forma parte de las obligaciones normales de cualquier ministro de Hacienda en un Ejecutivo democrático.  Desde luego ha que reconocerles que en lo del “relato” no hay quien les gane.   

Vamos que, en román paladino, le da igual ocho que ochenta, que se va a "agarrapatar" en La Moncloa, y que poco le importa que haya o no Cuentas Públicas

Pues bien, hace un par de días, Sánchez desde Brasil, aprovechando la Cumbre del clima, ha cambiado la piel de la Montero por una camiseta- y encima sudada- afirmando que, y sigo con la literalidad, “El Gobierno presentará los Presupuestos. Nos dejaremos la camiseta, como la estamos sudando aquí, y España seguirá avanzando" asegurando acto seguido que con nuevas cuentas públicas- o sin ellas, añado yo- el Ejecutivo continuará con su hoja de ruta "hasta que termine esta legislatura en 2027".

Vamos que, en román paladino, le da igual ocho que ochenta, que se va a "agarrapatar" en La Moncloa, y que poco le importa que haya o no Cuentas Públicas, porque tiene asumido que haga lo que haga, y pase lo que pase, tras un primer susto, aquí todo se normaliza. 
 
Porque en un país afincado en el disparate permanente, en el que no tiene ninguna consecuencia que imputen a su hermano o a su mujer, que el Fiscal General del Estado se siente en el banquillo, que el número dos del PSOE y otros cuantos amiguetes por determinar se lo estuvieran llevando crudo, o que una tal Leyre anduviera amenazando o vendiendo favores en su nombre… qué falta le van a hacer unos presupuestos- “peccata minuta”- para seguir gobernando desde esa singular concepción que tiene del Estado y de la Democracia.  

Y es que, en su relato de hace dos días, España "está atravesando uno de sus mejores momentos en términos de crecimiento, creación de empleo, reducción de desigualdad y paz social”- que se lo digan a nuestros jóvenes cuando les pagan la nómina, o  cuando no se la pagan,  a las familias que no llegan a fin de mes, a los autónomos cuando tienen que cerrar sus negocios, o a los que- osados ellos- pretenden adquirir una vivienda…- y todo ello, según el “gracias al diálogo, la comprensión y la voluntad de llegar a acuerdos"  de este Ejecutivo, el mejor de nuestra historia, sin duda,  y del que no pretende privarnos. Vamos que, a seguir tragando relato: España va bien, que diría aquél, y con Sánchez, mucho mejor.