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Finaliza el caso del inquiokupa de Flores del Sil tras seis meses de impago y conflictos vecinales

El hombre que residía ilegalmente en un piso de la avenida de la Cemba ha abandonado la vivienda este lunes tras meses de tensión, deudas y problemas para la comunidad
La concejala de Vox, Patricia González, junto a la mujer que denunciaba la ocupación y por la que inició su campaña en redes sociales.
La concejala de Vox, Patricia González, junto a la mujer que denunciaba la ocupación y por la que inició su campaña en redes sociales.

El caso de inquiokupación que llevaba meses generando inquietud entre los vecinos de la avenida de la Cemba, en el barrio ponferradino de Flores del Sil, se ha resuelto este lunes 16 de junio. El hombre que permanecía en una vivienda sin pagar el alquiler y fuera de contrato ha abandonado finalmente el domicilio, según ha confirmado la propietaria del piso, Concepción Guerra.

El conflicto se había iniciado a principios de este año, cuando el inquilino, que residía legalmente en el inmueble desde hacía casi cuatro años, se negó a marcharse tras finalizar su contrato en diciembre de 2024, y dejó de abonar los 370 euros mensuales que venía pagando. En total, la deuda acumulada por el impago asciende a más de 2.400 euros.

“Llevaba medio año sin pagar y sin dar señales”

La propietaria, que reside fuera de Ponferrada, había notificado con antelación al inquilino la finalización del contrato. “Le avisé con tiempo y me dijo que no renovaba, pero luego se quedó en el piso como si nada”, relató Guerra. Desde entonces, denunció que no podía comunicarse con él ni acceder al interior, a pesar de que en la vivienda se debían realizar reparaciones urgentes por problemas de humedad que afectaban incluso a los garajes del edificio.

Durante meses, Guerra asegura que fue ella quien continuó pagando el suministro de agua y se enfrentó a una situación de impotencia total: “No me abre, no responde, y mientras tanto el piso se va deteriorando”.

 

Denuncias de vecinos por ruidos y molestias

El caso generó además malestar entre los vecinos de la comunidad, que presentaron su propia denuncia hace una semana por ruidos, entrada de desconocidos y consumo de sustancias en las zonas comunes. “Era un ir y venir constante de personas, fumaban porros en la terraza y no se podía ni abrir una ventana”, declaró uno de los residentes afectados, que prefiere mantenerse en el anonimato.

La situación provocó incluso daños en el portal del edificio, ya que el inquilino presuntamente rompía la cerradura cada vez que perdía las llaves. “La puerta se ha tenido que arreglar varias veces. Incluso su madre pidió que alguien le dejara una llave para hacer copia. Es surrealista”, cuenta la propietaria, todavía con incredulidad.

Apoyo institucional limitado

A pesar de las denuncias presentadas ante la Policía Nacional y de los reiterados intentos de diálogo, la situación no se pudo resolver por la vía rápida, ya que al tratarse de una okupación encubierta bajo un contrato finalizado, los procedimientos legales son lentos. “Parece que nadie puede hacer nada hasta que pasan meses. Así estamos los propietarios: desprotegidos”, denuncia Guerra, que afirma haber necesitado apoyo psicológico ante el desgaste emocional de estos meses.

“Quiero recuperar mi casa”

Finalmente, la tensión ha dado paso al alivio tras confirmarse el abandono del piso por parte del exinquilino, lo que permitirá a la dueña iniciar la reparación de los daños y recuperar el control de su vivienda. “Lo único que quiero es recuperar mi casa y poder alquilarla a alguien que respete lo pactado”, afirma.

El caso, uno de los primeros conocidos en Ponferrada bajo el término inquiokupa, ha servido para visibilizar una problemática creciente que afecta tanto a propietarios particulares como a comunidades enteras, y que pone sobre la mesa la necesidad de agilizar los mecanismos de desalojo en situaciones similares.