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Alertan de la grave afección del fuego a las áreas críticas del oso pardo en León con daño de 'alto riesgo'

Osa con dos crías fotografiada en la primavera de 2006 en el norte de León

El fuego ha destruido zonas esenciales de alimentación, refugio e hibernación del plantígrado en la Cordillera Cantábrica

Los incendios que han arrasado en las últimas semanas la zona norte de la provincia de León han tenido un fuerte impacto en la biodiversidad, con especial incidencia en el oso pardo, especie emblemática y en proceso de recuperación. 

En la provincia de León, donde habitan más de 190 ejemplares según datos oficiales, se han visto afectadas áreas de gran valor ecológico utilizadas por estos animales para refugio, hibernación y alimentación.

Desplazamientos forzados

La pérdida de hábitat podría obligar a los osos a modificar sus zonas de influencia. En el occidente leonés, donde se concentra la mayor población de la especie, y en la Montaña Central, se teme que hembras con crías tengan que desplazarse en busca de entornos adecuados para sacar adelante a sus camadas. La disponibilidad de alimento, muy ligada a los frutales de montaña, se ha visto comprometida en extensiones enteras de terreno quemado.

Un censo en crecimiento, ahora amenazado

El último muestreo científico, realizado entre 2020 y 2023 con análisis genéticos de pelos y heces, estimó en 370 los ejemplares en la Cordillera Cantábrica, de los cuales 197 se encuentran en Castilla y León. 

En la provincia leonesa, el estudio situó 108 ejemplares en el occidente y 89 en el oriente y la Montaña Palentina, cifras que evidencian un aumento poblacional notable, especialmente en la franja oriental, donde hasta ahora las estimaciones hablaban de poco más de medio centenar de osos.

El avance de la especie hacia la categoría de “vulnerable” podría verse comprometido si los incendios se convierten en una amenaza recurrente.

La urgencia de la prevención

La combinación de despoblación rural, acumulación de vegetación, sequía y altas temperaturas hace prever que fenómenos como los vividos este verano puedan repetirse en los próximos años. 

Los expertos señalan que el reto inmediato es equilibrar la inversión en extinción y prevención, con medidas de gestión forestal que hagan más resistentes los montes de la Cordillera Cantábrica.

En este escenario, el oso pardo vuelve a convertirse en indicador del estado de conservación de un ecosistema que ha sufrido un golpe severo y que necesitará años de recuperación.