Julián obtiene un mes de prórroga en su casa solo "si no vuelve a salir en los periódicos"
Julián, afectado por cáncer de garganta y pulmón y actualmente en tratamiento de quimioterapia —este lunes recibió una nueva sesión— ha conseguido permanecer un mes más en su vivienda de Santovenia de la Valdoncina. No obstante, el permiso tiene una condición clara: no debe volver a aparecer en los medios de comunicación. Así lo ha indicado su entorno tras la visita de una comitiva judicial que llegó a ejecutar el lanzamiento este jueves.
Representantes del fondo de inversión que ahora posee la casa, junto con la secretaria judicial, miembros de la Guardia Civil y personal de seguridad privada, se presentaron en el domicilio para formalizar el desahucio. A pesar de la presencia de vecinos en señal de apoyo, las decisiones se tomaron a puerta cerrada y el resultado fue una prórroga hasta el próximo 20 de junio.
Julián podrá permanecer en la vivienda solo si se marcha sin protestar ni generar visibilidad pública. "Si protesta, serán inflexibles", ha relatado una fuente cercana al empresario, que ahora se aferra al mes adicional como una última oportunidad para reorganizar su situación. "Le quieren comprar su silencio", se asegura.
"Esta casa es mi vida, ha sido mi vida mejor dicho. Aquí he estado toda mi vida, y ahora me quedo sin nada, en la calle", afirma con tristeza.
De empresario a desahuciado
En 2008, Julián dirigía una empresa de movimiento de tierras vinculada a la construcción. Su trayectoria se truncó cuando varias empresas dejaron de pagarle los pagarés y los descuentos bancarios quedaron al descubierto. La responsabilidad, como recuerda, recayó sobre él.
Para hacer frente a la situación, hipotecó su vivienda familiar y la de una tía, cuyas vidas quedaron comprometidas por el fracaso financiero. Ambas propiedades terminaron en manos del banco. Un posterior acuerdo de alquiler fue viable hasta que la enfermedad apareció. “Con lo que cobro era imposible pagar ese alquiler, así que dejé de hacer los ingresos”, relata.
"Me iré sin nada"
Hoy, la casa pertenece a un fondo inmobiliario. Julián entregará las llaves llegado el plazo, sabiendo que nadie se ha apiadado de su estado terminal y que el mes de tregua es una condición impuesta para comprar su silencio. “Es lo que tenemos”, afirma. En la vivienda quedará toda una vida imposible de recuperar.
“Me iré a la calle sin nada. Así de duro es esto”, dice con voz firme, pero resignada.
Dignidad en la despedida
Julián no planea resistirse pero espera un milagroso amparo legal que por el momento se resiste. “No voy a pelearme con nadie ni montar un número. Creo que no es justo, pero nada más. Lo asumo, como he asumido otras cosas en mi vida”, aseguraba este jueves.
Su historia, invisible por exigencia del fondo que compró su hogar, es una de tantas que muestra la crudeza de una dura realidad social y el olvido institucional. Julián representa a quienes, en su peor momento, pierden incluso el derecho a protestar.