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Un premio 'Gordo' con polémica

Villamanín, el día después: tres décimos cobrados y bajo sospecha, desconfianza, calles vacías y la sensación de que "el acuerdo verbal saltará por los aires"

Doce horas después de una reunión maratoniana que se prolongó hasta la madrugada, Villamanín amaneció este viernes con una calma solo aparente. El pueblo, acostumbrado al silencio invernal, parecía aún más vacío de lo habitual. Fotos: Heraldo de León
Doce horas después de una reunión maratoniana que se prolongó hasta la madrugada, Villamanín amaneció este viernes con una calma solo aparente. El pueblo, acostumbrado al silencio invernal, parecía aún más vacío de lo habitual. Fotos: Heraldo de León
Doce horas después de una reunión maratoniana que se prolongó hasta la madrugada, Villamanín amaneció este viernes con una calma solo aparente. El pueblo, acostumbrado al silencio invernal, parecía aún más vacío de lo habitual. Fotos: Heraldo de León
Doce horas después de una reunión maratoniana que se prolongó hasta la madrugada, Villamanín amaneció este viernes con una calma solo aparente. El pueblo, acostumbrado al silencio invernal, parecía aún más vacío de lo habitual. Fotos: Heraldo de León
Doce horas después de una reunión maratoniana que se prolongó hasta la madrugada, Villamanín amaneció este viernes con una calma solo aparente. El pueblo, acostumbrado al silencio invernal, parecía aún más vacío de lo habitual. Fotos: Heraldo de León
La localidad de la montaña leonesa, tras el Gordo: el pueblo en vilo entre un acuerdo frágil, sospechas y cuatro millones en el aire | Calles desiertas, silencio tenso y un pacto verbal que no convence a todos marcan el día después del estallido del conflicto por las participaciones no consignadas del premio de Navidad

Doce horas después de una reunión maratoniana que se prolongó hasta la madrugada, Villamanín amaneció este sábado con una calma solo aparente. El pueblo, acostumbrado al silencio invernal, parecía aún más vacío de lo habitual. 

El mercadillo reunió “menos gente que nunca”, comentaban los propios vendedores, mientras el eco de la discusión de la noche anterior seguía muy presente. Lejos de la alegría que debería acompañar al Gordo de Navidad, la localidad vive instalada en la desconfianza, con un acuerdo verbal bajo sospecha y una pregunta que flota en el ambiente: ¿saltará todo por los aires?

El día después del estallido

La sensación generalizada es que nada está cerrado. “Aquí hay mucho por hablar todavía”, resume a Heraldo de León una de las agraciadas, que prefiere no dar su nombre. El enfado por la venta de participaciones sin respaldo en los décimos de lotería pesa más que el frío. En las cuentas falta una cifra descomunal para un municipio que en invierno apenas supera el centenar de habitantes: cuatro millones de euros.

El pacto alcanzado entre los vecinos premiados y los miembros de la Comisión de Fiestas, tras horas de debate en el Hogar del Pensionista, pretendía evitar la ruptura definitiva. Pero el propio carácter del acuerdo —sin documento firmado, aprobado a mano alzada y entre fuertes desacuerdos— alimenta la fragilidad. “El acuerdo es verbal pero no es firme”, advierten algunos asistentes a la reunión. Otros van más allá: “No está claro que no se vaya a denunciar”, remarca a Heraldo de León.

Los tres décimos ya cobrados, bajo sospecha

Uno de los principales focos de tensión gira en torno a los décimos que ya habrían sido cobrados por miembros de la Comisión. “La clave son los tres décimos que los miembros de la comisión ya han cobrado”, insisten varios vecinos. “Lo reconocieron delante de todo el mundo”, aseguran. Esa admisión pública ha sumado otra herida difícil de cerrar, especialmente entre quienes compraron participaciones que finalmente no estaban consignadas.

A esa desconfianza se suma otra acusación que se repite en corrillos y conversaciones a media voz. “Lo mismo que una de las de la comisión dijo que solo tenía dos décimos en participaciones y en la televisión dijo, y lo tenemos grabado, que tenía cuatro”, denuncia otra de las premiadas y que no reside de forma habitual en la localidad. La contradicción, real o percibida, ha avivado la sospecha de que las cifras no están claras.

Un error que cambió la historia

El origen del conflicto está en un fallo reconocido por la propia Comisión: un talonario de participaciones vendidas no fue entregado a tiempo para su consignación en la administración de lotería. Un despiste que, tras salir premiado el número, se convirtió en un agujero millonario. Lo que el lunes fue celebración colectiva pasó rápidamente a incredulidad y enfado, y después a un debate ético sobre quién debe asumir las consecuencias.

Durante la reunión, celebrada en un espacio reducido y abarrotado, se confrontaron dos posturas. Por un lado, quienes exigían que la Comisión asumiera toda la responsabilidad. Por otro, quienes defendían una solución compartida para evitar que el pueblo quedara “partido por la mitad”. 

Finalmente, se impuso una fórmula intermedia: la Comisión renunciaría a todo lo que había jugado y el resto de premiados aceptaría una deducción sobre sus boletos para cubrir el desfase.

Cifras que no convencen

Ni siquiera los números están claros. Algunos vecinos hablan de un recorte cercano al 10% sobre los premios; otros aseguran que será inferior al 5%. Tampoco hay unanimidad sobre cuánto dinero exacto pone la Comisión encima de la mesa. Las estimaciones oscilan entre algo más de un millón y más de dos. El comunicado emitido por la Comisión tras la reunión apelaba a la paz social del pueblo, pero no concretaba cifras.

“Empatizamos con los chicos de la comisión, pero el dinero es el dinero”, resume un vecino que sí considera que hubo un error humano, pero no cree justo asumirlo sin garantías. Para otros, la solución pasa por un gesto más contundente: “Para arreglar esto que pongan el dinero de sus participaciones por delante”.

Silencio, Guardia Civil y miedo a la denuncia

La tensión fue tal durante la asamblea que la presencia de la Guardia Civil en el entorno del local no pasó desapercibida. A la salida, muchos asistentes se marcharon en silencio, algunos evitando cámaras y preguntas. El temor a una judicialización del conflicto está muy presente. “Ahora mismo ni siquiera se sabe dónde están los décimos”, lamenta uno de los afectados, consciente de que cualquier paso en falso puede acabar en los tribunales y retrasar durante años el cobro del premio.

Ese miedo explica, en parte, por qué algunos vecinos aceptaron el acuerdo pese a sus dudas. La alternativa —un proceso judicial largo e incierto— no seduce a nadie. Pero aceptar no significa confiar.

Un pueblo que se mira de reojo

Villamanín vive estos días una convivencia incómoda. En el bar, en la calle o en el mercadillo, las conversaciones se interrumpen cuando alguien se acerca. “Aquí nos conocemos todos”, comenta una vecina. “Y decir algo de más puede pasarte factura”. La prenochevieja prevista para este fin de semana se ha cancelado. No hay ambiente festivo ni ganas de celebrar.

Mientras tanto, algunos jóvenes de la Comisión insisten en que se sienten respaldados por la mayoría y que las sospechas proceden de “unos pocos”. Su mayor temor es que el nombre del pueblo quede asociado para siempre al conflicto. “Queremos que Villamanín sea recordado por el pueblo que le tocó el Gordo, no por el pueblo que se dividió porque tocó el Gordo”, repiten.

Un final aún abierto

El día después deja una conclusión clara: el acuerdo alcanzado no ha devuelto la serenidad. Las calles vacías, el silencio espeso y las miradas cargadas de recelo reflejan que la herida sigue abierta. “Queda mucho por hablar”, coinciden vecinos de uno y otro lado. 

Con cuatro millones de euros en juego y un pacto que muchos consideran inestable, Villamanín sigue atrapado entre la fortuna y la sospecha, a la espera de saber si el frágil equilibrio logrado de madrugada resistirá el paso de los días.