El tiempo

Alguien se lo merece. Seguro

Este leonesismo mío hace que ponga sistemáticamente en cuarentena cualquier noticia que se refiera a León. Por más positiva que pueda parecer en primera lectura, a fuerza de chasqueado y lamentablemente, siempre acabo por darme cuenta de lo escasas que son las buenas nuevas con respecto a nuestra provincia. Y eso que anda uno con las gafas rosas, intentando ver lo mejor (no verlo mejor, que es peor).

Leo con interés sobre el rodaje de una más de la ya larga serie de películas “Los Juegos del Hambre”. Y no ya porque me interese la saga, que les confieso que no es el caso, o al menos no más allá de lo que simbólicamente representa. Es que resulta que uno de los escenarios elegidos es un pinar de Cabrillanes, concretamente de Piedrafita de Babia. Normal, los que conocemos la provincia sabemos que atesora localizaciones de ensueño para cualquier producción. 

Una vez más León en el mapa internacional. Encantados de atenderles y que la estancia les sea agradable y fructífera. Como siempre toca analizar el retorno económico y si damos por bueno el esfuerzo de, otra vez, prestar nuestros recursos a toda costa. Seguramente atraerá como mínimo algo más de turismo a la zona y no dejará de servir como escaparate.

Pero el grueso del rodaje se está llevando a cabo en Somiedo, en Asturias, no sin controversia al tratarse de un espacio protegido y porque ha alterado la vida cotidiana de los habitantes y también el ritmo de las visitas a pie o a caballo a ciertas zonas del parque. Se une también el trastorno de la falta de alojamiento y alguna dificultad para encontrar dónde comer. Así que ya saben dónde está el retorno económico: hostelería y algún que otro ganadero que esperemos cobre por la ocupación de espacios. Esperemos también que el altavoz del cine internacional pague en cierta medida y compense lo que hoy parecen trastornos. Lo dicho y beneficio en cuarentena, pero por la proporción de tiempo de rodaje, permítaseme: dará más juego en Asturias y en León nos quedaremos con hambre.

Hacer espectáculo de la tragedia y lucha a muerte de unos jóvenes que con su entrega forzosa purgan los pecados de una antigua rebelión contra un estado totalitario es una ciencia ficción cruel

Y hablaba antes del simbolismo de estas películas, distopías, o eso dicen, pero que parecen más metáfora de la realidad. Hacer espectáculo de la tragedia y lucha a muerte de unos jóvenes que con su entrega forzosa purgan los pecados de una antigua rebelión contra un estado totalitario es una ciencia ficción cruel, pero cercana a la actualidad. La lucha de los jóvenes de hoy, víctimas del mensaje de la meritocracia cuando lo que de verdad condiciona sus vidas es su apellido y código postal, se acerca demasiado a esta depredación y competitividad que reflejan estas películas.

Claro, eso si no tienes la suerte de estar un día colocando sillas en un mitin de un partido político, al día siguiente llevando el “Instagram” de un lindo pulgoso, mascota de presidenta de comunidad autónoma, y mañana sentada en el brillante trono de la misma dueña del can. Extrapolo y mezclo, pero ya saben ustedes por dónde voy. No voy a cebarme con Ayuso, que hay especialistas y la presidenta me hastía en su despotismo e ignorancia. Ni siquiera voy a hablar del reciente caso de Noelia Núñez, tampoco de la ínclita Beatriz Fanjul, presidenta de NNGG del PP, que a sus treinta y pico años no sé si estará mucho para juventudes, pero que me ha parecido bastante poco solvente… y me está entrando sarpullido porque los tres ejemplos citados son mujeres, y soy de los que defiende su general mayor capacidad de análisis, tenacidad, entrega y sensibilidad, pero estas tres, ¡qué pereza!

Por cierto, que ahora se ha hecho hazaña del “toco mocho” curricular de Noelia Núñez y de su honradez y entereza al confesar que nos había mentido, aunque sin querer, la pobre. Mediaset se lo ha tomado muy en serio y la ha contratado, no vaya a perderse tal referente moral. Este es el nivel… alguno echará de menos a las “mamachicho”, que por lo menos se veía venir el percal.

Y entonces llega la hora de inscribir sus méritos y se los tienen que inventar porque, lejos de haber hecho alguna vez algo por alguien, tampoco han hecho nada por sí mismos

Y vuelvo al caso de las tres antedichas. Gente con nulo bagaje, o al menos escaso, pero que predica la meritocracia, la formación continua, el esfuerzo denodado, la dedicación, el sacrificio… y hasta les han tenido que enrollar el canuto para no saber hacer la “o”. Y entonces llega la hora de inscribir sus méritos y se los tienen que inventar porque, lejos de haber hecho alguna vez algo por alguien, tampoco han hecho nada por sí mismos. Pero quieren estar en los puestos de salida y la exigencia artificial de méritos exige, ya que no competencia, inventiva.

Y así haber visto en un quiosco la portada del “Burda” se convierte en estudios de sastrería y patronaje en Yves Sant Laurent. Me lo llevo a esta comparación humorística y absurda, pero no crean que desencaminada.

Yo cambiaría la filosofía de los concursos de mérito y restaría peso a lo que cada uno ha obtenido para sí mismo en la vida, que es lo que reflejan los currículums, en el plano académico o laboral. Valoraría mucho más lo que cada cual ha conseguido, o al menos intentado, para los demás. Cansado de distopías catastrofistas, invito a alguna productora cinematográfica a que desarrolle una ficción basada en esa premisa.

Ahora que lo pienso, argumento parecido refleja la película “Cadena de favores”, producto de un Hollywood tan acostumbrado a edulcorar hasta las buenas intenciones, que resulta una ñoñada colosal. No recomiendo su visionado a no ser en domingo tarde y lluviosa. Probablemente les suba la glucosa y no es plan, ahora que es verano y ya hacemos bastante con cervezas, helados y vida muelle.

De modo que, descartada la realización cinematográfica, toca aplicarse en la realidad. Moralizante me ha quedado. Ni caso.