¿Contentos de ser de aquí?
Hoy, como otras tantas veces, va la columna de experiencias y testimonios. Los que me siguen, pobrecillos, saben que cuando cuento algún sucedido no me lo invento, ni siquiera lo exagero. Así que ahí voy, que ya tardo y la tinta, aun la digital, va cara. Otro día hablaremos de lo que de verdad cuesta que usted me lea, sueldos de Heraldo aparte, y dónde hacen negocio pájaros como Florentino Pérez que, por cierto, también obtiene pingües beneficios de la extinción de incendios.
Participo este sábado pasado en la manifestación promovida por la Asociación de Trabajadores de Incendios Forestales de Castilla y León, ATIFCyL, cuya reivindicación de salario digno, profesionalización dentro de la función pública, pero también de una gestión de los montes pegada a la realidad y por un rural vivo, es de justicia y una protesta imprescindible ante administraciones que, seguramente y tras los primeros “tapones” de ayudas y subvenciones de urgencia, nos dejará en el más absoluto de los olvidos.
Así se comporta el político cuando el rédito electoral es insignificante. Y ahí estamos los leoneses.
Comparto marcha y conversación con algunos integrantes de la “Plataforma STOP Incendios Noroeste Peninsular”, recién fundada con el propósito de aunar esfuerzos por la evitación de esta plaga que la incompetente administración de la Junta de Castilla y León, el cambio climático y algunos oscuros intereses económicos se empeñan en que se convierta en un mal endémico de las provincias de Ourense, Zamora, León y territorios limítrofes del vecino Portugal.
Y voy a lo mollar: en la conversación se desliza que, desde luego, la Junta de Mañueco vive de espaldas al problema y que ni la Junta ni su presidente saben dónde está El Bierzo, lugar de donde proviene el grueso del grupo de “STOP Incendios”. Y eso a pesar de haber creado el “juguete” del Consejo Comarcal. Pero la cosa va más allá y también se resienten de que en León Ciudad (maldición del topónimo) tampoco es que se les haga mucho caso. El eterno agravio, al que no ayudó por cierto que la primera convocatoria y en la cartelería de ATIFCyL olvidara, por la premura, a El Bierzo, Laciana y La Cabrera.
Sólo voy al hecho, que no soy jardinero ni llevo “katiuskas” como para meterme en tales parques floridos y tantos charcos nada más verlos. Sí es verdad que a veces en lo rural tenemos la impresión de que, en las ciudades, por más que sus habitantes provengan muchos de pueblos de toda la provincia, empezamos más a ser fenómeno etnográfico que realidad tangible y presencia necesaria. Que algo tendrán que comer los habitantes de las urbes, por más que Juan Roig parezca hacerles creer que su emporio tiene fábricas de pollos y cultivos hidropónicos de melones, tal es la desconexión consumidor-productor en este mundo globalizado. Y digo Juan Roig como podría decir Bezos, Musk o “Grupo Delivery Hero”, fondo alemán propietario de Glovo, de donde ahora parece comer gran cantidad de gente. Mochila mágica del repartidor, maltratado, que ha eliminado ya el contacto directo del cliente, usted en su butaca, con quien suda en una cocina por freírle unas rabas. Mal.
De lo que pasa en León y aun en Ponferrada, afectando a más población y siendo ésta más relevante, casi que nos enteramos la provincia entera…
Así que a ver si despertamos un poquito la conciencia de lo común, la necesaria relación de las ciudades con el campo y desde esta base, a ver si también somos capaces de limar asperezas intercomarcales. De entrada, no estaría mal tener un canal de comunicación abierto, que de lo que pasa en La Cabrera los de la Ribera del Esla no tenemos ni pajolera idea, pero es que casi no nos enteramos de lo que pasa en el Porma, y estamos pegando. Y ahí está la clave. De lo que pasa en León y aun en Ponferrada, afectando a más población y siendo ésta más relevante, casi que nos enteramos la provincia entera… Nos pasa lo mismo que a nivel estatal. Se mueve un adoquín en la Puerta del Sol y parece que afecta al equilibrio estratégico nacional. A ver si aprendemos. Lo pongo en el “debe” de la Diputación Provincial, que se esfuerza, pero que quizá debería destinar más personal y fondos, que los hay.
Y al respecto de la supuesta rivalidad Bierzo-León, que así escribo por simplificar, prueben a viajar por La Cepeda, esa desconocida, y se darán de bruces con El Bierzo o con León sin apenas darse cuenta. Paisaje y paisanaje ayudan en esta transición y, además, verán que viajar entre Brañuelas y Rioseco de Tapia, más que un trayecto, es un poema. O entre Quintana del Castillo y Carrizo, o Villameca.
Brañuelas se ha considerado Bierzo las más de las veces por su actividad minera. Concedamos, pero seamos capaces de ver que es tan Tierra Leonesa como Sueros, Villarmeriel, Villanueva de Carrizo o Santa Marina del Rey. Y al respecto de esta ruta alternativa, un tip: documéntense sobre el “Camino de Künig” (elcaminodekunig.com). Verán que es ruta más natural, sosegada y descansada para unir Ponferrada con León.
Y a otra cosa, pero la misma, que no es sino futuro para León.
Lamentándolo, y mucho, sólo he podido asistir a la primera de las conferencias celebradas en el Palacio Conde Luna, que tiene narices se lo tengamos dedicado por propiedad a semejante traidorzuelo a la causa leonesa, en el marco de las “VI Jornadas León, Cuna del Parlamentarismo”. Dirige el ciclo el esforzado profesor Ricardo Chao, garante de que la cosa va a ir por buen camino en cuanto a rigor histórico se refiere. Interviene como ponente en esta primera jornada el también para mí ilustre Laureano Rubio. Y es la tradición concejil leonesa objeto de su pormenorizado análisis, desde su justificación histórica hasta el perverso presente, cuando han dejado de celebrarse mayoritariamente concejos abiertos y la presencia de los partidos políticos, por culpa de la malhadada Ley de Régimen Local, ha subvertido su naturaleza y convertido a las juntas vecinales en meras palancas de poder municipal. Ni independencia ni democracia.
Pero no es del análisis certero de Rubio de lo que quiero hablar, que no le llego a la punta del zapato, sino de un juicio por su parte vertido sobre lo que nos tocaba hacer en los pueblos ante este nuevo orden social. Y vino a decir algo que me produjo escozor en su momento, pero que ahora, asentado el golpe, me provoca desazón. Y es que Laureano Rubio, y no él solo, aboca a los pueblos a un futuro de veraneo y nietos correteando, eso si los hubiera y mientras tenga jamón el abuelo, y, hablando de financiación, que ahí está el viento y el sol. Del sector primario ni mus, que, aunque sigamos siendo “bichos con dientes”, parece ser que nuestro futuro es vivir enchufados.
Si hoy hacen falta cementerios solares, se me ocurren infinidad de sitios, empezando por el entorno urbano, los tejados, y siguiendo por terrenos ya arruinados como vertederos o canteras clausuradas.
En otras ocasiones he hablado de que el futuro de León no está en su pasado. Nadie niega la necesidad de fuentes de energía renovables. Pero parece apuesta arriesgada el hacer caso a cantos de sirena y lobbies energéticos que hoy dicen que son el viento o el sol los padres del kilovatio, pero que a lo mejor mañana es el hidrógeno verde, que también, o la Kryptonita, o usted dando pedales en su casa porque ya no tiene que ir a trabajar. Estamos en manos de un grupo reducidísimo de oligarcas y grupos de inversión que, sólo ellos y no muy seguros, saben en qué cesta hay que poner los huevos hoy, pero hoy sólo. Y, mientras tanto, ruina para paisaje, riqueza ganadera, silvícola y paisajística.
Y eso, sin hablar de incendios. Si hoy hacen falta cementerios solares, se me ocurren infinidad de sitios, empezando por el entorno urbano, los tejados, y siguiendo por terrenos ya arruinados como vertederos o canteras clausuradas. Arruinar en León la Sierra de Gistredo, o intentarlo al menos, es algo tan cortoplacista y aberrante como lo que estamos viendo en Andalucía, donde olivares milenarios se arrancan, aun sin gusto de sus dueños, con arbitraria expropiación, para encadenar territorio con placas solares.
Y nosotros en León pensando que lo mismo el monte quemado no puede cambiar de uso. Sólo hace falta que un juez lo decida. Y no digo más, que peco. Y ya soy terrorista por denunciar el genocidio palestino. No quiero engordar más mis antecedentes penales.
Así, queridos, os digo: sin serlo, estoy contento de ser de aquí. Me anima la conciencia de lo común, de lo que es de todos y cada uno. Espero encontrarme compañeros de viaje para este camino, el de Künig u otro.