El tiempo

De León, el nombre

Andaba yo metido entre mis pensamientos, y no perdido, que siendo pocos éstos, no hay gran trastorno, y ya había escogido tema y planteamiento para la columna de hoy...

Andaba yo metido entre mis pensamientos, y no perdido, que siendo pocos éstos, no hay gran trastorno, y ya había escogido tema y planteamiento para la columna de hoy. Fácil lo tenía, y no yo sólo, que el hablar de lo lejos que a veces parece que está el Estado de sus ciudadanos y lo mucho que le cuesta a la Administración dejar de ahogar con pagos y trámites a los contribuyentes, es tema de general conocimiento. Y general cabreo. Y general acuerdo en que una simplificación en los trámites y mayor voluntad de los gobernantes por acercarse a lo cotidiano sería motivo de alegría entre la población. Todo muy bien, poniendo a parir al político de turno y ya, que motivos sobran.

Pero ha sonado el teléfono y al otro lado he oído una voz familiar y amiga que me decía: “Ya tenemos Papa, el americano, y se ha puesto León XIV”. Primer chiste, obvio, “lástima que sólo vayan catorce leones, que quedaba mucho mejor con dieciocho para esto de la autonomía”. Y luego, el recado: “deberías escribir algo que relacione al nuevo Papa con León por aquello del nombre escogido”. Y colgó. De por medio también se llevó mi recomendación de visionado de la película “Cónclave”, cinta muy interesante de la que no les voy a hacer “spoiler”, que una vez conté cómo acababa “Casablanca” y me comieron por un pie. De la película destaco las soberbias actuaciones de Isabella Rossellini (¡Ah! Mira por dónde hablando de “Casablanca” donde aparece su madre, la excelsa Ingrid Bergman), John Lithgow, un malo malísimo de siempre como en “Ricochet”, Stanley Tucci, un secundario con la mirada más inteligente aun en chorradas como “El Diablo se viste de Prada”, y mi envidiado Ralph Fiennes, al que la suerte llevó a compartir planos en “El Paciente Inglés” con Kristin Scott Thomas y Juliette Binoche, diosas  fetiche del celuloide para un servidor. Retratado quedo.

El asunto me queda lejos, desde cierta impiedad y no demasiado aprecio a la Institución, que ha demostrado una gran resiliencia, que dirían algunos, aunque ha tenido poca necesidad de adaptarse a un medio hostil, siendo la mayor parte del tiempo de su ya larga historia la que ha marcado el paso a la sociedad.

Parece ser que el nombre escogido por el Cardenal Prevost, León XIV, quiere ser un homenaje a su antecesor  León XIII, Papa que acercó la Iglesia a la sociedad de fines del siglo XIX y principios del XX, insuflándole un cierto aire de modernidad. El asunto me queda lejos, desde cierta impiedad y no demasiado aprecio a la Institución, que ha demostrado una gran resiliencia, que dirían algunos, aunque ha tenido poca necesidad de adaptarse a un medio hostil, siendo la mayor parte del tiempo de su ya larga historia la que ha marcado el paso a la sociedad. Empresa multinacional que haya durado dos mil años y haya influido más en gobiernos y estados creo yo que no hay. Habrá que darle tiempo a los fondos buitre y a los hijos  y sucesores de Musk, reconocidos o no, a ver qué recorrido tienen. Estoy bastante tranquilo porque creo que caducaré antes de que lo hagan estos nuevos imperios.

Tiene faena Prevost si lo que quiere es retomar la labor de acercarse a la sociedad, superar los escándalos, incorporar a la mujer de una “santa vez” al papel que merece dentro de una institución que se cree y quiere representativa. No las tenía yo todas conmigo acerca de la elección de un Papa “progresista”. Los movimientos de péndulo de la política también funcionan aquí. Este momento histórico de grave retroceso de libertades y otros derechos, parecía que abocaba al Vaticano a un “catenazzo”, defensa futbolística a la italiana, rompepiernas y antideportiva, o a la elección revolucionaria de un Papa africano, tan chocante en sí misma, que para que fuera tolerable, debería designar a un conservador, que bastante tenemos con que sea “subsahariano”. O asiático, ídem de lienzo. 

No estoy pensando en Prevost a escobazos con Putin o Xi Jinping, pero sí en un movimiento ecuménico que acerque a las “religiones de libro”, Cristianismo, Islam y Judaísmo, casi nadie al aparato

La verdad es que a mí se me fue la cabeza a León I “El Grande”, aquel que hizo retroceder a Atila a las puertas de Roma. Ya estaba algo cascado el huno porque hacía un año que lo habían “peinado a raya” en la Batalla de los Campos Cataláunicos , victoria por la mínima, que se vio insuficiente porque Atila estaba por heredar el Imperio de Occidente. Y digo heredar cuando lo que quería era ocuparlo y esquilmarlo. Pues fíjense que me parece también necesario el “esquema León I”, que son bastantes los enemigos exteriores y pugnan porque Occidente se vuelva irrelevante. No estoy pensando en Prevost a escobazos con Putin o Xi Jinping, pero sí en un movimiento ecuménico que acerque a las “religiones de libro”, Cristianismo, Islam y Judaísmo, casi nadie al aparato. El eterno sueño de poder cerrar el Vaticano, vendérselo a Disney y que la fe, todas sus manifestaciones, tenga un solo asiento en Jerusalén. Les prometo dejar el ácido que me hace ver fuentes de ambrosía y caballitos voladores.

Y avanza el artículo y no le doy gusto a mi amigo. Ya han salido las relaciones de Prevost con León: que pasó por aquí. Debidamente magnificadas, pero limitadas a una visita en función de su cargo como Prior Agustino. Mejor para él, lo trataríamos muy bien, como sabe todo el que por León pasa.

Vamos a quedarnos con que usando este su nombre oficial en adelante, pues nos pone un poco en el mapa. Que habrá artículos de prensa que glosen esa curiosidad, que hay una ciudad en España con nombre de Papa. León, que es la única capital o provincia, maldita polisemia, que no tiene calle en Madrid, que aun la tienen muchas ciudades y villas menores de España y de todo el Mundo. Que por una gracieta de un vecino indio o turco que tenía a un león enjaulado, cuya existencia quiso monetizar, la calle donde vivía se llama “del león”. Y por este maltrato animal ,que todavía no comprendo que no haya una ley revisionista  que elimine nombre y escarnio, los de León sin calle en la Villa y Corte.

Y rizando el rizo del circunloquio, voy a decir que León, Papa, seguramente va a estar más solo que León, provincia, que en esta autonomía está muy mal acompañada... No sé. Puede que en eso también empatemos y a León, Papa, sus acompañantes en la Curia tampoco le dejen hacer, que ya le pasó a Francisco. Pesan los dos mil años.

Y mira, Curia y León en la misma frase. Otro día habrá que hablar de los Decreta y de la Cuna del Parlamentarismo sin parlamento.