El tiempo

Seis meses para olvidar

No conocía a Charlie Kirk. De hecho, sigo sin conocerle y me parece que ya voy tarde...

No conocía a Charlie Kirk. De hecho, sigo sin conocerle y me parece que ya voy tarde. No sé quién era, pero, ahora sí, sé a lo que se dedicaba. Y tengo que decir que no me gusta ni un pelo lo que he leído de él. Pero también digo que lamento su muerte como la de cualquier ser humano que muere asesinado. Como lamento la de ese niño gazatí, abatido en su casa o en la calle por un francotirador o por una bomba. Bueno, no es cierto del todo: la muerte de esos centenares de miles de palestinos tiene otro matiz. La inmensa mayoría de ellos son ajenos al estado de cosas que motiva sus muertes. Charlie Kirk no. 

Kirk ha sido víctima de un orden que preconiza, en un país que multiplica por 10 el índice de España con respecto a homicidios por 100.000 habitantes, donde conseguir un arma es ya casi más fácil, dependiendo del barrio, que comprar una lechuga, donde el mismo día del asesinato del líder de “Turning Point USA” hubo un tiroteo escolar en Colorado del que nadie ha hablado, uno de esos como los 83 que hubo en 2024, que se sepa, de los 570 tiroteos de toda índole en el mismo año. Kirk ha defendido el uso de las armas de fuego más allá de la defensa propia, basándose en la maldita segunda enmienda constitucional y por un supuesto bien común, abonando ese ambiente enrarecido que hoy sufre Estados Unidos, donde su presidente presume de que “podría disparar a alguien en la Quinta Avenida y seguir teniendo apoyo popular”.

La derivada de todo este embrollo indeseable es que Trump ya tiene justo lo que necesitaba: un mártir. Y aquí es donde está la clave. Soy de los que piensa que, si una causa es justa, no necesita mártires. Ayudan, desde luego. Si no, que se lo digan a la Iglesia Católica que mantiene un panteón hagiográfico variopinto con, desde luego, auténticos santos mártires por su testimonio inquebrantable, y otros en los que aun la misma institución duda por lo difícil de la datación o la propia existencia. Y este proceso de ascenso a los altares del “trumpismo” empezó nada más ocurrir el asesinato. 

Y, hablando de demócratas, no sé dónde se meten en estos tiempos y en ese país, ahora que a Trump le da por purgar hasta a estrellas de televisión como Jimmy Kimmel, Jimmy Fallon, Jon Stewart o Stephen Colbert, que, recordemos, son cómicos de primera trabajando en cadenas privadas

Y voy a mi experiencia personal. Verídico, como todo lo que suelo verter en esta columna. Tuve que oír de boca de un buen amigo, bienintencionado siempre, pero temo que tendenciosamente informado las más de las veces, que estaba muy disgustado por el asesinato de este hombre del diálogo, conservador pero mesurado en sus juicios y siempre abierto al debate. Ahí acababa todo lo que el buen hombre sabía del asesinado, normal cuando casi nadie de nosotros sabía quién era. Luego, ¡qué mala costumbre!, se pone uno a leer y se entera de sus posturas xenófobas, homófobas, pro-rifle, azote de la inmigración. Un “prenda”, pero da igual. 

Su organización ha conseguido estar presente en, al menos trescientas instituciones educativas estadounidenses, incluidos campus universitarios, pero se calcula que son más de ochocientas las células constituidas. Un mérito en el haber de Kirk, también, el haber enviado ochenta autobuses a Washington el día que Trump “decidió” que Biden no había ganado las elecciones. Más demócrata este republicano de pro no podía ser.

Y, hablando de demócratas, no sé dónde se meten en estos tiempos y en ese país, ahora que a Trump le da por purgar hasta a estrellas de televisión como Jimmy Kimmel, Jimmy Fallon, Jon Stewart o Stephen Colbert, que, recordemos, son cómicos de primera trabajando en cadenas privadas. Vamos, nuestro Pedro Sánchez mandando a escardar a Pablo Motos porque no me gusta eso que dices de mí, con lo guapo que soy. Y recuerden que un demócrata estadounidense está más cerca de Millán Astray que de Trotski.

Y ahora que nombro a Millán Astray, aquel medio general (que no lo digo porque no pasara de coronel, sino por la de piezas que le faltaban) fundador de la Legión, el de “Viva la Muerte” y “Muera la inteligencia”. Eso, digo, ahora que lo nombro se me vienen dos cosas a la cabeza.

La primera es muy “raruna”, y es ver a los “Hombres G” nombrados Caballeros Legionarios de Honor. Que no me parece mal, sino raro. A uno, que tiene conceptuados a los de Summers como “más blandos que la mierda de pavo”, y quede claro que hablo de su música, que por otro lado reconozco que me caen muy bien y por la familia Summers tengo debilidad. A uno, digo, todo esto le suena como a de otro tiempo, pero también es verdad que la Legión es un cuerpo ( y menudo) de ejército moderno y puesto al día… reconozco prejuicios musicales y de objeción de conciencia, pero tenía que decirlo.

La segunda es de mucha más enjundia y tiene que ver con otro general, también medio por lo bajito, socio africanista de Astray y, a la postre, jefe de estado en España por casi cuarenta años. Aunque bajito, la sombra es alargada y parece cernirse sobre nosotros de nuevo en forma de caterva de nostálgicos impostados. Más falsos que un duro de tres cincuenta, tengo claro que a Franco no le temblaría el pulso para detener a la mitad de ellos en aplicación de la muy desigual e injusta Ley de Vagos y Maleantes.

El general se guardó la información incluso para negar el fallecimiento a una de las amantes de Primo de Rivera, una tal María Santos, que se atrevió a requerir al jefe de los sublevados

Mal que me pese, voy a seguir hablando del generalito, que llamarlo “genemalísimo” igual levanta alguna ampolla, y estoy, bien se ve, por lo balsámico. Porque su régimen también fabricó un mártir. Sí: José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS).

Y manipuló Franco el fusilamiento y muerte de José Antonio al punto de que lo ocultó hasta dos años después de ocurrido. Primo de Rivera tuvo poca oportunidad de escapar en su momento y primeras horas de la rebelión, y fue apresado y liquidado sin prácticamente solución de continuidad el 20 de julio de 1936 en el patio número 5 de la cárcel de Alicante. El general se guardó la información incluso para negar el fallecimiento a una de las amantes de Primo de Rivera, una tal María Santos, que se atrevió a requerir al jefe de los sublevados. A tal punto llegaba la cosa que te miraban mal si decías aquello de “José Antonio, ¡presente!”, que lo suyo era decir ¡ausente!, con la esperanza del retorno del carismático líder que nos mandaba hacer “guardia en los luceros” y otras veleidades “castispañistas”, que bien que abusó Falange del mito de Castilla como forjadora de España e Imperios… 

Todo esto a Franco le parecía una chorrada muy gorda, pero abonaba el sentimiento de “lo patrio”, enardecía corazones y aprestaba a la Cruzada contra todo aquel rojerío que había que expulsar de España. El gallego, a lo práctico: con el fin de la contienda y el asentamiento del régimen iría purgando a falangistas díscolos, como Hedilla, que hasta estuvo condenado a muerte. Pero nada, José Antonio el primero de la lista en las paredes de las iglesias de España en el marmóreo homenaje a los caídos.

José Antonio habría acabado, de seguir vivo, molestando a Franco. Lo mismo que Kirk a Trump. El estadounidense ha sido asesinado con 31 años, Primo de Rivera, con 33. Sus proyecciones y paradigma de funcionamiento han sido similares, como lo es la deriva “franquista” del propio Trump. No siendo por edad, a mí me parece que va a volar por los aires el sistema de garantías democráticas de Estados Unidos. “Se la sopla” todo lo que no sea poder o riqueza, y va a hacer lo que hoy, insisto hoy, parece imposible. Pero ahí está la ”ventana de Overton”, ya comentada, para romperla a mazazos.

Y entonces va el niño repipi, levanta la mano y pregunta: señor columnista, ¿a qué viene eso de los “seis meses para olvidar” del título? ¡Ay, queridos niños! Son los que nos quedan para las elecciones autonómicas. Ya os dije que volveríamos a hablar de Mañueco.

Esos nostálgicos de ficción, que vienen al bebedero de la insatisfacción, pretendiendo ser alternativa cuando su programa no es nada más que negación por negación. Haciendo caja en la ignorancia y desesperación del ganadero o agricultor mil veces puteado por una Administración enajenada y ausente de los problemas del contribuyente

Y antes de que me preguntéis por qué os he endilgado este rollo de mártires y manipulación… Pues por eso mismo. Trump consiguió hacer un mártir en un día, o aun en horas. Franco nos vendió el fantasma de José Antonio dos años, y nos lo tragamos, pero bien. Pensad ahora en los próximos seis meses y en lo que nos van a vender a los leoneses ésos que sólo nos miran a través de la urna.

Ese Mañueco, que igual se inventa un mártir en Quiñones, ese hombre al que la Historia juzgará porque prefirió comer a correr en auxilio, esconderse a dar la cara, ocultar e invisibilizar sus auténticas funciones durante los terribles incendios, y ahora nos quiere vender un esquema mercantil, clientelar y a mayor gloria del SOMACYL como solución a nuestros arrasados montes. Los nombres de nuestros mártires los tenemos todos en la cabeza.

Ese Martínez Mínguez, que se pone de perfil cada vez que boquea Óscar Puente, preparándose su cortijo pucelano, ante las narices de Jesús Julio Carnero, que acaba de volver de Bollywood, a ver si Valladolid se viste de India, y poco logro más del pepero, que Puente ya le fabrica la ciudad. Mientras León bosteza en el abandono por parte del Gobierno Central.

Esos nostálgicos de ficción, que vienen al bebedero de la insatisfacción, pretendiendo ser alternativa cuando su programa no es nada más que negación por negación. Haciendo caja en la ignorancia y desesperación del ganadero o agricultor mil veces puteado por una Administración enajenada y ausente de los problemas del contribuyente. Y en las ciudades, azote de inmigrantes que contribuyen a la riqueza del país, promotores de la desigualdad entre sexos y, al fin, destructores del sistema que dicen aborrecer, pero cuyas prebendas y beneficios bien que explotan y sangran.

Y, para unos que nos podían representar, están en la bizantina discusión de lo triprovincial, como si incluir a Salamanca y buena parte de Zamora en el mapa autonómico de un León Solo no fuera el mismo agravio que con la Provincia de León cometieron Martín Villa, Peces-Barba y acólitos “culiacomodados” en los ochenta. Y encima vender que la autonomía se negocia en las Cortes Autonómicas ya es píldora tamaño piedra de molino que no se traga ni con toda el agua del Esla. A Madrid o a la porra, a ver si nos enteramos.

Ya lo dije una vez y lo repito: En esta autonomía de Castiga a León casi no me cabe estar representado. Seguiré contribuyendo, ley obliga, pero tengo seis meses para olvidar todo lo que me digan.
Aunque mejor sería no escucharlo.