Los cinco nombres propios y un puñetazo al VAR

1. Manu Justo – El depredador del área
El delantero fue el gran ejecutor de la noche. Marcó dos goles, el primero desde el punto de penalti tras la falta que él mismo provocó, y el segundo culminando una jugada coral que retrató la descomposición defensiva del Zaragoza.
Más allá de los tantos, Manu Justo ofreció movilidad, lectura y sacrificio. Supo provocar errores, generar espacios y mantener en jaque constante a la defensa maña.
2. Chacón – El artista del golazo
Firmó uno de los tantos más espectaculares de la temporada. Su lanzamiento directo a la escuadra rompió el partido y las esperanzas locales justo antes del descanso.
Chacón no solo aportó talento: también criterio en la medular y capacidad para conectar líneas en el ataque leonés. Fue el jugador que marcó los tiempos del juego y que encendió la chispa de una Cultural que, con él en el campo, fue un equipo más ambicioso y seguro de sí mismo.
3. Cortés – El broche de oro
Saltó al césped en el tramo final y, en apenas un cuarto de hora, dejó su firma con dos goles de calidad. El primero, de volea desde la frontal; el segundo, tras un recorte y disparo seco al palo corto que selló el 0-5 definitivo.
Su entrada aportó oxígeno y profundidad al ataque leonés, además de confirmar que el banquillo de la Cultural también marca diferencias. Cortés fue el encargado de poner la rúbrica a una noche redonda.
4. Bicho – El cerebro entre líneas
El coruñés fue decisivo en el último cuarto de partido y ya había tenido influencia directa en el primer gol. Su pase al espacio dejó solo a Manu Justo, que fue derribado por Sebastián en la acción que derivó en penalti y expulsión.
Bicho se movió con inteligencia entre líneas, dio fluidez al juego y fue un motor silencioso para la Cultural en la transición ofensiva. Cuando el Zaragoza perdió toda organización, él aprovechó para dominar los espacios y conectar con los atacantes con precisión quirúrgica.
5. Paul – La imagen del colapso maño
Si hubo un nombre que simbolizó el hundimiento del Zaragoza, ese fue Paul. El centrocampista costamarfileño perdió los nervios al descanso, cuando su equipo ya caía 0-2 y jugaba con uno menos. En un gesto tan inexplicable como decisivo, rompió el monitor del VAR con un puñetazo, lo que le costó la expulsión directa y dejó a su equipo con nueve jugadores para la segunda mitad.