Villafranca del Bierzo celebra sus Maios: un canto colectivo a la primavera
Villafranca del Bierzo ha vuelto a vivir con intensidad una de sus tradiciones más singulares: los Maios, una celebración con siglos de historia que ha transformado las calles de la villa en un verdadero homenaje a la primavera. Declarada Fiesta de Interés Provincial, esta jornada ha recuperado el alma popular de la comarca, mezclando elementos rituales, música tradicional y un profundo respeto por el entorno natural.
Desde primera hora, los vecinos se han volcado en la preparación de los maios, figuras humanas elaboradas con cañaveiras, una planta silvestre que crece en los márgenes del río Burbia. Con ellas, han desfilado por los distintos barrios entonando coplas tradicionales y pidiendo castañas, como dicta la costumbre ancestral.
Balcones engalanados y flores en cada rincón
Como parte de esta bienvenida simbólica a la estación florida, los balcones de la villa se han adornado con xestas, carqueixas y flores silvestres, en un gesto colectivo de alegría y renovación. Esta estética efímera ha servido de escenario perfecto para los pasacalles, reforzando el vínculo entre la comunidad, la naturaleza y la memoria colectiva.
Un canto común y una comida compartida
El momento más emotivo ha tenido lugar a las 14:00 horas en la Plaza Mayor, donde los distintos grupos participantes se han reunido para entonar al unísono la emblemática copla: “Levántate maio, bastante durmiche…”, símbolo del despertar de la primavera y de la vida que brota de la tierra.
Tras la música y la emoción, ha llegado el momento de compartir mesa y mantel. Como es tradición, los asistentes han celebrado una comida campestre en el Campairo, reforzando los lazos comunitarios en un entorno natural que es parte esencial de esta fiesta.
Una herencia viva
Los Maios de Villafranca del Bierzo han demostrado una vez más su capacidad para unir generaciones en torno a un legado común. Niños, jóvenes y mayores han contribuido a mantener viva una celebración que no solo marca el cambio de estación, sino que también preserva una forma de entender el mundo y la identidad berciana.
Con cada cañaveira trenzada y cada verso entonado, Villafranca ha vuelto a decirle al calendario que la primavera, aquí, no solo llega: se canta, se viste y se celebra.