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Mensaje de Navidad

Felipe VI alerta de una "inquietante crisis de confianza" en la democracia española

El Rey advierte en su mensaje de Navidad de que la tensión política provoca “hastío, desencanto y desafección” y llama al diálogo, la ejemplaridad institucional y la empatía social
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El Rey Felipe VI ha utilizado su tradicional mensaje de Navidad, el de mayor alcance del año, para lanzar una advertencia directa sobre el estado de la democracia.

El Rey Felipe VI ha utilizado su tradicional mensaje de Navidad, el de mayor alcance del año, para lanzar una advertencia directa sobre el estado de la democracia. En un discurso centrado casi por completo en la convivencia, el jefe del Estado ha alertado de la existencia de una “inquietante crisis de confianza” que afecta a las instituciones y al ánimo de los ciudadanos, y ha recordado las “consecuencias funestas” que en el pasado tuvo el auge de “los extremismos, los radicalismos y los populismos”.

“La tensión en el debate político provoca hastío, desencanto y desafección”, ha señalado, en una intervención marcada por un tono sobrio y reflexivo, pero también por un llamamiento explícito a rebajar la confrontación y reforzar los valores democráticos.

Un mensaje breve y con un eje central

Por primera vez, Felipe VI ha pronunciado su discurso de pie, reforzando una imagen de dinamismo. El mensaje ha sido además el más corto de los doce que ha dirigido a los españoles desde su proclamación en 2014. A diferencia de otros años, el Rey ha evitado repasar una larga lista de problemas y ha optado por concentrarse en una idea clave: la necesidad de “preservar la confianza en nuestra convivencia democrática”.

El escenario elegido ha sido de nuevo el Palacio Real y, en concreto, el Salón de Columnas, un espacio cargado de simbolismo europeo. Allí, el 12 de junio de 1985, se firmó la adhesión de España a las Comunidades Europeas, un aniversario que el monarca ha querido recordar como un paso “ilusionante y movilizador” para el país.

Europa y la Transición como referentes

En sus primeras palabras, el Rey ha destacado que la integración europea no solo trajo “modernización y progreso económico y social”, sino que también contribuyó a afianzar las libertades democráticas. A ese recuerdo ha sumado el 50 aniversario del inicio de la Transición democrática, a la que se ha referido como “ante todo, un ejercicio colectivo de responsabilidad”.

Sin mencionar a Juan Carlos I, Felipe VI ha subrayado que aquel proceso permitió que “el pueblo español en su conjunto fuera el verdadero protagonista de su futuro y asumiera plenamente su poder soberano”. La Constitución, ha recordado, fue “lo bastante amplia como para que cupiéramos todos”.

Un contexto actual “ciertamente exigente”

Ese legado histórico ha servido de antesala para describir un presente complejo. El Rey ha enumerado algunos de los principales desafíos actuales: la inflación que limita las posibilidades de progreso, el elevado coste de la vivienda que dificulta los proyectos vitales de los jóvenes, la incertidumbre laboral ligada a la revolución tecnológica y los efectos del cambio climático, con consecuencias “en ocasiones trágicas”, como la dana de Valencia.

Estos problemas, ha advertido, “no se resuelven ni con retórica ni con voluntarismo”, sino que exigen “voluntad, perseverancia y visión de país”. Para afrontarlos, ha insistido, es imprescindible compartir objetivos comunes, porque “la raíz de todo proyecto compartido es la convivencia”.

La convivencia como construcción frágil

El núcleo del discurso ha llegado al abordar la fragilidad de esa convivencia. “No es un legado imperecedero”, ha afirmado, sino una “construcción frágil” que necesita del cuidado constante de todos. Su principal amenaza, según Felipe VI, es la pérdida de confianza, un terreno fértil para “los extremismos, los radicalismos y populismos”, alimentados por “la desinformación, las desigualdades, el desencanto con el presente y las dudas sobre cómo afrontar el futuro”.

Tras recordar que estos fenómenos tuvieron “consecuencias funestas en el pasado”, el Rey ha hecho un llamamiento a “preservar la confianza en la convivencia democrática”.

Líneas rojas en el debate político

Sin señalar a responsables concretos ni “buscar responsabilidades ajenas”, Felipe VI se ha preguntado qué límites no deberían cruzarse nunca en la vida pública. Entre ellos ha citado el “respeto en el lenguaje”, la “escucha de las opiniones ajenas”, la “especial ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos”, la empatía y la centralidad de la dignidad humana, “sobre todo de los más vulnerables”.

“El miedo solo construye barreras y genera ruido [que] impiden comprender la realidad en toda su amplitud”, ha advertido, en un mensaje que llega en pleno clima de polarización política.

Un llamamiento al optimismo compartido

Frente a ese escenario, el jefe del Estado ha recordado que “en democracia, las ideas propias no pueden ser dogmas; ni las ajenas, amenazas”, y que “avanzar consiste en dar pasos, no correr a costa de la caída del otro”.

Para cerrar su mensaje, Felipe VI ha querido trasladar una nota de confianza: cada época tiene sus desafíos y los actuales no son mayores que los superados hace medio siglo. “Podremos lograr nuestros objetivos, con aciertos y errores, si los emprendemos juntos; participando todos, orgullosos, de ese gran proyecto de vida en común que es España”, ha concluido.

Como es tradición, el Rey se ha despedido en su nombre y en el de la Reina, la princesa Leonor y la infanta Sofía, deseando feliz Navidad en castellano, euskera, catalán y gallego.