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"Los yugoslavos", la nueva obra de Juan Mayorga, aterriza en el Bergidum

La función, prevista para el jueves 4 de diciembre, reúne a Luis Bermejo, Javier Gutiérrez, Marta Gómez y Alba Planas en una historia que explora el poder de las palabras y los silencios
Los yugoslavos
Representación teatral 'Los yugoslavos'.

Luis Bermejo y Javier Gutiérrez protagonizan, junto a Marta Gómez y Alba Planas, “Los yugoslavos”, la última producción de Juan Mayorga, estrenada en el espacio madrileño que el propio autor dirige, el Teatro de la Abadía. Un texto profundo, poético y sugerente que resalta el poder de las palabras y los silencios y que cerrará el programa de abono de otoño del Teatro Bergidum el próximo jueves, 4 de diciembre.

El origen de una historia sobre las palabras

“Mi abuelo tenía un bar y cada noche volvía contando historias que acababa de vivir con sus clientes. Supongo que ahí nació mi deseo de escribir esta obra”, explica el autor de esta pieza que para Mayorga trata “de uno de los asuntos que con más insistencia me ocupan: lo que hacemos con las palabras y lo que las palabras hacen con nosotros”. 

Todo empieza cuando un camarero pide ayuda a un cliente a quien ha visto levantar, con palabras, el ánimo de otro. Lo que el camarero ruega a ese desconocido es que hable a su esposa, hundida en la tristeza y el silencio. El camarero espera que el cliente descubra las palabras salvadoras que él no es capaz de encontrar para su mujer. Una obra sobre el amor, la tristeza, la búsqueda de un lugar y la esperanza en las palabras. Sus personajes son dos hombres que intercambian palabras y dos mujeres que intercambian mapas.

Silencios que hablan

El montaje tiene un carácter hipnótico, con un uso de los silencios de forma tan relevante como los diálogos, que invita a la reflexión sobre la tristeza, la pérdida, la búsqueda de identidad y la dificultad de la comunicación, y genera un debate posterior entre los espectadores.

Las interpretaciones de Bermejo y Gutiérrez han sido elogiadas por ser profundamente humanas y por su habilidad para expresar la soledad y la tristeza de los personajes. Ambos rayan a gran altura, destacando la escena inicial en la que, sin articular palabra, son capaces de comunicar muchos aspectos de lo que ocurre alrededor de ese bar.