"Creía que en León no había fe joven hasta que encontré a gente de mi edad viviendo lo mismo"
A Elena Martínez Álvarez se la escucha hablar con la claridad de quien ha ido encontrando su camino sin prisas, casi sin darse cuenta, enlazando decisiones que en su momento parecían aleatorias y que hoy encajan como piezas de un puzle. "Yo venía toda la vida queriendo estudiar Medicina", recuerda. "Pero era superaprensiva con la sangre. No era lo mío", comenta.
Esa certeza la empujó a mirar hacia otros horizontes: las Relaciones Internacionales y la Historia, un doble grado que solo ofrecían dos universidades en España. "Yo quería ir a Madrid. Pamplona ni la contemplaba. Era mi cuarta opción", comenta. Pero bastó una visita al campus de la Universidad de Navarra para que algo dentro hiciera 'clic'. "Fui y dije 'yo me quiero quedar aquí'. Y aquí llevo seis años".
Pamplona y un despertar inesperado
Lo que parecía una elección puramente académica acabó siendo un descubrimiento personal. Elena siempre había vivido la fe en casa, pero más como costumbre que como experiencia. En la Universidad de Navarra encontró un ambiente donde la espiritualidad formaba parte del día a día con una naturalidad que nunca había vivido. "Yo nunca había tenido amigos con los que pudiera ir a misa o compartir esto hasta que llegué aquí", afirma.
No se trataba de pertenecer a ningún movimiento, sino de convivir con jóvenes que rezaban con sencillez, que compartían inquietudes y que le mostraron que la fe podía ser algo vivo. Poco a poco pasó de practicar por rutina a relacionarse con Dios de una manera más consciente y personal.
La JMJ que lo cambió todo
El gran salto llegó en 2023. Las plazas para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa estaban agotadas en Pamplona, pero en León -y casi por casualidad- descubrió que la Pastoral Juvenil acababa de nacer y aún tenía hueco. Se apuntó sin pensarlo.
Lo que vivió allí la desmontó por dentro: millones de jóvenes de todo el mundo celebrando la fe con una energía que jamás había visto. "Toda la vida había pensado que era cosa de mayores… y de repente te ves rodeada de gente de tu edad. Fue un shock".
Desde entonces, los viajes se fueron hilando: el Camino Portugués en 2024, el Jubileo de Roma en 2025 y la sensación creciente de que en León estaba naciendo algo nuevo.
Effetá: un regalo que se devuelve
Entre todas sus experiencias, Effetá ocupa un lugar especial. "Es un retiro de jóvenes para jóvenes, envuelto en un secreto que no busca misterio, sino que cada uno lo viva sin expectativas previas". Elena lo hizo en 2024. Y como solo se puede vivir una vez, este año volvió, pero para servir.
"Es como devolver el regalo que recibiste", cuenta. Allí se encuentra gente de todo tipo: bautizados y no bautizados, creyentes y personas que nunca han tocado una Biblia. Y precisamente esa mezcla es parte de su fuerza.
León, una comunidad que despierta
Elena reconoce que durante años creyó que en León no había jóvenes creyentes. Solo veía iglesias llenas de personas mayores. Pero ahora siente que algo está cambiando: grupos que nacen, actividades que se llenan, una comunidad que empieza a reconocerse.
"Me alegra muchísimo ver que en León también hacemos cosas guays, que no somos cuatro gatos y que la fe también puede vivirse siendo joven", afirma.
Mirar al futuro sin prisas
Mientras su vida espiritual crece, también lo hace su inquietud académica. Apasionada de la geopolítica y de los idiomas, está decidida a hacer un máster en economía, empresa internacional o análisis de riesgos políticos.
Le atrae la consultoría estratégica y quiere explorar ese mundo sin la presión de tenerlo todo claro. "Probaré por ahí y si me gusta, pues para adelante y si no, pues otra cosa”, dice. Como aquel día en Pamplona, como Lisboa o como Effetá.
Y quizá por eso habla con serenidad: porque sabe que lo que hoy parece casualidad, mañana tendrá sentido.