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365 leoneses | David de Juan, artista

"Cuando me contaron que alguien quería tatuarse una de mis obras, supe que había merecido la pena"

A los 23 años, David de Juan Rojas debuta en el Claustro Abierto de los Capuchinos con Upphaf og Endi, una muestra de siete piezas digitales inspiradas en la mitología nórdica y el arte cristiano medieval

David de Juan
David de Juan al frente de una de sus obras de la exposición 'Upphaf og Endi'.

David de Juan Rojas creció rodeado de historias fantásticas. “Mis padres me contaban relatos de caballeros y dragones, y yo los escuchaba fascinado y preguntando ilusionado por esas fantásticas historias”, recuerda. Aquella curiosidad infantil pronto encontró una vía natural en el dibujo.

El joven leonés estudió en el colegio Marista San José y durante aquella etapa sus profesores ya intuían que había algo diferente en sus trazos. Entre ellos, menciona con especial cariño a Carlos Cuenllas, “quien siempre me estuvo animando en las clases y me dejó libertad para experimentar, algo que me ayudó muchísimo a desarrollar mi creatividad”, recuerda.

Con el paso de los años su pasión por lo medieval fue creciendo. “Me encantaban las historias limpias, las que presentaban una distinción clara entre el Bien y el Mal, donde siempre se puede aprender, incluso de los detalles más pequeños”, explica. Para él, la fantasía nunca estuvo desconectada de la realidad, sino que funcionaba como una forma de mirar el mundo.

Fascinado por la mitología nórdica

En la adolescencia, su interés abrazó también los mitos nórdicos. "Aunque comparten época con la Fe Cristiana, se diferencian en algunos aspectos: En la mitología nórdica, el valor nace de la guerra; en la Fe Cristiana, del amor. Pero comparten (como todas las creencias) el conocimiento de la Ley Natural del Bien y el Mal", reflexiona. Lo que comenzó como una afición por los vikingos se transformó en un estudio profundo. “Cada nuevo descubrimiento incrementa mi amor por esta cultura. Por eso no dejo de estudiarla”, afirma. 

Ocho meses de trabajo y nervios

En cuanto a su formación, David, estudió Bellas Artes en la Universidad de Salamanca, donde unió técnica y pasión. Su Trabajo de Fin de Grado fue el punto de partida de su primera exposición, Upphaf og Endi (“Principio y fin”), compuesta por siete cuadros que combinan mitología nórdica, espiritualidad y estética medieval cristiana. “Nunca había expuesto más allá de los ejercicios de clase a mis compañeros, así que ha sido una experiencia completamente nueva”.

“Cuando propusimos exponerla en el Claustro de los Capuchinos, me sentí feliz al saber que les interesaba tanto, pero admito que también muy nervioso por dar lo mejor de mí... en realidad me preocupaba más esto que el trabajo que iba a suponer”, confiesa.

Ocho meses de preparación culminaron en una inauguración que superó sus expectativas. “Ver que la gente se interesaba por las historias y las entendía fue una satisfacción indescriptible y también una sensación de haber alcanzado un objetivo. Al final ese era el sentido de la obra”.

Una valquiria para la piel

Entre las anécdotas que conserva de su debut, hay una que recuerda con especial cariño. “Me comentaron que una chica buscaba un diseño de valquiria para tatuarse, pero las que vio en centros de tatuaje no le convencían. Y por lo visto cuando vio las mías, quiso hacer una foto y usarlas como inspiración. Me sentí realmente orgulloso de que alguien quisiera llevar en su piel algo creado por mí”.

"León puede ser tan reconocida como Madrid en el mundo del arte"

David tiene clara su visión sobre el arte en su ciudad. “León puede ser tan reconocida como Madrid en el mundo del arte. Tiene historia, patrimonio, instituciones de renombre y grandes artistas”, afirma. Y no olvida el apoyo recibido en esta primera exposición. “Tuve la suerte de que Eva y Raquel, las comisarias, se interesaran por mi trabajo y me cedieran el espacio. Les estoy infinitamente agradecido”.

Más allá de la pintura digital

Además de su trabajo visual, el joven explora la poesía. “Utilizo los kenningar (apodos poéticos de los textos nórdicos) para crear poemas de estilo medieval sobre un caballero y su dama. La primera parte de esta historia ya está terminada y en más de un estilo narrativo”, comenta. “Jugueteo con muchas de las artes, sobre todo si me acercan al mundo medieval”, confiesa.

Su objetivo es seguir creando, sin límites ni etiquetas. “Estos poemas son el inicio de obras que espero poder compartir pronto, e incluso pienso transformarlos en novela”, adelanta.

El niño que dibujaba dragones

Hoy, con 23 años, aquel niño que dibujaba dragones sigue aprendiendo y soñando. “Nunca dejo de aprender y me encanta descubrir cosas nuevas de gente que comparte mis gustos”, dice. Con su primera exposición, David de Juan Rojas confirma que la fantasía de la infancia puede transformarse en arte con voz propia: un puente entre el mito y el mundo actual.