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Juicio en León a la 'reina de la burundanga': "Ella tenía un móvil para intentar matarnos"

Natalia Torices, a juicio por drogar con burundanga a siete personas para saldar sus deudas de juego | La joven leonesa se enfrenta a una petición fiscal de 17 años de prisión por cinco intentos de homicidio y varios delitos de lesiones

El caso de Natalia Torices, una joven leonesa acusada de haber drogado a al menos siete personas con escopolamina (burundanga) para obtener ventajas económicas, ha llegado esta semana a juicio en la Audiencia Provincial de León. La vista oral ha generado una enorme expectación mediática, con la presencia de medios de comunicación nacionales y regionales que han desplazado equipos hasta el Palacio de Justicia para seguir el proceso, marcado por acusaciones de intoxicación, estafa, suplantación y falsificación.

Torices, que llegó al edificio judicial en taxi y con el rostro parcialmente cubierto por una mascarilla —que el tribunal le obligó a retirar en sala— declarará en último lugar, el viernes, acompañada de su abogado, Carlos López.

Una trama de engaño y traición

La acusación sostiene que Natalia Torices utilizó burundanga para anular la voluntad de sus víctimas, todas ellas pertenecientes a su círculo cercano, con el objetivo de obtener dinero y bienes que le permitieran hacer frente a importantes deudas derivadas del juego. Entre las personas afectadas figuran amigos íntimos, miembros de una misma familia que la acogió como a una hija, e incluso un compañero de trabajo de su padre. 

La investigación ha determinado que manipulaba las bebidas de sus víctimas, quienes posteriormente sufrían episodios de desorientación, mareo, pérdidas de conciencia e incluso alucinaciones. Uno de los primeros casos documentados afectó a un trabajador, amigo del padre de la acusada, quien declaró haber perdido el conocimiento tras tomar un café con ella. El estado de confusión fue tan severo que llegó a ingresar en la UCI.

“Estuve tres horas inconsciente en su casa y ella ni se inmutó”

Una de las declaraciones más impactantes fue la de una amiga íntima de Torices, hija del empresario fallecido que supuestamente le prestó grandes sumas de dinero. Relató cómo, tras compartir una consumición con Natalia, empezó a desorientarse y a golpearse contra las paredes:

“Me ponía malísima, como si tuviera los pies atados al suelo. Ella lo hacía como si nada, incluso me grabó mientras estaba drogada. Estuve tres horas inconsciente en su casa y no me abrió ni la puerta del coche”.


El relato y las claves

➡️ “Era una más en la familia”. Es la afirmación que repitieron hoy varios testigos miembros de una misma familia víctima de la conocida como ‘reina de la burundanga’.
➡️ La joven hizo creer a esta familia, en la que el padre padecía un cáncer que finalmente no superó, y en la que se integró a través de las hijas, que tenía un tumor cerebral para el que precisaba determinados tratamientos que no podía sufragar porque no podía acceder a su dinero, bloqueado supuestamente por asuntos familiares. 
➡️ “¿Nunca la vimos jugar al póker. ¿Cómo le voy a estar dando dinero de mi familia para jugar, si somos una familia humilde?”, declaró en su día el padre y su viuda refrendó hoy su testimonio. “Nunca le dimos ese dinero para jugar al póker ‘online’. Nos hizo creer que jugaba con extractos de mucho dinero, pero dudo que jugara”, señaló respecto a la acusada, que aseguró durante el proceso estar siendo financiada por ellos para ese fin.
➡️ La acusada enviaba a esta familia supuestas imágenes de los tratamientos que recibía en ciudades como Madrid, Barcelona o Pamplona, aunque en ninguna de las fotografías aparecía su rostro salvo en una ocasión que posteriormente se supo que había sido intervenida para practicarle una liposucción. “Quería dar pena, decía que le daban meses de vida, que sabía que se iba a morir”, manifestó una de las declarantes.
➡️ Otros de los testigos que compareció en la Audiencia Provincial de León fue un hombre, compañero de trabajo del padre de la ‘reina de la burundanga’, al que pidió acompañarla a un concesionario de coches y que después de tomar algo con ella se sintió indispuesto y tuvo que ser llevado al hospital, al igual que otra joven amiga suya.
➡️ Natalia T.G. nunca tuvo trabajo conocido, pero los testigos aseguraron hoy que tenía un alto nivel de vida. “Le gustaba mucho estar fuera de casa, vivir bien”, señaló una de las declarantes.
➡️ El ‘modus operandi’ se repitió en cada caso, de forma que acudía a bares con las víctimas y pedía bebidas que siempre llevaba ella a las mesas. Tras ingerirlas, las cinco personas afectadas sufrieron diversos síntomas que requirieron asistencia sanitaria de urgencia y traslado a un centro hospitalario e incluso ingresos en la Unidad de Cuidados Intensivos. 

La hermana de esta víctima también testificó, describiendo el deterioro sufrido por su padre tras otro episodio de intoxicación: “No era él. Decía cosas incoherentes, estaba muy mareado. Natalia solo se preocupaba por los resultados de los análisis”.

Ambas hermanas coincidieron en que el patrón se repetía siempre: Natalia traía las bebidas, aparecía un sabor amargo y después comenzaban los síntomas. Una de ellas sentenció con contundencia: “Tenía un móvil para matarnos”.

Manipulación, suplantaciones y falsas enfermedades

Según el relato de las víctimas, Natalia Torices usaba el móvil de sus allegados para gestionar cuentas bancarias, enviar correos e incluso cambiar planes de inversión en su beneficio. También se aprovechaba de la confianza de quienes la rodeaban, llegando a entrar y salir de sus casas con libertad. “Era como una hija más”, declaró la madre de dos de las perjudicadas.

El relato de esta mujer aporta otro matiz revelador: la simulación de una grave enfermedad. Torices habría convencido a la familia de que padecía cáncer, presentando incluso falsos informes médicos y fotografías en hospitales para conseguir financiación. “Nos pidió dinero para ir a Houston, decía que allí era mejor el tratamiento”, explicó la testigo, quien luego descubrió que esas fotos correspondían a una intervención estética.

“Nos enseñó extractos bancarios con saldos de nueve millones de euros, pero todo era falso. Usaba mi móvil para mandar correos. Yo pasé miedo, creo que quería matarnos”, afirmó, visiblemente afectada.

Un préstamo millonario que destapó la mentira

El proceso también incluye la declaración grabada de un empresario leonés ya fallecido, padre de dos de las víctimas y uno de los principales perjudicados por la presunta estafa. Torices le habría pedido dinero apelando a su empatía como paciente oncológico, lo que derivó en préstamos por valor de hasta 195.000 euros.

“Tú me entiendes porque los dos estamos pasando por lo mismo”, le habría dicho la acusada.
“Nos estaba reclamando el dinero y ella no lo devolvía. Al final nos dimos cuenta de que nos estaba engañando”, declaró el empresario en su día.

En su testimonio llegó a reconocer que consideraban lo ocurrido como un intento de envenenamiento.

La defensa niega la legalidad de las pruebas

Durante la primera jornada del juicio, la defensa de Natalia Torices intentó invalidar algunas de las pruebas aportadas por la acusación, como los mensajes de WhatsApp hallados en el móvil de la acusada, alegando que fueron obtenidos de manera ilegal y violando su intimidad. También cuestionó la validez de los documentos que reflejan la deuda, como uno manuscrito donde la cifra aparece rebajada de 200.000 a 2.000 euros.

En uno de los cruces más tensos de la sesión, el abogado defensor puso en duda que un documento sobre partidas de bingo hubiera sido escrito por una de las testigos: 
“Eso estaba en mi móvil, pero no lo hice yo. No es mi letra”, replicó la mujer.

El juicio sigue con Natalia Torices como última en declarar

El juicio continuará a lo largo de la semana, con la esperada declaración de Natalia Torices prevista para el viernes. La joven afronta acusaciones por delitos de estafa, falsedad documental, lesiones y contra la salud pública. Mientras tanto, las víctimas relatan con angustia cómo su confianza fue traicionada por alguien a quien consideraban parte de la familia.

Con un tribunal que aún debe resolver si admite o no algunas de las pruebas impugnadas, el caso se perfila como uno de los más complejos y mediáticos de los últimos años en León, donde la aparente fragilidad de la acusada se contrasta con la frialdad y la premeditación que describen los testimonios.

La pregunta que muchos se hacen ahora es si, más allá del daño económico, hubo realmente una intención más oscura en los actos de Natalia Torices. Como señaló una de las víctimas: “No quería devolver el dinero. Tenía un móvil para intentar envenenarnos”.