El nuevo Palacio de Congresos de León: un 'Lego' en construcción con visión de futuro
“Es como armar un Lego, pero en tamaño real”. Así describen desde el estudio de arquitectura Rodríguez Valbuena el complejo proceso de recuperación de la Antigua Azucarera de León, destinada a convertirse en el futuro Palacio de Congresos. La obra, impulsada por la empresa Decolesa, comienza a dar forma a un espacio público único, que rescata el valor histórico e industrial del enclave para dotarlo de nuevos usos culturales y sociales.
La intervención, que se presenta como transitoria, parte de un presupuesto de 4,45 millones de euros, una cifra muy inferior a los casi 15 millones proyectados en su día por el arquitecto francés Dominique Perrault, de los que apenas se ejecutaron trabajos por valor de 901.103 euros. A pesar de estas limitaciones, el planteamiento actual ofrece una solución estructural flexible, capaz de adaptarse tanto al proyecto original como a futuras necesidades.
Espacios con identidad y función social
Uno de los elementos clave de esta nueva fase es la recuperación simbólica de la chimenea original de la azucarera, que se convertirá en un “hito reconocible” dentro de una plaza con árboles, parasoles y un pequeño jardín. Se apuesta también por la creación de espacios abiertos y versátiles: una zona de proyección para cine al aire libre, elementos horizontales para instalaciones temporales de luz y sonido, y áreas adaptables para eventos culturales.
El corazón del nuevo Palacio se situará en las naves ya cerradas, donde se ha previsto “el acondicionamiento de un espacio como área para congresos de formato pequeño”, lo que responde a una demanda local real. Además, se incluirá una cafetería en el Palacín, aunque el informe técnico expresa ciertas dudas sobre la idoneidad de esta ubicación mientras el Palacio de Exposiciones siga concentrando la mayor parte del uso público.
Realismo y viabilidad como hoja de ruta
El proyecto ha pasado por la evaluación de un grupo de siete expertos, cuyo juicio técnico lo califica como “uno de los más realistas y viables”, destacando su coherencia con la idea de que esta fase sea “un apeo entre la actual decadencia y el anuncio de un futuro prometedor”. La propuesta, además, se distingue por su eficiencia material y su capacidad para ofrecer una imagen renovada sin grandes despliegues presupuestarios.
A la espera de nuevas inversiones por parte del Gobierno y la Junta de Castilla y León que permitan completar la cubierta y equipar todo el complejo, León avanza en la rehabilitación de su patrimonio industrial con paso firme, aunque sin certezas absolutas. El viejo recinto fabril, pieza a pieza, se transforma en un escenario abierto al diálogo entre pasado, presente y futuro.