Los relojes (de sol) de la Catedral de León
La Catedral de León guarda un patrimonio poco conocido por muchos visitantes: cinco relojes destinados a medir el paso del tiempo, cuatro de ellos solares. Estos relojes de piedra, distribuidos principalmente en el costado sur del templo, constituyen un vestigio singular de la forma en que antiguamente se leía la hora a través de la luz solar. A esta colección se suma un curioso reloj mecánico de una sola aguja, visible en la torre sur.
Pero el número podría no estar cerrado. Desde el propio templo se deja abierta la posibilidad de que existan otros relojes solares aún no localizados, quizá disimulados entre las múltiples intervenciones arquitectónicas que ha sufrido el edificio desde el siglo XIII.
Relojes que miran al sol
El conjunto más destacado se halla en la fachada sur, donde se encuentran tres relojes solares muy próximos entre sí. A estos se añade un cuarto dispositivo, también solar, pero instalado de manera independiente. El más visible y mejor conservado de todos ellos es un reloj vertical orientado hacia el este, cuyo cuadrante de piedra está grabado con líneas horarias que van de las 6:00 a las 16:00 horas, marcadas con números arábigos.
El gnomon, es decir, la pieza metálica que proyecta la sombra para indicar la hora, adopta una forma triangular. Grabado en la piedra se pueden distinguir las iniciales "G.R." en la parte superior izquierda y la cifra "45º" a la derecha, posiblemente haciendo referencia a una latitud o a una inclinación asociada al sistema solar del lugar.
Un reloj mecánico con símbolos celestes
Además de los relojes solares, la torre sur alberga un reloj mecánico poco común, dotado de una única aguja decorada con símbolos astrales. En uno de sus extremos se representa el sol y en el otro la luna, unidos por una estrella de ocho puntas que actúa como eje central de la manecilla.
Este símbolo, vinculado tradicionalmente a Tartessos, antigua civilización del suroeste peninsular, añade una dimensión mítica al dispositivo, ya que esa isla legendaria en el Guadalquivir ha sido vinculada con la Atlántida en diversos relatos históricos y filosóficos.
Las estaciones marcadas en un rostro
Este reloj mecánico no solo mide el tiempo, sino que también representa el ciclo estacional a través de cuatro rostros tallados que simbolizan las estaciones del año. Cada uno tiene rasgos faciales distintos —variaciones en la anchura de la cara y la forma de la nariz— y aparece soplando hacia el centro de la esfera, en alusión a los cambios de clima y viento característicos de cada estación.
Los rostros flotan sobre un fondo ondulado de tonos grisáceos, que simulan el caos primigenio. A pesar del desgaste del material, aún se adivinan pequeñas estrellas de ocho puntas repartidas en el fondo, reforzando la simbología celeste del conjunto.
Un patrimonio por descubrir
El tiempo, inmortalizado en piedra y metal, sigue marcando la historia en la Catedral de León. Para quienes exploran su fachada con detenimiento, los relojes se convierten en una ruta paralela al arte gótico: un viaje al modo en que los antiguos comprendían la luz, las estaciones y el cosmos. Con la posibilidad abierta de que existan más relojes ocultos, la Pulchra Leonina no deja de ofrecer nuevos misterios a quienes deciden mirar más allá de lo evidente.