Addoor Sticky

La tragedia que no tiene fin en un sector de carácter residual: dos minas reabiertas, siete muertos, seis de ellos leoneses

Familiares y amigos acompañan el cuerpo de Anilson Soares durante su funeral en Villablino. Foto: Peio García
En solo ocho meses, Cerredo y Vega de Rengos suman dos siniestros mortales y seis víctimas de origen leonés | Una actividad mínima golpeada por una siniestralidad máxima

La muerte de dos mineros en la explotación de Vega de Rengos, en Cangas del Narcea, ha dejado sobre la mesa una cuestión de enorme calado: ¿Cómo es posible que en un sector residual pierdan la vida siete trabajadores en solo ocho meses?

El Principado de Asturias, donde se han reabierto las explotaciones y hacia donde se enfoca la masa laboral que en otro tiempo realizaba su actividad en Laciana o El Bierzo, obliga a revisar de nuevo la seguridad en las minas reabiertas. 

El suceso, ocurrido el pasado viernes, es el segundo accidente mortal en menos de un año en un sector que hoy apenas cuenta con tres explotaciones en activo: Pilotuerno (Tineo), Miura (Ibias) y la propia Vega de Rengos.

El balance de víctimas en 2024 es especialmente duro para la comarca leonesa del Bierzo y Laciana, origen de seis de los siete fallecidos. En Cerredo perdieron la vida los mineros Iván, Rubén, Jorge, Amadeo y David —cuatro lacianiegos y un berciano— y en Rengos murieron Óscar y Anilson, este último también residente en Laciana y hermano de otro trabajador fallecido años atrás.

IU presiona al PSOE en medio de la inquietud creciente

La sucesión de accidentes ha tensado las relaciones en el Gobierno autonómico. Aunque el presidente Adrián Barbón y la delegada del Gobierno, Adriana Lastra, defendieron inicialmente las condiciones de la explotación de Rengos, el socio de coalición del PSOE, Izquierda Unida, ha expresado su preocupación por el aumento de la siniestralidad.

El consejero de Ordenación del Territorio y líder de IU, Ovidio Zapico, situó el problema dentro de un marco más amplio: Asturias acumula diecinueve muertes laborales en lo que va de año, siete de ellas en minas que operan ya en un escenario muy distinto al de la minería tradicional. También puso el acento en el papel de la Brigada de Salvamento Minero, cuya continuidad había estado en debate hasta hace apenas unos días.

El retorno de la extracción tras el cierre europeo de 2018

El actual mapa minero es una versión mínima del que existía antes de que la normativa de la Unión Europea obligara al cierre de las explotaciones de carbón deficitarias en 2018. La pandemia alteró ese horizonte: algunas compañías vieron margen para retomar la actividad gracias a los fondos europeos gestionados por el Instituto para la Transición Justa.

A partir de 2022 comenzaron los trabajos de rehabilitación en la mina a cielo abierto de Tormaleo y más tarde en Buseiro y Cerredo. La reapertura llegó acompañada de proyectos de investigación y de extracción de nuevos materiales, tanto en superficie como en el subsuelo.

Una generación sin relevo y un conocimiento que se desvanece

Entre los vecinos del Suroccidente y los antiguos mineros existe un temor creciente: la experiencia acumulada durante décadas se perdió cuando las plantillas fueron jubiladas o prejubiladas. La formación obligatoria que antaño recibía cualquier trabajador antes de bajar a un pozo desapareció tras 2018, y muchos veteranos insisten en que esa falta de aprendizaje práctico complica la detección temprana de señales de riesgo.

El día del accidente de Vega de Rengos, numerosos mineros retirados esperaban en la entrada del yacimiento. Muchos coincidían en que la reapertura de instalaciones tras años de abandono exige una vigilancia extrema en galerías donde la estabilidad de la montaña puede cambiar sin avisar.

Un debate que vuelve al primer plano

Los dos accidentes mortales en Cerredo y Rengos han reabierto un debate que el Principado creía superado: si el regreso de la actividad extractiva está avanzando más deprisa que la reconstrucción de un sistema sólido de prevención, inspección y formación.

La minería, hoy residual en la economía asturiana, vuelve a situarse en el centro de la agenda política por una razón amarga: el sector en mínimos es el que más muertes acumula en lo que va de año. El reto para el Gobierno autonómico pasa ahora por garantizar que la nueva minería no lleve consigo los riesgos del pasado y que las medidas de seguridad vayan al ritmo que exige una actividad donde un error puede costar la vida.