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Los vecinos de San Andrés organizan jornadas de limpieza y denuncian la presencia de ratas

La iniciativa ciudadana responde al deterioro de parques y zonas comunes, y lanza un mensaje directo al Ayuntamiento ante la falta de medidas eficaces
Roedores fotografiados por los vecinos de San Andrés del Rabanedo en los últimos días.
Roedores fotografiados por los vecinos de San Andrés del Rabanedo en los últimos días.

Los vecinos de San Andrés del Rabanedo han decidido tomar la iniciativa y poner solución a un problema que lleva tiempo generando preocupación: la acumulación de basura y la falta de mantenimiento en diferentes espacios del municipio. 

La pasada semana decenas de vecinos se unieron en una hacendera espontánea para limpiar zonas como el Parque Juan Pedro Aparicio y la pasarela cercana, dos enclaves especialmente afectados por la dejadez institucional.

El malestar ciudadano ha sido el catalizador de esta acción comunitaria, que no solo busca mejorar el entorno inmediato, sino también visibilizar una queja que se repite desde hace meses: la necesidad urgente de un plan de limpieza efectivo.

Espacios verdes, los más perjudicados

Los trabajos se concentraron en áreas verdes donde la presencia de suciedad, malas hierbas e incluso roedores habían creado un entorno insalubre y poco acogedor. Armados con herramientas de jardinería y bolsas de basura, los voluntarios lograron, en apenas dos horas, transformar la imagen de estos espacios, aportando una mejora inmediata y tangible.

Y todo, al mismo tiempo que entre los vecinos se acumulan las denuncias por la suciedad en los barrios del municipio, lo que implica la presencia de roedores.

El Ayuntamiento, en el punto de mira

Aunque la iniciativa ha sido bien recibida desde el consistorio, que ha prometido recoger los residuos tras cada jornada vecinal, el trasfondo de la protesta persiste. En mayo, el Ayuntamiento adjudicó por más de 52.000 euros un plan de siega y limpieza para la temporada estival. Sin embargo, casi dos meses después, los resultados siguen sin notarse de forma clara en el municipio, lo que ha generado una creciente sensación de frustración entre los vecinos.

El contrato vigente finaliza en septiembre, pero el ritmo actual de intervención no convence a la ciudadanía, que considera insuficiente la respuesta institucional a un problema que afecta directamente a la calidad de vida local.